El primer ministro de Reino Unido, David Cameron, ha señalado a los políticos de Irlanda del Norte que la segregación entre católicos y protestantes de la provincia controlada por los británicos debe llegar a su fin.
A pesar del acuerdo de paz firmado en 1998, que acabó con tres décadas de violencia en las que murieron 3.600 personas, se construyeron muros de hormigón de hasta doce metros de alto para separar a algunos miembros de las dos comunidades.
Cameron indicó que no se puede abandonar el reto de lograr una mayor unidad. "Es un área crucial donde creo que tenemos que ir más allá del proceso de paz", dijo el primer ministro en un discurso ante el Parlamento norirlandés.
"Dada la historia de Irlanda del Norte no se puede subestimar la magnitud del desafío, pero es un hecho deprimente que desde el acuerdo de Saint Andrews, de 2006, el número de los muros de paz haya aumentado de 37 a 48", lamentó Cameron.
Tras realizar su primera visita a Irlanda del Norte desde hace más de un año, Cameron citó un estudio que aseguraba que el coste de la segregación que causó que se duplicaran los servicios públicos asciende a los 1.500 millones de libras (unos 1.700 millones de euros) al año.
Asimismo, Cameron mostró el rechazo a la segregación no solo por el coste económico sino también por el coste social y subrayó que "ayudó a sostener el terrorismo y otras actividades delictivas, particularmente en las comunidades desfavorecidas". "Irlanda del Norte necesita un futuro compartido", sentenció.
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