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miércoles, 17 de julio de 2013

Cliftonville - Celtic algo más que un partido

Desde Marcadorint informan de un partido histórico, que por las circunstancias de estos días en Belfast, tiene un componente especial, y lamentablemente un peligro elevado para las hinchadas.

De hecho se ha recomendado que los fans del Celtic que vengan desde fuera, lo hagan sin llevar por el centro de la ciudad (y menos por otras zonas donde haya lealistas) sus habituales colores, por temos a agresiones sectarias.

Del lado nacionalista/republicano/católico el partido es esperado con ansias y en diversos puntos de la ciudad se han realizado murales vistosos que versan sobre el encuentro y sobre los dos equipos.

Por desgracia esta misma noche uno de los murales ya ha sido atacado:


Información de Marcador Int:

Por primera vez en más de 130 años de historia, el Celtic jugará un partido oficial en Irlanda del Norte. Han sido numerosas las visitas del equipo de Glasgow a esta tierra, pero siempre en partidos amistosos. El sorteo de la previa de la Champions emparejó al equipo de Neil Lennon, norirlandés, con el campeón de la liga de Irlanda del Norte. Normalmente, esta noticia significaría una eliminatoria muy compleja por motivos de seguridad. Nos toca bucear en la historia contemporánea de Irlanda y el Reino Unido. Lo siento por esos que odian la historia y las fotos en blanco y negro. Esta es una historia de fútbol y significación política.

Punto por punto. Empezamos por el Celtic. El Celtic fue fundado en 1888 por inmigrantes irlandeses en Glasgow. Tomaron como ejemplo el Hibernian, primer club fundado en Escocia por irlandeses. En el caso del Celtic, fue un cura quien apostó por seguir el ejemplo y crear un club. El objetivo, conseguir unir a la comunidad y evitar que los chicos destrozaran sus vidas en pandas juveniles y bebiendo alcohol. En 1888 Glasgow era una de las principales ciudades del planeta por su actividad industrial, pero sus barrios eran un sitio jodidamente duro. Y más para los irlandeses, llegados a una sociedad protestante con su Biblia católica debajo del brazo. Irlanda, controlada por el Imperio Británico, no daba salidas económicas a su gente y los jóvenes buscaban mejor vida en Estados Unidos, Australia o Escocia. Poco a poco, el nacionalismo irlandés se radicalizó. Así que ser irlandés en el Reino Unido no fue fácil. Dificultades si buscabas trabajo, problemas con las autoridades…uno de los pocos motivos de orgullo fue el Celtic, que se convirtió en un equipazo. Ganando títulos, poco a poco su fama cruzó fronteras. Al final se convirtió en el club de la diáspora irlandesa con “fan clubs” en sitios como Boston, Seattle, Melbourne, Auckland, Ciudad del Cabo o Belfast. Ayudó mucho que su eterno rival, el Rangers, se identificara abiertamente con el unionismo británico.

Segundo punto. El escenario. Belfast. Cuando Irlanda se independizó en los años 20, Irlanda del Norte optó por seguir fiel a la Corona. En esta zona, el 70% de la población era protestante. Así que sólo el 30% lloró por no poder incorporarse al nuevo “Estado libre de Irlanda”. Viviendo bajo la bandera británica, este 30% de la población buscó símbolos identitarios. En el fútbol era el Celtic de Belfast, fundado con este nombre inspirándose en el club de Glasgow. Pero este equipo desapareció a finales de los años 40. Un partido contra el Linfield acabó con jugadores del Celtic apaleados y, como los dirigentes del club no se sintieron protegidos por la Federación, el club murió. La hinchada sintió que la Federación, controlada por las autoridades británicas, se sentía feliz con la desaparición de un club identificado con el nacionalismo irlandés. Nació un club mártir que existe sólo en reuniones, en fotos viejas, en recuerdos. El vacío que dejó lo ocupó el Celtic de Glasgow, pues los otros clubes católicos de Belfast eran muy modestos. Durante décadas, los católicos han criado a sus hijos hablando maravillas del Celtic de Glasgow y, normalmente, unas 14 peñas del Celtic viajan cada fin de semana de Belfast a Escocia para ver los partidos de los “bhoys”. En los barrios protestantes de Belfast, pese a gozar de equipos muy queridos como el Linfield o el Crusaders, el Glasgow Rangers también es muy amado, casi por oposición.

