Frank Ryan:
Nació en1902, en Bottomstown, Elton, Condado de Limerick y murió el 10 de Junio de 1944, en Dresde Alemania.
Fue un destacado miembro del Ejército Republicano Irlandés (IRA), editor de An Phoblacht, miembro de Na Fianna hÉireann, activista de izquierda y líder de los Voluntarios irlandeses en el bando republicano en la Guerra Civil Española.
Cursó estudios Celtas en el University College de Dublín, donde fue miembro del Ejército Republicano Irlandés (IRA). Se fue antes de graduarse para unirse a la Brigada del IRA de East Limerick en 1922. Luchó en el bando republicano en la guerra civil irlandesa, y fue herido e internado.
En noviembre de 1923 fue liberado y regresó a la University College de Dublín.
Era activo en una serie de sociedades de lengua irlandesa (en 1924 ganó la medalla de oro Cumann Gaedhealach por la oratoria en irlandés) y escribió publicaciones en lengua irlandesa - brevemente editadas en An Reult (en irlandés: La Estrella). Formó el Club Republicano de la Universidad y lo condujo a las manifestaciones. Se graduó en 1925.
Después de graduarse fue profesor de irlandés en Mountjoy School (una escuela protestante en Dublín), pero el periodismo era su vocación. Su trabajo de día fue la edición de Viajes de Irlanda para el Patronato de Turismo, mientras que también editó An tÓglach (en irlandés: El voluntario) del IRA.
Las tardes las dedicaba a la enseñanza en Conradh na Gaeilge, dando una conferencia en historia y literatura, y líder en el Ceilidh ocasional.
En 1926, fue nombrado adjunto de la Brigada de Dublín y se ocupó de la tarea de reorganización de la misma. Siempre fue un anti-imperialista, y Peadar O'Donnell cree que la mayor influencia en el pensamiento de Ryan en aquellos días era el Congreso anti-imperialista en París, al que asistió con Donal O'Donoghue, como delegados del IRA, en 1927.
En 1929, Ryan fue nombrado director del periódico republicano An Phoblacht, donde trabajó junto a Geoffrey Coulter, su ayudante. En conjunto, se convirtió en un documento político animado e impulsado por los lectores sustancialmente. En este año fue elegido miembro de la Ejecutiva del Ejército, el cuerpo debajo del Consejo del Ejército del IRA.
En mayo de 1930 Ryan pasó varias semanas en los EE.UU., frente a las convenciones de Irlanda, donde fue testigo del inicio de la Gran Depresión. En 1931 fue encarcelado por publicar artículos sediciosos en An Phoblacht. Más tarde ese año, fue encarcelado de nuevo por desacato al tribunal.
En 1933, Ryan, junto con George Gilmore y Peadar O'Donnell, propuso la creación de una nueva organización de izquierda republicana que se llamó el Republican Congress. Esta sería la base de un movimiento revolucionario de masas apelando a la clase obrera y a los pequeños agricultores.
En una convención del IRA, por poco no pudo lograr la aprobación de la propuesta.
Ryan, a diferencia de otros líderes independentistas, no apostaba tanto por un IRA marcadamente nacionalista; él consideraba que la formación debía dar un giro hacia el internacionalismo comunista.
El liderazgo del IRA reaccionó suspendiendolos a la espera de una corte marcial, mientras que los voluntarios del IRA que apoyaban el Congreso se retiraron.
Desde hace meses los argumentos estragos tanto en el IRA y entre el IRA y las diversas organizaciones de izquierda sobre la manera de lidiar con la presión del Gobierno, la creciente tendencia fascista del Fine Gael, y si quieren participar en las elecciones, pero el liderazgo del IRA logrado mantener a su camino tradicional, a pesar de que se activa frente a los Camisas Azules. En 1935, Ryan estableció dos cuestiones editoriales, la prensa y la Cooperativa de Prensa Libertad, para eludir las dificultades en la publicación de izquierda material. En caso de huelga en el primer semestre de ese año (carnicerías en enero, una huelga de tranvías y autobuses en marzo) y las agitaciones de liberación de los presos del IRA (que fue arrancado todavía entre una izquierda y una facción conservadora y bajo una enorme presión del Gobierno) y el
El Congreso republicano Irlandés trabajó junto con otros grupos de izquierda. Sin embargo a partir de junio con las disputas surgidas entre el IRA y el Congreso, hicieron que al año siguiente tuvieran grandes deudas y se disolvieran.
