Publicado originalmente en el nº10 de octubre del 2000 de la Revista Ardi Beltza y reproducido posteriormente en mpr21.info:
El IRA tuvo en su mano una grabación realizada el día de la masacre del “Domingo Sangriento” (“Bloody Sunday”) en la que se percibe el grado de euforia de los soldados británicos que tomaron parte en ella.
En la grabación, el general al cargo de la operación se muestra jubiloso por el resultado: 13 muertos (uno más moriría después por heridas ocasionadas) y 13 heridos de bala. El último sumario abierto por estos hechos culminó en 1999 siendo los militares nuevamente absueltos, aunque luego volvió a reabrirse.
La grabación, enviada también al Ministerio de Interior, fue conseguida pinchando físicamente el conducto trasmisor del sistema de comunicación militar. Una de las razones que se barajan de porqué el IRA no mostró estas pruebas con anterioridad es que les interesaba más guardar el anonimato de topos en las barracas militares Victoria y no levantar sospechas.
La versión militar consistió siempre en justificar la matanza argumentando que los soldados abrieron fuego después de ser provocados y atacados por supuestos francotiradores. Nunca existió prueba alguna de que los militares destacados hubieran sido disparados, y no hubo baja alguna.
En una de las conversaciones grabadas, un soldado narra a otro lo sucedido: “En el hospital están sacando los muertos tan rápido como llegan”. Siendo su contestación: “No hay nada malo en eso«. En ella también cita cómo el militar al cargo, el general Ford, se congratulaba de lo sucedido y decía que era “la mejor cosa que he visto en tiempos”. Uno de los paracaidistas participantes en la matanza concluyó: “Bien hecho”, añadiendo después que el mismo general había opinado que “eso es lo que debe pasar”.
En otra parte de las comunicaciones se declara que han tenido “un precioso baño de sangre” y se hace referencia a la conmovedora imagen de un sacerdote sobre un hombre que yacía muerto. También aparece un locutor de la BBC, “impresionado” por el “buen promedio”, de acierto en los disparos, a lo que el otro interlocutor no identificado le contesta que cree que es “una buena costumbre”.
Esta nueva evidencia corrobora antiguas declaraciones del único soldado que confesó que el lugarteniente del batallón informó el día ante de la masacre de algunas directrices, entre ellas su intención de “ir a cargarse unos cuantos”. Este soldado habló de un “extra” en la provisión de munición para aquel día y de que se les había suministrado balas dum-dum, que luego fueron disparadas por la espalda a los manifestantes.
El soldado en cuestión abandonó el Ejército dos años después, tras la experiencia de participar en una matanza en la que “gente normal con las manos en alto era disparada”. Se utilizaron balas de gran velocidad, capaces de atravesar un rail de tren o de matar a una persona después de atravesar a otra.
A lo largo de los años los familiares de las víctimas han continuado luchando intensamente por que se haga justicia. La revisión del caso fue acordada dentro del programa del Partido Laborista para las elecciones y está contemplada dentro del proceso de paz en Irlanda del Norte. El propio Tony Blair ha reconocido que desde el primer juicio surgieron nuevas evidencias que apuntan a la responsabilidad grave del Ejército.
El IRA tuvo en su mano una grabación realizada el día de la masacre del “Domingo Sangriento” (“Bloody Sunday”) en la que se percibe el grado de euforia de los soldados británicos que tomaron parte en ella.
En la grabación, el general al cargo de la operación se muestra jubiloso por el resultado: 13 muertos (uno más moriría después por heridas ocasionadas) y 13 heridos de bala. El último sumario abierto por estos hechos culminó en 1999 siendo los militares nuevamente absueltos, aunque luego volvió a reabrirse.
La grabación, enviada también al Ministerio de Interior, fue conseguida pinchando físicamente el conducto trasmisor del sistema de comunicación militar. Una de las razones que se barajan de porqué el IRA no mostró estas pruebas con anterioridad es que les interesaba más guardar el anonimato de topos en las barracas militares Victoria y no levantar sospechas.
La versión militar consistió siempre en justificar la matanza argumentando que los soldados abrieron fuego después de ser provocados y atacados por supuestos francotiradores. Nunca existió prueba alguna de que los militares destacados hubieran sido disparados, y no hubo baja alguna.
En una de las conversaciones grabadas, un soldado narra a otro lo sucedido: “En el hospital están sacando los muertos tan rápido como llegan”. Siendo su contestación: “No hay nada malo en eso«. En ella también cita cómo el militar al cargo, el general Ford, se congratulaba de lo sucedido y decía que era “la mejor cosa que he visto en tiempos”. Uno de los paracaidistas participantes en la matanza concluyó: “Bien hecho”, añadiendo después que el mismo general había opinado que “eso es lo que debe pasar”.
En otra parte de las comunicaciones se declara que han tenido “un precioso baño de sangre” y se hace referencia a la conmovedora imagen de un sacerdote sobre un hombre que yacía muerto. También aparece un locutor de la BBC, “impresionado” por el “buen promedio”, de acierto en los disparos, a lo que el otro interlocutor no identificado le contesta que cree que es “una buena costumbre”.
Esta nueva evidencia corrobora antiguas declaraciones del único soldado que confesó que el lugarteniente del batallón informó el día ante de la masacre de algunas directrices, entre ellas su intención de “ir a cargarse unos cuantos”. Este soldado habló de un “extra” en la provisión de munición para aquel día y de que se les había suministrado balas dum-dum, que luego fueron disparadas por la espalda a los manifestantes.
El soldado en cuestión abandonó el Ejército dos años después, tras la experiencia de participar en una matanza en la que “gente normal con las manos en alto era disparada”. Se utilizaron balas de gran velocidad, capaces de atravesar un rail de tren o de matar a una persona después de atravesar a otra.
A lo largo de los años los familiares de las víctimas han continuado luchando intensamente por que se haga justicia. La revisión del caso fue acordada dentro del programa del Partido Laborista para las elecciones y está contemplada dentro del proceso de paz en Irlanda del Norte. El propio Tony Blair ha reconocido que desde el primer juicio surgieron nuevas evidencias que apuntan a la responsabilidad grave del Ejército.
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