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martes, 18 de marzo de 2014

'Retorno a Killybegs' la vida real de Denis Donaldson, amigo, miembro del IRA y espía inglés

Hace tiempo que recomendamos el libro Mi Traidor (Mon traître) del tunecino/Francés Sorj Chalandon. Hoy damos desde aquí la bienvenida -a priori- de su nueva obra relacionada con la anterior, de momento está traducida al catalán, esperemos que también se traduzca al castellano.

Desde ElPaís desarrollan el tema de la siguiente manera; La herida aún quema en el pecho del periodista francés Sorj Chalandon (Túnez, 1952): su amigo le traicionó. Hoy el nombre de Denis Donaldson se susurra como el de Judas en la boca de los independentistas de Belfast: significado miembro del Ejército Republicano Irlandés (IRA) y del Sinn Féin (el partido político republicano), Donaldson era en realidad un espía de los servicios secretos británicos. Tras 20 años de doble vida, en 2005 los ingleses le delataron, como cruel gesto de buena voluntad en el cambalache de las negociaciones de paz. Admitió su traición, rechazó una nueva identidad y se fue a su casa irlandesa en Kyllibegs a esperar la muerte. Llegó cuatro meses después de la mano de un grupo disidente del IRA.

Tampoco Chalandon perdona al que fue amigo y mentor que le llevó a respaldar la causa independista durante los 25 años en que el periodista cubrió el conflicto de Irlanda del Norte para el diario Libération. “Ahora es un enemigo”, sentencia Chalandon. Pero tan íntimo como para provocarle su más honda crisis profesional: “No podía cubrir la noticia del asesinato; Denis era como mi hermano; tampoco me atrevía a mirar a la cara a su familia y preguntarles: ¿No sospechábais nada?”. Entonces nació el Chalandon novelista, “para cicatrizar heridas que el periodismo no me permite curar”.

Retorn a Kyllibegs, ganadora del Gran Premio de Novela de la Academia Francesa en 2011 y publicada ahora solo en catalán (Edicions de 1984), es su segunda novela sobre Donaldson. Una herida abierta, pues, que no cauteriza. En Mi traidor (Alianza, 2010), el periodista noveló el hecho desde su punto de vista de amigo traicionado, pero el rencor no se apagó. “Todos llevamos dentro a un traidor y a un traicionado: necesitaba convertirme en conspirador para cerrar la tumba de Denis”, cree Chalandon. Por ello, en Retorn a Killybegs se pone en la piel de Donaldson mediante el personaje ficticio de Tyrone Meehan, cuya voz guía al lector en el conflicto.

Una vez delatado, Donaldson dijo públicamente haber traicionado “en el momento más delicado de mi existencia”. Nada más. “No explicó qué informaciones pasaba a los ingleses ni la causa de su traición. Se fue con su secreto”, lamenta Chalandon. En el libro, ha tomado una de las hipótesis apuntadas por la prensa: “Cuando Denis era joven un amigo suyo murió a su lado defendiendo un gueto independentista a manos de los ingleses”. Pero hay quien sospecha que fue Denis quien le mató accidentalmente y que los ingleses le chantajearon con contar la verdad; salvar su reputación y ayudar a Irlanda durante las negociaciones de paz serían la causa última de su colaboración con el enemigo. “No sé si es la verdad”, admite Chalandon, “pero yo he asumido esta explicación porque me convenía: no puedo imaginar que nos haya traicionado matando amigos por una razón que no sea la paz”.

El escritor sospecha que Donaldson actuó como espía durante sus estancias en París, donde los dos se hicieron íntimos. “Aún no sé separar al amigo del traidor”. Excepto por un episodio, presente en el libro: “Un día cogió el metro y en el vagón vi a Denis; me acerqué para saludarle, pero me indicó que guardara silencio y se dio la vuelta. Luego me contó que debía mantener el secreto de su operación. Estaba orgulloso de su confianza”, se ríe, amargo, Chalandon. “Pero aquel gesto y aquella mirada... eran las de un traidor”, sentencia.

En los dos libros dedicados a Donaldson hay un encuentro ficticio entre traicionado y traidor poco antes de su asesinato. “Ese momento nunca existió en realidad, la muerte fue más rápida que yo”, desvela Chalandon. La última vez que le vio fue una semana antes de su muerte: “Me dijo que me quería. No sé si era verdad. Y este libro no ha contestado a mí pregunta”. Tampoco le ha hecho perdonar a su amigo. Sigue queriéndole, pero el dolor de la traición inflama sus ojos y su pluma.

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