Desde 'El norte de Irlanda' agradecemos a Eudald el envío de la crónica de opinión, a la que damos difusión:
Por Eudald Vilamajó para Catarsi Magazín (original en Catalá)
18 de Febrero de 2020
Las elecciones irlandesas habían sido los últimos años un mero trámite que situaba a uno de los dos partidos de derechas ante el gobierno. Pero el pasado 8 de febrero, los 26 condados que conforman la República de Irlanda escogían a sus representantes en el Dáil Éireann (Parlamento de la República de Irlanda), en un contexto claramente desfavorable para los dos partidos que hace casi 100 años que se alternan el gobierno de Dublín.
La campaña comenzó hace una década. Una década donde la política irlandesa se ha visto marcada por movilizaciones cada vez más multitudinarias de un carácter marcadamente social y a la izquierda de los dos partidos mayoritarios, entorno a la vivienda, los impuestos, la sanidad, etc .; pero también por un progresivo abandono de los valores conservadores de la iglesia católica, que referéndum tras referéndum perdían en su voluntad de limitar los derechos de mujeres y personas LGTBI, a pesar de tener el apoyo de la mayoría de la cámara baja, a través de los dos partidos de gobierno. Sólo faltaba que se construyese una alternativa que sacara el rédito electoral.
-La pregunta que se hace una nueva generación, que ha dado la confianza al Sinn Féin es: Este entenderá las esperanzas que hay depositadas sobre él para construir una nueva Irlanda?- Tweet
Y el resultado no puede ser más claro, ni más incierto. El Sinn Féin ha ganado las elecciones en número de votos, convirtiéndose en el partido que tiene más diputados en la isla de Irlanda. Pero por otra parte, ni la gobernabilidad de la República de Irlanda, ni la del Estado de Irlanda del Norte están en sus manos.
Y ahora, la pregunta que se hace una nueva generación, que ha dado la confianza al Sinn Féin es: Este entenderá las esperanzas que hay depositadas sobre él para construir una nueva Irlanda? O bien pondrá por delante la entrada a un gobierno y cuotas de poder como han hecho los partidos de izquierdas con representación que la han precedido?
Casi 100 años de bipartidismo de derechas
La política irlandesa de los últimos 100 años viene marcada por el Tratado anglo-irlandés de 1921. Tanto es así, que los dos partidos que se han ido alternando el gobierno de la República de Irlanda, son herederos del enfrentamiento en guerra civil entre favorables y contrarios al tratado: Fine Gael y Fianna Fáil respectivamente - acuerdo que dividía la isla de Irlanda en los dos Estados que conocemos actualmente, y que acababa con las ansias de libertad del pueblo irlandés.
Desde el fin de la guerra civil (1922-1923), el gobierno de la República de Irlanda ha ido pasando de manos de Fine Gael, económicamente hablando, con un talante más conservador, velando por intereses de terratenientes y grandes empresarios y con buena sintonía con los gobiernos británicos; a manos del Fianna Fáil, que implementaba políticas más liberales; privilegiando pequeños empresarios e intereses estadounidenses. Desde entonces, el motivo que les había llevado a una guerra civil se convirtió en secundario, y entre los dos grandes partidos parecía que hubiera un pacto de Estado de no hablar de la reunificación de Irlanda.
Otras políticas comunes, que también se podrían elevar a pactos de Estado han sido el apoyo a la Iglesia católica, en su mayoría en detrimento a los derechos de las mujeres; y la no defensa de los intereses de la clase trabajadora. Cualquier mejora que pudieran obtener como trabajadoras y / o como mujeres era un efecto colateral: más vinculado a la organización sindical y popular que el voto a partidos más minoritarios como el Labour Party, Progressive Democrats o Green Party.
Celtic Tiger (Tigre Celta)
El contexto de estas elecciones no se puede entender sin el Celta Tiger (1995-2007), supuestamente el periodo de esplendor de la economía irlandesa. Durante este periodo la República de Irlanda crece gracias a una serie de políticas liberales - puestas en marcha por los gobiernos del Fianna Fáil, y seguidas por los pocos intervalos en que gobernó el Fine Gael -, que tenían como base común una mínima intervención del Estado. El bajo impuesto de sociedades y el Social Partnership - acuerdo entre gobierno, sindicatos y empresarios para abolir el derecho a huelga -, facilitaron que se instalaran multinacionales en tierra irlandesa; y la permisividad de las políticas de construcción atraía a muchos inversores a especular con la vivienda.