Frank Ryan fue siempre un alma rebelde, un irlandés romántico que jamás antepuso su interés personal a su ideario de libertad.
En 1936 estalló una guerra civil en España. Ryan fue uno de los primeros en alistares en las Brigadas Internacionales que apoyaron al bando republicano en la contienda desde octubre de ese año y hasta 1938.
Se integró en la denominada Columna Connolly, compuesta por más de un centenar de irlandeses nacionalistas y por ello no integrada en la Brigada Británica, sino en la americana, llamada Lincoln. Al frente de esta columna llegó Ryan en diciembre de 1936 a la sede de las brigadas, ubicada en Albacete. Con ella participó en algunas de las principales batallas de la guerra: Madrid, Jarama y Ebro. En la segunda, en febrero de 1937, la Columna Connolly sufrió enormes bajas. Murieron veinte de sus hombres. Ryan resultó herido de gravedad y trasladado a Irlanda hasta su recuperación.
Sin embargo, una vez curado regresó y siguió combatiendo. Pero hizo más: como ayudante del general republicano José Miaja, tomó parte en acciones de propaganda y fue el encargado de escribir el Libro de la XV Brigada, editado por el Comisariado General de las Brigadas Internacionales y publicado a comienzos de 1938. Sin embargo, en marzo de ese mismo año fue capturado por los italianos en una emboscada. Bob Doyle, uno de sus compañeros y el más longevo de los voluntarios gaélicos recogió en su libro de memorias (Memorias de un rebelde sin pausa) este infortunado episodio con permanentes alusiones a Ryan, al que define de esta manera: «Frank no llevaba ni rifle ni pistola. Era capitán y llevaba polainas de oficial».
Según narra Doyle, el 30 de marzo se hallaban los irlandeses en Teruel cuando sucedió lo que sigue: «De repente, por ambos lados de la carretera aparecieron soldados que se abalanzaron sobre nosotros y nos apuntaron con sus fusiles gritando ¡Manos arriba! Carretera arriba apareció un tanque seguido de motocicletas con metralletas montadas sobre sus manillares que se metieron entre nuestras dos filas. Dejé mi ametralladora junto a Frank y corrí hacia el tanque para echar un vistazo. Al acercarme pude ver bien al oficial que ocupaba la torreta del tanque; estaba cubierto de polvo, pero se le podían ver la insignias con los colores italianos. (...) Me volví corriendo hacia donde había dejado la ametralladora y, al llegar, vi que Frank y el resto del grupo ya tenían las manos arriba. Yo hice lo mismo».
Prisioneros de los italianos, todos creyeron que serían inmediatamente fusilados. Más aún cuando Ryan, identificado como el capitán de la columna, fue requerido para que diera toda la información (posición, número de armas y de hombres) de su batallón, negándose en rotundo. Así lo cuenta Doyle: «Frank les dijo que bajo ningún concepto iba a dar otra información que sus datos personales (...) Ryan se negó a responder, por lo que el oficial italiano, desde su metro sesenta de altura, le asestó un fuerte puñetazo en la mandíbula». Los prisioneros fueron trasladados primero a Zaragoza y días después a Burgos. «Desde allí hicimos andando los diez kilómetros que hay hasta San Pedro de Cardeña; cuando llegamos ya era de noche. El sitio era una fortaleza inhóspita y siniestra; allí comenzó nuestra obsesión por saber si algún día saldríamos vivos de allí o qué podía suceder si estallaba la segunda guerra mundial», cuenta Doyle en sus memorias.
