El jueves de la semana de Pascua de 1916, James Connolly resultó herido dos veces. El primer disparo en el brazo por la mañana mientras inspeccionaba una barricada, hizo curar la herida y continuó sin quejarse para mantener alta la moral de los Voluntarios. Esa noche quedó lisiado cuando una bala de un francotirador del ejército británico le destrozó la pierna. Después de gatear hasta un lugar seguro y a pesar de sentir un dolor agonizante, hizo que los Voluntarios llevaran su camilla al centro de la GPO para que pudiera continuar con su mando de las fuerzas republicanas mientras libraban la guerra contra el ejército británico. Esa era la medida del revolucionario invencible que era Connolly; el hombre de 'acero escocés templado con fuego irlandés'.
“Si tuviera que mencionar los nombres de las personas, mi lista sería larga. Mencionaré sólo la del Comandante General James Connolly, Comandante de la División de Dublín. Yace herido, pero sigue siendo el cerebro guía de nuestra resistencia”. - Pádraig Pearse, despacho el jueves de Semana Santa de 1916.
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