Ponemos un artículo, cuyos extremos ya hemos reseñado en alguna ocasión en este blog (aquí), que incide nuevamente en la posición unionista de Arthur Guinness.
El artículo es de El Ibérico;
Celebrar el día de San Patricio, vestido de color verde de arriba abajo y bebiendo una (detrás de otra) pinta de Guinness. ¿Se te ocurre algo más irlandés que eso? Teniendo en cuenta que San Patricio es oriundo de Bennhaven Taberniae, en la actual Escocia, y que el apelativo de la "perla verde" no está tan justificado, puesto que Irlanda ni siquiera está entre los diez primeros países del mundo por masa forestal, se diría que bastantes cosas.
¿Y la famosa cerveza negra? Sin duda, si su fundador Arthur Guinness levantará la cabeza hoy día estaría más que sorprendido de ver que su creación se haya convertido en la bebida más representativa de dicho país. En documentos facilitados por la propia familia Guinness se da a conocer que Arthur, que era de origen protestante, era un acérrimo unionista que deploraba el nacionalismo irlandés. Tanto es así que su vida llegó a estar en peligro, puesto que justo antes de la rebelión irlandesa de 1798 fue acusado y amenazado por un grupo de sublevados de espiar para las autoridades Británicas. El posicionamiento en el lado de los unionistas no terminó con él, y sus familiares siguieron decantándose por defender la permanencia en el Reino Unido, hasta el punto que en 1913 llegaron a financiar con 10.000 libras (lo que equivaldría a un millón de libras actuales) a una fuerza paramilitar del Ulster a fin de frenar la independencia irlandesa.
Por extraño que pueda parecer hoy día, lo cierto es que la compañía Guinness siempre ha pretendido, durante la mayor parte de su existencia, desvincularse de Irlanda. No sólo parte de sus fábricas han estado ubicadas en Inglaterra, también cotizó en la bolsa de valores de Londres. Tanto es así que la compañía estuvo en 1982 cerca de abandonar Irlanda y reubicarse en su totalidad en Inglaterra. Casi al final del período que fue denominado como los "años de plomo", donde los atentados terroristas del IRA se sucedían día sí, día también, los propietarios de Guinness trazaran un plan de relocalización, puesto que temían que la campaña terrorista iniciada por dicho grupo pudiera afectar negativamente a sus ventas. Por razones logísticas, la operación fue retrasada, pero la posterior mejora de la situación política hizo que finalmente se descartara llevarla a cabo.
Y en otro giro inesperado, el hecho de que Irlanda se convertirse en la economía más boyante de Europa supuso que Diageo, la multinacional propietaria de Guinness, cambiara de estrategia, que pasó a considerar que a través de una intensa campaña de promoción que vinculara la bebida con dicho país se podría alcanzar una nueva franja de mercado que no tan sólo incluía a los propios irlandeses, sino a los casi 80 millones de descendientes de éstos (repartidos mayoritariamente entre Estados Unidos y Australia) así como a los millones de turistas que cada año visitan la isla. Su campaña fue coronada por la reapertura de parte de la antigua fábrica de Dublín, convertido hoy en día en un punto de asistencia obligatoria para cualquiera que visite Dublín.
El artículo es de El Ibérico;
Celebrar el día de San Patricio, vestido de color verde de arriba abajo y bebiendo una (detrás de otra) pinta de Guinness. ¿Se te ocurre algo más irlandés que eso? Teniendo en cuenta que San Patricio es oriundo de Bennhaven Taberniae, en la actual Escocia, y que el apelativo de la "perla verde" no está tan justificado, puesto que Irlanda ni siquiera está entre los diez primeros países del mundo por masa forestal, se diría que bastantes cosas.
¿Y la famosa cerveza negra? Sin duda, si su fundador Arthur Guinness levantará la cabeza hoy día estaría más que sorprendido de ver que su creación se haya convertido en la bebida más representativa de dicho país. En documentos facilitados por la propia familia Guinness se da a conocer que Arthur, que era de origen protestante, era un acérrimo unionista que deploraba el nacionalismo irlandés. Tanto es así que su vida llegó a estar en peligro, puesto que justo antes de la rebelión irlandesa de 1798 fue acusado y amenazado por un grupo de sublevados de espiar para las autoridades Británicas. El posicionamiento en el lado de los unionistas no terminó con él, y sus familiares siguieron decantándose por defender la permanencia en el Reino Unido, hasta el punto que en 1913 llegaron a financiar con 10.000 libras (lo que equivaldría a un millón de libras actuales) a una fuerza paramilitar del Ulster a fin de frenar la independencia irlandesa.
Por extraño que pueda parecer hoy día, lo cierto es que la compañía Guinness siempre ha pretendido, durante la mayor parte de su existencia, desvincularse de Irlanda. No sólo parte de sus fábricas han estado ubicadas en Inglaterra, también cotizó en la bolsa de valores de Londres. Tanto es así que la compañía estuvo en 1982 cerca de abandonar Irlanda y reubicarse en su totalidad en Inglaterra. Casi al final del período que fue denominado como los "años de plomo", donde los atentados terroristas del IRA se sucedían día sí, día también, los propietarios de Guinness trazaran un plan de relocalización, puesto que temían que la campaña terrorista iniciada por dicho grupo pudiera afectar negativamente a sus ventas. Por razones logísticas, la operación fue retrasada, pero la posterior mejora de la situación política hizo que finalmente se descartara llevarla a cabo.
Y en otro giro inesperado, el hecho de que Irlanda se convertirse en la economía más boyante de Europa supuso que Diageo, la multinacional propietaria de Guinness, cambiara de estrategia, que pasó a considerar que a través de una intensa campaña de promoción que vinculara la bebida con dicho país se podría alcanzar una nueva franja de mercado que no tan sólo incluía a los propios irlandeses, sino a los casi 80 millones de descendientes de éstos (repartidos mayoritariamente entre Estados Unidos y Australia) así como a los millones de turistas que cada año visitan la isla. Su campaña fue coronada por la reapertura de parte de la antigua fábrica de Dublín, convertido hoy en día en un punto de asistencia obligatoria para cualquiera que visite Dublín.
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