Palizas, hacinamiento, humillaciones... Lo que Ryan, Doyle y los suyos recibieron fue la antesala del infierno. O el infierno mismo. El 12 de junio de ese año se llevaron a Ryan del campo de concentración de San Pedro de Cardeña rumbo al penal de Burgos. Todos temieron que fuera fusilado, pues había sido condenado a muerte aunque finalmente se le conmutó la pena por la de cadena perpetua. La situación era terrible, pero todos vivieron con esperanza la noticia de que los italianos estaban negociando un canje de prisioneros. Y así fue como Bob Doyle y los suyos pudieron salir del infierno casi un año después de su llegada a Burgos.
No sucedió lo mismo con Frank Ryan, pese a que el gobierno irlandés hizo lo posible por liberarle aquel mismo año de 1938. En su país natal se realizaron campañas en favor de su liberación, con manifestaciones semanales en las calles de sus principales ciudades. En octubre llegó a Burgos para negociar con los sublevados el ministro de Exteriores, Leopold Kerney. En la negociación llegó a mediar el Vaticano. Frank Ryan era un mito para los irlandeses. Durante sus casi dos años en el penal de Burgos, Ryan demostró carácter de liderazgo. El pintor vasco José Sarriegui, preso en la misma época, trabó amistad con él y siempre guardo un grato recuerdo de aquel hombre caracterizado por su enorme dignidad y una valentía a prueba de bombas. A pesar de las palizas recibidas, jamás humilló la cabeza. Doyle recordaría muchas veces cómo se negó siempre a hacer el saludo fascista. «Frank Ryan siempre se negó, afirmando que sólo obedecería si le pusieran una pistola en la frente».
Finalmente, terminada la guerra española y ya en marcha la contienda mundial, Ryan fue excarcelado. Es a partir de este punto cuando los historiadores no se ponen de acuerdo. Las autoridades franquistas se lo entregaron a los alemanes en Hendaya aunque la versión oficial siempre dijo que había escapado. Según algunas fuentes, fue reclutado por la Abwehr, el servicio de inteligencia nazi, y trasladado a Berlín.
Según esta versión, Ryan trabajó para los alemanes contra Reino Unido en la promesa de éstos de que, si ganaban la guerra, liberarían al pueblo irlandés del yugo británico. Entre 1940 y 1944 Frank Ryan tomó parte de algunas de las operaciones de guerra más importantes y nunca perdió el contacto con sus compañeros en Irlanda, fiel a su ideal antibritánico. Enfermo y solo, Ryan murió en un hospital de Dresde en 1944 después de que la Gestapo le detuviera y le acusara de traición.
Otra de las versiones afirman que su deseo era regresar a Irlanda y que solo la intimidación le habría convencido para ir a Alemania, teniendo algunas personas en Dublín la clave de ello.
Esta versión apunta el posible intento de utilización de Frank para la propaganda de Hitler contra Gran Bretaña.
Según la teoría, se sabe que los alemanes trataban de obtener de Frank su favor con Alemania , algo a lo que él se negó constantemente. Ahora también se sabe que se le permitió vivir con una familia de clase media en Alemania y que murió poco tiempo después.
Finalmente otra de las versiones nos habla de que fue entregado a la Gestapo alemana y de allí ingresado a una prisión.
Las presiones internacionales aumentaron pidiendo su libertad, y el "Comité por la liberación de Frank Ryan" se mantuvo activo durante toda la Segunda Guerra Mundial, creando la esperanza de su pronta liberación.
Pero las torturas de diverso signo hizo que muriera en 1944 en el sanatorio de Dresde donde estaba internado.
En 1979 por petición popular los restos de Frank Ryan fueron trasladados desde Dresde al cementerio de Glasnevin, en Dublín, donde hoy en día reposan.
Sus restos fueron repatriados en 1979 y enterrados finalmente en Dublín.
Referencias usadas:
Ireland and the Spanish Civil War.
Diario de Burgos.
Sociedad Benéfica de Historiadores Aficionados y Creadores.
Wikipedia.
International-Brigades (UK).
