En el año 1800 con la creación del Reino Unido de Gran Bretaña e Irlanda, esta última pierde su parlamento en Dublín, el cual pasa a funcionar en Westminster. En los próximos años una serie de revueltas (1798, 1803 y 1848) que reclamaban la ruptura con la monarquía inglesa y la liberación nacional de Irlanda fueron sofocadas por el ejército británico. Por otro lado se gestó un movimiento constitucional que pretendía recuperar la autonomía por medios legales, este proceso culminó en la aprobación del Home Rule en 1912: una ley que les permitía a los irlandeses votar sus propios gobernantes y tener cierta autonomía sobre su territorio.
El estallido de la Primera Guerra Mundial detuvo la aplicación del Home Rule, desatando el descontento en sectores que vieron alejarse nuevamente la posibilidad de independizarse. Al inicio de la guerra miles de irlandeses fueron al frente donde sufrieron, además de las penurias propias de la batalla, discriminación y maltrato por parte de los mandos del ejército británico. Frente a esta nueva situación la Hermandad Republicana Irlandesa, un grupo clandestino formado a mediados del siglo XIX comprometido con obtener la independencia mediante la acción directa, constituyó un Consejo Militar. A este consejo se sumaron los Voluntarios Irlandeses y el Ejército Ciudadano Irlandés. Este último era encabezado por James Connolly, socialista miembro del sindicato de transportistas, y fue creado para enfrentar la represión que sufrieron los obreros del tranvía de Dublín en la huelga, que derivó en el cierre patronal del 1913. Ya desde 1915 el Consejo Sindical de Dublín, que Connolly integraba, animaba a los trabajadores a alistarse en el ICA contra las presiones patronales de alistarse en el ejército británico.
El alzamiento
El lunes 24 de Abril, luego del domingo de Pascua, el ejército Ciudadano Irlandés y los Voluntarios movilizaron cerca de 2.000 personas y tomaron posesión de los edificios públicos más emblemáticos de la ciudad de Dublin, entre ellos, el ayuntamiento y la oficina de correos donde se instaló el mando militar de la rebelión. Allí mismo se instauró el gobierno provisional de la República de Irlanda, encabezado por el voluntario Patrick Pearse. En la proclama leída en las puertas del correo se anunciaba la liberación de Irlanda, “la alianza de todos los irlandeses e irlandesas” (como un avance en los derechos de las mujeres irlandesas, que bajo ley británica no podían votar) y “libertad religiosa y civil, e igualdad de derechos y oportunidades a todos sus ciudadanos”. El gobierno provisional perduraría hasta que se establezca “un Gobierno Nacional permanente, representativo de todo el pueblo de Irlanda y elegido por sufragio de todos los hombres y mujeres”.
Cabe destacar el rol protagónico de las mujeres en la revuelta. No se limitaron a las tareas auxiliares (cocina y enfermería) que se les asignaron inicialmente sino que participaron de la distribución y contrabando de armas, mensajería, crearon grupos para practicar y entrenar disparo y, más allá de la resistencia de algunos sectores, en cada guarnición (de alrededor de 120 personas cada una) había al menos 35 mujeres.
Las autoridades de Reino Unido habían destinado la mayor parte de sus recursos y esfuerzos a la Primera Guerra Mundial y el Gobierno de Londres mantenía una presencia militar muy reducida en Irlanda. Esto hizo que las tropas inglesas no pudieran enviar suficientes efectivos para responder a la insurrección hasta dos días después. Aun así, una vez llegó con los batallones suficientes para actuar, la Armada británica atacó con dureza y al cabo de cuatro días acabó con la rebelión.
Una semana más tarde, tras la llegada de veinte mil soldados británicos, la insurrección había sido sofocada con un balance de 450 muertos, más de la mitad civiles, y dos mil heridos. Dos centenares de edificios del centro de la capital fueron destruidos por la artillería británica. Poco después fueron fusilados todos los cabecillas de la sublevación.
La única excepción fue Éamon de Valera, cuya sentencia de muerte fue conmutada por haber nacido en Nueva York y tener pasaporte estadounidense, y que acabó siendo presidente del Gobierno irlandés.
Organizado por los siete miembros del consejo militar de la Hermandad Republicana Irlandesa, I.C.A., Cumann na mBan, Na Fianna Éireann y los Hibernian Rifles y con el apoyo de únicamente de unos 1600 rebeldes en todo el país, el Alzamiento de Pascua fue portada de The New York Times ocho días seguidos.Un nuevo rumbo para Irlanda
Luego del aplastamiento de la revuelta el ejército británico desplegó fuertes medidas de represión. Fueron arrestados alrededor de 3.500 personas y ejecutados 14 de los principales dirigentes, Connolly entre ellos. Estas medidas comenzaron a suscitar una simpatía hacia el movimiento que previamente no existía, ya que de alguna manera revelaba al conjunto de la población el trato colonial con el que Inglaterra se manejaba en el país.
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