Ahí va una opción de viaje a Irlanda en el período otoñal, de la mano de expreso :
A menos de tres horas en avión desde la península Ibérica, Irlanda lo tiene todo para una escapada corta en la que el viajero puede descubrir ambientes únicos, poblaciones históricas, rincones literarios y, sobre todo, los motivos por los que sus ciudades bien merecen ser exploradas en cualquier época del año.
Irlanda explota todo su encanto en otoño, una estación mágica para perderse por las calles de la histórica Belfast, de la inspiradora Dublín o de Cork, considerado uno de los lugares más divertidos de la isla Esmeralda. Si sólo en lo que al color verde se refiere Irlanda tiene catalogadas cuarenta tonalidades distintas, imagina la variada oferta de planes de ocio, cultura, espectáculos y momentos inolvidables que este lugar tiene reservados para nosotros.
La vibrante capital de Irlanda es un continuo fluir entre calles empedradas, lugares históricos, festivales, espectáculos y animados pubs que dejan un agradable sabor y mejores recuerdos. No en vano esta ciudad ha inspirado a artistas, escritores, poetas, actores y músicos que han dejado su huella en multitud de rincones por toda la ciudad.
Una buena ruta por Dublín puede empezar por un café en Bewley’s, en Grafton Street, la cafetería más antigua de la capital de Irlanda, o en The Church, la iglesia en la que se casó Arthur Guinness y donde Handel solía tocar el órgano, transformada hoy en un bar único en el que se puede apreciar una buena comida o bebida irlandesa.
Tampoco puede faltar en la guía del viajero un paseo por las calles empedradas de Temple Bar, donde se concentra la animada vida nocturna de la capital de Irlanda y que cada sábado se transforma en tres mercados al aire libre, el agrícola, el mercado de diseño y el de libros.
Disfrutar de una buena pinta en alguno de los animados pubs de esta céntrica zona está considerada una parada obligatoria, igual que en la Guinnes Storehouse, donde se puede conocer todo el proceso de fabricación de la famosa cerveza negra, cuyo recorrido termina en su Gravity Bar con una pinta gratis.
En la guía de los curiosos y los más cinéfilos no debe faltar una visita a la prisión de Kilmainham, donde se puede hacer un recorrido guiado por sus mazmorras, aunque más de un visitante las habrá visto antes en películas como ‘The Italian Job’ o ‘En el nombre del padre’, ya que allí se rodaron muchas de sus escenas.
Y si lo que se busca es una buena ruta cultural, Dublín es la ciudad perfecta. Aquí se pueden visitar impresionantes museos como el de Historia y Arte, en Collins Barracks, o el de Arqueología, en Kildare Street; la galería Hugh Lane con sus obras maestras impresionistas, o la famosa Universidad de Trinity College, donde se puede admirar el Libro de Kells, un manuscrito de 1.200 años de antigüedad.
Para los que quieran conocer el mar irlandés, muy cerca de Dublín se pueden visitar preciosos pueblos costeros, como Howth, Skerries y Malahide, en la costa norte de Dublín, o Dun Loaghaire, Sandycove y Dalkey en la costa sur del condado, a los que se puede llegar a través del DART, el servicio de cercanías, desde el centro de la capital.
Al ritmo de Belfast, una ciudad para la música
La capital de Irlanda del Norte tiene un toque especial y siempre animado. Sus señas de identidad están marcadas por el ritmo de la música, no sólo porque recientemente se hayan celebrado allí los premios europeos de la MTV, sino porque Belfast lleva décadas apostando por este arte, un esfuerzo que se ha traducido en el éxito mundial de muchos de sus artistas actuales y del pasado.
Uno de los recorridos que propone Belfast al visitante es una ruta musical en la que el viajero puede descubrir los lugares en los que crecieron leyendas de la música, abarcando todos los géneros y locales, bajo la huella de artistas como David Holmes, Neil Hannon & The Ulster Orchestra, Rudi, The Undertones, Ash, Therapy, entre otros muchos. Para los que quieren vivir una ‘inmersión’, la lista de conciertos se puede consultar en la web.
Otra de las rutas concebidas que hacen de Belfast una ciudad singular es la literaria, de la que el máximo exponente es CS Lewis, autor de ‘Crónicas de Narnia’ y uno de los mayores genios literarios de Irlanda del Norte.
Este escritor tiene su propio tour en el que el visitante puede conocer su vida, su obra y las influencias que han marcado el mágico mundo de Narnia. No en vano, muchos escenarios de Irlanda del Norte están reflejados en esta famosa obra, como es la Calzada del Gigante o las montañas de Mourne, y muchos rincones de Belfast continúan acercándonos al autor hoy, como Little Tea, la casa de su infancia, o Belmont Tower, que acoge una muestra sobre Lewis.
Esta ciudad también destaca por ser la cuna del Titanic, el barco más famoso del mundo, cuya construcción se llevó a cabo en su puerto hace casi un siglo. Belfast todavía conserva en muchos rincones el testimonio de esta inmensa creación.
El viajero puede descubrirlos a través de un recorrido por los lugares tan representativos como el astillero, la grada y el puerto, e incluso puede realizar un tour guiado por un familiar del ingeniero del barco, cuyo testimonio hace revivir esta apasionante historia. Tal es la importancia del Titanic que la capital de Irlanda del Norte está en una cuenta atrás para la apertura, en abril de 2012, del “Titanic Belfast Experience”, justo en el mismo lugar donde fue construido el barco, en el que se muestra la historia de este barco que desde su construcción, hace casi cien años, no ha perdido magnetismo.
Cork, entre el humor y la elocuencia
La tercera ciudad más grande de la isla, Cork, bien merece un alto en el camino para conocer el sentido del humor de su gente y la divertida propuesta de galerías de arte, festivales y bares que en 2005 le valieron el título de ‘capital cultural’.
Uno de los planes que no deben faltar aquí es una visita a la Torre de la Iglesia de Sta. Anne, cuyas campanas son conocidas como “las mentirosas de cuatro caras”, debido a que sus cuatro relojes casi nunca marcan la misma hora. Los visitantes pueden hacer repicar estas famosas campanas tras ascender 36 metros hasta lo alto de la torre, donde una preciosa vista de la ciudad será la mejor recompensa.
Otra parada obligatoria está en el English Market, un mercado construido en el año 1788 que ofrece una excelente muestra de productos locales como queso, aves, carnes, olivas o pescado. Los que quieran completar esta experiencia gastronómica de lujo no deben perder de vista las pintas de esta ciudad: si Dublín presume de su famosa Guinness, en Cork tienen fama merecida las cervezas Beamish y Murphy’s.
Y si el viajero tiene inquietudes históricas, uno de los sitios más atractivos de Cork es su prisión, donde se puede conocer las distintas etapas de la historia de la ciudad, desde los tiempos de la hambruna hasta la fundación del estado.
Otros encantos que le dan un punto especial a un ‘city break’ en Cork son The Franciscan Well Brewery, que tiene su propia mini fábrica en el que se producen cinco tipos distintos de cerveza; Spailpin Fanac, donde por la noche se puede disfrutar de música irlandesa tradicional en vivo, o la Galería de Arte Lewis Gluksman, declarada “uno de los 1.001 edificios que debes ver antes de morir”.
Y si el viajero desea ampliar sus virtudes no debe dejar de visitar el Castillo de Blarney, a 10 kilómetros de Cork, en cuya parte superior se encuentra un bloque de piedra que, según la leyenda, concede el don de la elocuencia a todo aquel que la besa por la parte de abajo.
Expreso. Redacción. A.R
US Politics And The Abuse Of Language
Hace 5 horas
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