En su libro “Football against the enemy”, Simon Kuper viajó de Belfast a Glasgow para ver un Celtic-Rangers con hinchas de los dos equipos. En el libro, un hincha llamado Michael Fearon explica que “los hinchas más fanáticos del Celtic y Rangers vienen desde aquí, de los seis condados de Irlanda del Norte. Yo me pongo una bandera tricolor sobre mis hombros, una bufanda con la foto del Papa y canto ‘Fuck the Queen’. Y como yo hay miles. ¿Por qué? Soy un nacionalista oprimido, y cuando vas a la Parkhead (el estadio del Celtic) y miras enfrente ves a la gente que nos mantiene abajo”. Según el profesor Raymond Boyle, de la Universidad de Glasgow, los hinchas de Irlanda del Norte de Celtic y Rangers son más devotos que los de la propia Glasgow. Pese a la centenaria historia del fútbol en Ulster, muchas generaciones han crecido con el Celtic y el Rangers ganando títulos europeos. Así pues, el ‘Old Firm‘ se vive casi más en Belfast que en Glasgow. El ‘Old Firm’ explica la realidad de Irlanda del Norte aunque se juegue en Glasgow. Y pese a que el conflicto se ha calmado en los últimos años, la ciudad aún se encuentra dividida, con sus murales, entre los irlandeses católicos que sueñan con ser ciudadanos de la República irlandesa, y los británicos protestantes que rinden honores a la Reina. Y, de repente, por primera vez, el Celtic juega en Belfast un partido oficial. En una ciudad mayoritariamente protestante [esta realidad histórica está cambiando].

Tercer punto, el Clifontville. La suerte ha decidido que el año que el Celtic viaja a Belfast en la Champions el campeón sea uno de los dos únicos equipos católicos que jugaron en la Premier de Irlanda del Norte esta última temporada. El otro, el Donegal Celtic, bajó. Así pues, el Cliftonville es el equipo más importante de la comunidad católica en Irlanda del Norte e internet ya era un hervidero pocos minutos después del sorteo, con hinchas de los dos equipos planificando fiestas de hermanamiento, y la gente del Clinftonville dejando claro que también ama al Celtic.

En los últimos 45 años, la liga de Irlanda del Norte ha sido ganada en 43 ocasiones por equipos protestantes. Las únicas excepciones, las dos ligas del Cliftonville en 1998 y 2013. Este equipo del norte de la ciudad había ganado dos ligas más, en 1906 y 1910. La copa no la gana desde 1979. La anterior fue en 1909. Así pues, en Irlanda del Norte la gente ama al Celtic de Glasgow primero y al equipo de su barrio después. El equipo que podía arrastrar más gente era el Celtic de Belfast, con sus 14 títulos hasta la desaparición en 1949. Después, el equipo católico de más éxito fue el Derry City, el club de Derry, la [segunda] principal ciudad de Irlanda del Norte donde los católicos son mayoría. Ganó la liga en 1965, pero los conflictos de tinte político relacionados con sus partidos le obligaron a buscar soluciones para no acabar como el Celtic de Belfast: en 1986 se afilió a la liga de la República de Irlanda y abandonó deportivamente Irlanda del Norte.

El Cliftonville es, pues, el mejor equipo católico de la liga, aunque solo arrastra hinchas en el norte de Belfast. Belfast, ciudad dividida durante años por muros, está organizada por barrios con una demografía muy marcada. El este es protestante. El oeste católico. El Cliftonville juega en el noroeste. El Donegal Celtic en el oeste. Y el Celtic se ama en todos los sitios donde se encuentra un católico. Ya sea en Belfast o en Lurgan, donde nació Neil Lennon. El hombre que fue amenazado de muerte cuando jugaba con la selección de Irlanda del Norte, pues eran conocidas sus ideas favorables a la causa irlandesa, la que sueña con una isla unida bajo la bandera tricolor. Una vez Lennon afirmó: “Naces y casi lo primero que te enseñan es a amar al Celtic”. Así se vive el club en Irlanda del Norte. La previa de Champions entre estos dos clubs será especial. Una fiesta entre dos equipos que piensan igual. Para el resto de Belfast, la presencia del Celtic será incómoda y la policía tendrá que evitar incidentes como los del último duelo entre el Clinftonville y el Celtic. Fue un amistoso en 1984. Eran tiempos duros, y esa misma semana dos católicos habían muerto disparados por el ejército británico. Durante el partido, militantes unionistas lanzaron objetos por encima de los muros del estadio y cuando la hinchada local intentó responder empezó una batalla campal contra las fuerzas de seguridad. Ese día más de 30 personas acabaron en el hospital. Belfast era entonces una de las ciudades más duras de Europa. Hoy las cosas han cambiado. Lo que sigue inalterable es el amor al Celtic en muchos barrios de Belfast. En los otros, se llora el descenso a los infiernos del Rangers.

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