En 10 años el paro bajó del 18% al 4% y la clase trabajadora irlandesa ganó poder adquisitivo que les permitió contratar seguros sanitarios privados, hipotecarse para comprar pisos haciendo crecer la burbuja inmobiliaria, etc. Mientras tanto, los sucesivos gobiernos se encargaban de desmantelar lo que quedaba del Estado de bienestar irlandés; potenciando el que se ha llamado Charity Ideology: que relega el cuidado de los más vulnerables a familiares - principalmente mujeres - y a las organizaciones no gubernamentales.
-El choque de una generación que ha visto el colapso de Irlanda con sus ojos se hace esperar más que en otros lugares de Europa- tweet
El nacimiento de una nueva cultura política en Irlanda
A finales de 2007 estalla la burbuja inmobiliaria y se produce un éxodo de empresas multinacionales, fruto de nuevos intereses geopolíticos y de la búsqueda de sueldos más bajos provocando una crisis económica que volverá a disparar los índices de paro y a reducir la renta per cápita media; esto evidencia la pérdida de derechos sociales y laborales que habían significado el desmantelamiento del Estado de bienestar y el Social Partnership respectivamente.
Las primeras recetas de la Troika, ya las conocemos: rescate de bancos, austeridad, etc. En la sociedad irlandesa, una sociedad dócil, se permiten el lujo de ir más allá, intentando cargar de impuestos a las clases populares. Y no se equivocan, los primeros años la respuesta es inexistente, el choque de una generación que ha visto el colapso de Irlanda con sus ojos y que ha sentido el estrangulamiento de las políticas de austeridad en sus cuerpos se hace esperar más que en otros lugares de Europa.
La vulnerabilidad y desprotección que sentían las más jóvenes se iba quedando atrás a partir de una fecha, de una movilización, de la primera movilización que llegaba a los 100.000 manifestantes. Gente de áreas rurales, gente de zonas deprimidas se unieron en Dublín para cuestionar un impuesto sobre el consumo de un recurso básico como es el agua, que era el inicio de la privatización de esta; a partir de esta manifestación se popularizó el boicot a la instalación de los contadores. Una nueva cultura política estaba naciendo.
Aquel malestar, con poca representación institucional, que había podido frenar al Fine Gael y el Labour Party en la privatización del agua, dio esperanza a una nueva generación. Esperanza y fuerza para cuestionar que los valores conservadores de la Iglesia católica, pilares de la sociedad irlandesa, continuaran siendo representativos de esta; primero poniendo en la agenda política los derechos de las personas LGTBI, que culminaban en un referéndum que con una amplia victoria permitirían el casamiento entre parejas del mismo sexo; después recuperando las historias de Savita Halappanavar - que murió porque se le negó el derecho a abortar a pesar de saber que la madre podía morir y la vida de la criatura era inviable - y tantas otras mujeres, para poner el derecho a decidir de las mujeres sobre su propio cuerpo, ganando una vez más un referéndum en contra los poderes fácticos en Irlanda y los dos principales partidos.
-En las últimas décadas, ha tenido lugar el despertar de la izquierda irlandesa que había sido enterrada por la inacción y pactos de los sindicatos y partidos con el poder- tweet
En las últimas décadas pues, se han sucedido plataformas en contra la especulación y en defensa de derechos básicos como la vivienda, movilizaciones en contra el cambio climático, consultas entorno a impuestos que afectaban principalmente a las clases trabajadoras, reivindicaciones para hacer referéndums , boicots, etc. Ha tenido lugar el despertar de la izquierda irlandesa que había sido enterrada por la inacción y pactos de los sindicatos y partidos de izquierda con el poder; se ha producido el despertar de una generación que ha sido maltratada. Y todas estas experiencias de autoorganización mayoritariamente huérfanos de representación institucional han construido una nueva cultura política.
El análisis de las elecciones, la juventud y la clase como indicadores del cambio en Irlanda
Estas victorias puntuales y el hecho de situar algunos temas incómodos para los dos partidos de la derecha irlandesa en la agenda política, ha hecho que en estos años de lucha, los activistas de la izquierda hayan conseguido una tímida representación en los ayuntamientos e, incluso, en el Parlamento; algunos presentándose como independientes - el sistema electoral irlandés de listas abiertas permite no adscribirse a ningún partido - y otros bajo alguna coalición que va desde el centro izquierda, como el Green Party, hasta propuestas de la izquierda más anticapitalista como People Before Profit.