Nació en1902, en Bottomstown, Elton, Condado de Limerick y murió el 10 de Junio de 1944, en Dresde Alemania.
Fue un destacado miembro del Ejército Republicano Irlandés (IRA), editor de An Phoblacht, miembro de Na Fianna hÉireann, activista de izquierda y líder de los Voluntarios irlandeses en el bando republicano en la Guerra Civil Española.
Cursó estudios Celtas en el University College de Dublín, donde fue miembro del Ejército Republicano Irlandés (IRA). Se fue antes de graduarse para unirse a la Brigada del IRA de East Limerick en 1922. Luchó en el bando republicano en la guerra civil irlandesa, y fue herido e internado.
En noviembre de 1923 fue liberado y regresó a la University College de Dublín.
Era activo en una serie de sociedades de lengua irlandesa (en 1924 ganó la medalla de oro Cumann Gaedhealach por la oratoria en irlandés) y escribió publicaciones en lengua irlandesa - brevemente editadas en An Reult (en irlandés: La Estrella). Formó el Club Republicano de la Universidad y lo condujo a las manifestaciones. Se graduó en 1925.
Después de graduarse fue profesor de irlandés en Mountjoy School (una escuela protestante en Dublín), pero el periodismo era su vocación. Su trabajo de día fue la edición de Viajes de Irlanda para el Patronato de Turismo, mientras que también editó An tÓglach (en irlandés: El voluntario) del IRA.
Las tardes las dedicaba a la enseñanza en Conradh na Gaeilge, dando una conferencia en historia y literatura, y líder en el Ceilidh ocasional.
En 1926, fue nombrado adjunto de la Brigada de Dublín y se ocupó de la tarea de reorganización de la misma. Siempre fue un anti-imperialista, y Peadar O'Donnell cree que la mayor influencia en el pensamiento de Ryan en aquellos días era el Congreso anti-imperialista en París, al que asistió con Donal O'Donoghue, como delegados del IRA, en 1927.
En 1929, Ryan fue nombrado director del periódico republicano An Phoblacht, donde trabajó junto a Geoffrey Coulter, su ayudante. En conjunto, se convirtió en un documento político animado e impulsado por los lectores sustancialmente. En este año fue elegido miembro de la Ejecutiva del Ejército, el cuerpo debajo del Consejo del Ejército del IRA.
En mayo de 1930 Ryan pasó varias semanas en los EE.UU., frente a las convenciones de Irlanda, donde fue testigo del inicio de la Gran Depresión. En 1931 fue encarcelado por publicar artículos sediciosos en An Phoblacht. Más tarde ese año, fue encarcelado de nuevo por desacato al tribunal.
En 1933, Ryan, junto con George Gilmore y Peadar O'Donnell, propuso la creación de una nueva organización de izquierda republicana que se llamó el Republican Congress. Esta sería la base de un movimiento revolucionario de masas apelando a la clase obrera y a los pequeños agricultores.
En una convención del IRA, por poco no pudo lograr la aprobación de la propuesta.
Ryan, a diferencia de otros líderes independentistas, no apostaba tanto por un IRA marcadamente nacionalista; él consideraba que la formación debía dar un giro hacia el internacionalismo comunista.
El liderazgo del IRA reaccionó suspendiendolos a la espera de una corte marcial, mientras que los voluntarios del IRA que apoyaban el Congreso se retiraron.
Desde hace meses los argumentos estragos tanto en el IRA y entre el IRA y las diversas organizaciones de izquierda sobre la manera de lidiar con la presión del Gobierno, la creciente tendencia fascista del Fine Gael, y si quieren participar en las elecciones, pero el liderazgo del IRA logrado mantener a su camino tradicional, a pesar de que se activa frente a los Camisas Azules. En 1935, Ryan estableció dos cuestiones editoriales, la prensa y la Cooperativa de Prensa Libertad, para eludir las dificultades en la publicación de izquierda material. En caso de huelga en el primer semestre de ese año (carnicerías en enero, una huelga de tranvías y autobuses en marzo) y las agitaciones de liberación de los presos del IRA (que fue arrancado todavía entre una izquierda y una facción conservadora y bajo una enorme presión del Gobierno) y el
El Congreso republicano Irlandés trabajó junto con otros grupos de izquierda. Sin embargo a partir de junio con las disputas surgidas entre el IRA y el Congreso, hicieron que al año siguiente tuvieran grandes deudas y se disolvieran.
