Según una información de EFE vía elnortedecastilla las quejas por la soledad y olvido al que está sometido uno de los mayores infiltrados y supergrass en el Norte, por parte de los británicos, deja muy claro el precio de la delación.
Un antiguo espía de los servicios secretos británicos, infiltrado en el Ejército Republicano Irlandés (IRA) durante el conflicto en Irlanda del Norte, denuncia abandono y pobreza después de que su trabajo salvase "incontables vidas", según un documental de la cadena BBC que se emite hoy [el día 9].
En el lado opuesto se sitúa el
parlamentario del mayoritario Partido Democrático Unionista (DUP) Ian
Paisley Júnior, quien afirma que "un agente que trabajó para el Gobierno
durante la guerra más sucia que ha existido desde el otro lado de
Kosovo debe de ser protegido y se deben respetar sus obligaciones
contractuales".
Un antiguo espía de los servicios secretos británicos, infiltrado en el Ejército Republicano Irlandés (IRA) durante el conflicto en Irlanda del Norte, denuncia abandono y pobreza después de que su trabajo salvase "incontables vidas", según un documental de la cadena BBC que se emite hoy [el día 9].
Raymond Gilmore,
quien reside ahora en el sureste de Inglaterra con una identidad falsa,
asegura que, a pesar de haber "salvado muchas vidas", teme
constantemente por su seguridad y se siente abandonado por los servicios
de contraespionaje británicos, el MI5.
Según el
exespía, los servicios secretos le prometieron al comienzo de su carrera
medio millón de libras (620.000 euros), una nueva casa, una pensión y
asistencia médica, pero solo recibió 600 libras mensuales (750 euros)
durante tres años y un alojamiento modesto.
También
lamenta la falta de una oferta de trabajo y denuncia que la identidad
falsa creada por sus superiores es demasiado débil como para mantener su
anonimato, motivo por el vive en un estado de "miedo" y "paranoia",
agravado por el alcoholismo y estrés postraumático que sufre.
Según
la BBC, Gilmore ha llevado su caso ante el Tribunal de Poderes de
Investigación (IPT, sus siglas en inglés), un órgano que examina
denuncias efectuadas contra los servicios de inteligencia británicos.
Gilmore
ingresó en 1976, con apenas 17 años, en las filas del Ejército Irlandés
de Liberación Nacional (INLA), una escisión del IRA, como agente de una
unidad especial de la antigua Policía norirlandesa, el Royal Ulster
Constabulary (RUC), en la localidad de Derry.
Cuatro
años después, se unió al IRA, pero su tapadera fue descubierta en 1982
cuando las fuerzas del orden recuperaron una ametralladora gracias a una
información que suministró, lo que a ojos de los dirigentes
paramilitares no dejaba dudas sobre la condición del infiltrado.
Sus
experiencias le convirtieron en el único testigo de un macrojuicio
celebrado en 1984 en el que se sentaron en el banquillo de los acusados
35 supuestos miembros del IRA en Derry, un proceso que se vino abajo
porque el juez instructor consideró a Gilmore "falto de credibilidad".
Después
de aquel juicio, en las paredes de Derry de los barrios católicos
aparecieron pintadas con amenazas de muerte contra Gilmore, considerado
un mercenario por el movimiento republicano.
Todavía
hoy, su supuesta traición es criticada por algunos miembros del Sinn
Fein, antiguo brazo político del IRA, como Danny Morrison, responsable
de aparato propagandístico republicano durante los años más duros del
conflicto en la provincia británica.
"No se le
echará en falta, no habrá simpatía hacia él y no resulta inesperado el
hecho de que el MI5 se deshaga de gente cuando acaba con ellas", declara
Morrison.
1 comentario:
El triste destino de un mercenario... Roma no paga a traidores, porque este lo es.
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