Frank Ryan fue siempre un alma rebelde, un irlandés romántico que jamás antepuso su interés personal a su ideario de libertad.
En 1936 estalló una guerra civil en España. Ryan fue uno de los primeros en alistares en las Brigadas Internacionales que apoyaron al bando republicano en la contienda desde octubre de ese año y hasta 1938.
Se integró en la denominada Columna Connolly, compuesta por más de un centenar de irlandeses nacionalistas y por ello no integrada en la Brigada Británica, sino en la americana, llamada Lincoln. Al frente de esta columna llegó Ryan en diciembre de 1936 a la sede de las brigadas, ubicada en Albacete. Con ella participó en algunas de las principales batallas de la guerra: Madrid, Jarama y Ebro. En la segunda, en febrero de 1937, la Columna Connolly sufrió enormes bajas. Murieron veinte de sus hombres. Ryan resultó herido de gravedad y trasladado a Irlanda hasta su recuperación.
Sin embargo, una vez curado regresó y siguió combatiendo. Pero hizo más: como ayudante del general republicano José Miaja, tomó parte en acciones de propaganda y fue el encargado de escribir el Libro de la XV Brigada, editado por el Comisariado General de las Brigadas Internacionales y publicado a comienzos de 1938. Sin embargo, en marzo de ese mismo año fue capturado por los italianos en una emboscada. Bob Doyle, uno de sus compañeros y el más longevo de los voluntarios gaélicos recogió en su libro de memorias (Memorias de un rebelde sin pausa) este infortunado episodio con permanentes alusiones a Ryan, al que define de esta manera: «Frank no llevaba ni rifle ni pistola. Era capitán y llevaba polainas de oficial».
Según narra Doyle, el 30 de marzo se hallaban los irlandeses en Teruel cuando sucedió lo que sigue: «De repente, por ambos lados de la carretera aparecieron soldados que se abalanzaron sobre nosotros y nos apuntaron con sus fusiles gritando ¡Manos arriba! Carretera arriba apareció un tanque seguido de motocicletas con metralletas montadas sobre sus manillares que se metieron entre nuestras dos filas. Dejé mi ametralladora junto a Frank y corrí hacia el tanque para echar un vistazo. Al acercarme pude ver bien al oficial que ocupaba la torreta del tanque; estaba cubierto de polvo, pero se le podían ver la insignias con los colores italianos. (...) Me volví corriendo hacia donde había dejado la ametralladora y, al llegar, vi que Frank y el resto del grupo ya tenían las manos arriba. Yo hice lo mismo».
Prisioneros de los italianos, todos creyeron que serían inmediatamente fusilados. Más aún cuando Ryan, identificado como el capitán de la columna, fue requerido para que diera toda la información (posición, número de armas y de hombres) de su batallón, negándose en rotundo. Así lo cuenta Doyle: «Frank les dijo que bajo ningún concepto iba a dar otra información que sus datos personales (...) Ryan se negó a responder, por lo que el oficial italiano, desde su metro sesenta de altura, le asestó un fuerte puñetazo en la mandíbula». Los prisioneros fueron trasladados primero a Zaragoza y días después a Burgos. «Desde allí hicimos andando los diez kilómetros que hay hasta San Pedro de Cardeña; cuando llegamos ya era de noche. El sitio era una fortaleza inhóspita y siniestra; allí comenzó nuestra obsesión por saber si algún día saldríamos vivos de allí o qué podía suceder si estallaba la segunda guerra mundial», cuenta Doyle en sus memorias.
Palizas, hacinamiento, humillaciones... Lo que Ryan, Doyle y los suyos recibieron fue la antesala del infierno. O el infierno mismo. El 12 de junio de ese año se llevaron a Ryan del campo de concentración de San Pedro de Cardeña rumbo al penal de Burgos. Todos temieron que fuera fusilado, pues había sido condenado a muerte aunque finalmente se le conmutó la pena por la de cadena perpetua. La situación era terrible, pero todos vivieron con esperanza la noticia de que los italianos estaban negociando un canje de prisioneros. Y así fue como Bob Doyle y los suyos pudieron salir del infierno casi un año después de su llegada a Burgos.
No sucedió lo mismo con Frank Ryan, pese a que el gobierno irlandés hizo lo posible por liberarle aquel mismo año de 1938. En su país natal se realizaron campañas en favor de su liberación, con manifestaciones semanales en las calles de sus principales ciudades. En octubre llegó a Burgos para negociar con los sublevados el ministro de Exteriores, Leopold Kerney. En la negociación llegó a mediar el Vaticano. Frank Ryan era un mito para los irlandeses. Durante sus casi dos años en el penal de Burgos, Ryan demostró carácter de liderazgo. El pintor vasco José Sarriegui, preso en la misma época, trabó amistad con él y siempre guardo un grato recuerdo de aquel hombre caracterizado por su enorme dignidad y una valentía a prueba de bombas. A pesar de las palizas recibidas, jamás humilló la cabeza. Doyle recordaría muchas veces cómo se negó siempre a hacer el saludo fascista. «Frank Ryan siempre se negó, afirmando que sólo obedecería si le pusieran una pistola en la frente».
Finalmente, terminada la guerra española y ya en marcha la contienda mundial, Ryan fue excarcelado. Es a partir de este punto cuando los historiadores no se ponen de acuerdo. Las autoridades franquistas se lo entregaron a los alemanes en Hendaya aunque la versión oficial siempre dijo que había escapado. Según algunas fuentes, fue reclutado por la Abwehr, el servicio de inteligencia nazi, y trasladado a Berlín.
Según esta versión, Ryan trabajó para los alemanes contra Reino Unido en la promesa de éstos de que, si ganaban la guerra, liberarían al pueblo irlandés del yugo británico. Entre 1940 y 1944 Frank Ryan tomó parte de algunas de las operaciones de guerra más importantes y nunca perdió el contacto con sus compañeros en Irlanda, fiel a su ideal antibritánico. Enfermo y solo, Ryan murió en un hospital de Dresde en 1944 después de que la Gestapo le detuviera y le acusara de traición.
Otra de las versiones afirman que su deseo era regresar a Irlanda y que solo la intimidación le habría convencido para ir a Alemania, teniendo algunas personas en Dublín la clave de ello.
Esta versión apunta el posible intento de utilización de Frank para la propaganda de Hitler contra Gran Bretaña.
Según la teoría, se sabe que los alemanes trataban de obtener de Frank su favor con Alemania , algo a lo que él se negó constantemente. Ahora también se sabe que se le permitió vivir con una familia de clase media en Alemania y que murió poco tiempo después.
Finalmente otra de las versiones nos habla de que fue entregado a la Gestapo alemana y de allí ingresado a una prisión.
Las presiones internacionales aumentaron pidiendo su libertad, y el "Comité por la liberación de Frank Ryan" se mantuvo activo durante toda la Segunda Guerra Mundial, creando la esperanza de su pronta liberación.
Pero las torturas de diverso signo hizo que muriera en 1944 en el sanatorio de Dresde donde estaba internado.
En 1979 por petición popular los restos de Frank Ryan fueron trasladados desde Dresde al cementerio de Glasnevin, en Dublín, donde hoy en día reposan.
Sus restos fueron repatriados en 1979 y enterrados finalmente en Dublín.
Referencias usadas:
Ireland and the Spanish Civil War.
Diario de Burgos.
Sociedad Benéfica de Historiadores Aficionados y Creadores.
Wikipedia.
International-Brigades (UK).
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