Pero no es hasta estas elecciones que el resultado ha sido más claro. Irlanda gira hacia la izquierda. Los dos partidos de derechas que se han alternado la gobernanza de la República de Irlanda no llegan al 50% de los votos, no tienen suficientes escaños para formar gobierno y están huérfanos de representación en alguna de las circunscripciones; tres hechos inéditos. Además, la transferencia de votos - el sistema electoral permite que si un candidato queda eliminado o supera el umbral para ser elegido, los votos sobrantes se transfieran a los candidatos que sus electores han marcado como segunda preferencia - entre las izquierdas es más clara que nunca.
Un análisis más detallado de las elecciones también señala que esta tendencia se ha producido más acentuadamente entre los menores de 35 años, donde los partidos del amplio abanico de las izquierdas supera el 60% (sumando Sinn Féin, Green Party, People Before Profit y Social Demócratas), mientras que los dos partidos, hasta ahora mayoritarios, apenas pasan el 30%. Y quien más beneficiado sale de la apuesta de la juventud por un cambio y la ilusión de una vida digna es el Sinn Féin, que en esta franja de edad obtiene un porcentaje de voto que casi supera la suma de los porcentajes obtenidos por el Fianna Fáil y Fine Gael.
- La nueva cultura política que tenía la autoorganización como práctica y bandera pues, se ha vuelto a ilusionar con una contienda electoral - tweet
También es destacable el análisis de clase, que apunta que el Sinn Fein ha obtenido una tercera parte de los votos de la clase trabajadora irlandesa; sin fractura, desde parados y clase trabajadora que bordea el umbral de la pobreza, hasta trabajadores cualificados; casi atrapando el porcentaje que suman los dos partidos de derechas. Y que éste sólo empieza a decaer en las llamadas clases medias, donde se ve superado por otros partidos de izquierdas, como el Green Party; y donde la suma de los partidos de izquierdas no superan los votos obtenidos por la derecha.
La nueva cultura política que tenía la autoorganización como práctica y bandera pues, se ha vuelto a ilusionar con una contienda electoral; y ha conseguido situar a activistas encuadrados en diferentes partidos políticos y coaliciones electorales de la izquierda en el parlamento de la República de Irlanda, pero esto no resuelve la pregunta de por qué ha sido el Sinn Féin quien se ha llevado la parte más grande del pastel; consiguiendo traducir el descontento con los partidos de derechas y el afán de cambio en votos a sus candidatos.
Las claves de la victoria del Sinn Féin
Así es, 2 años atrás nadie habría creído que el Sinn Féin pudiera ganar las elecciones en la República de Irlanda. Por dos factores importantes: su vínculo con el IRA y el conflicto norirlandés, como han recordado elecciones tras elecciones los partidos mayoritarios en la República, que incluso se atrevían a encasillarlo como un partido del norte de Irlanda, un partido foráneo; y su apuesta por la reunificación de Irlanda, que partidos de la izquierda habían catalogado de nacionalismo rancio, intentando ubicar el partido como un agente de la vieja política y ridiculizarlo cuestionando que tuvieran una propuesta socio-económica. Seguramente, viendo las incoherencias del partido cuando se comparan las propuestas que hacen al norte y sur de la frontera - por ejemplo en términos económicos, donde han llegado a proponer bajar el impuesto de sociedades en el norte de Irlanda, y subirlo al sur -; y el rol jugado tanto en los años de conflicto armado como en el proceso de paz - siendo capaces de justificar cualquier práctica o pacto político por el bien de la Paz -, ninguna de las dos críticas parecen muy alejadas de la realidad.
La apuesta del Sinn Fein sin embargo ha sido la de demostrar que son mucho más que estas caricaturas del partido: que sus candidatos son activistas, y que tienen más que ver con la nueva política que con los partidos de gobierno; que tienen propuestas políticas más allá de la reunificación de Irlanda y que se pueden significar para estas; y que detrás de los pesos pesados del partido hay nuevos talentos, personas jóvenes que pueden disputar el relato cuando se les da un espacio, convencer e ilusionar.
Por un lado, para liderar el partido y la campaña han escogido perfiles vinculados a las luchas emergentes. Como la nueva presidenta del partido Mary Lou McDonald, una europarlamentaria que había hecho campaña en los referendos a favor del matrimonio entre dos personas del mismo sexo y el aborto; Pearse Doherty, un activista con mucho peso en Donegal por su implicación en la lucha contra los impuestos sobre los suministros básicos y Eoin Ó Broin, un escritor y activista por la vivienda. En el caso del Sinn Fein el precio a pagar ha sido sustituir al líder histórico del partido Gerry Adams - poco representante de la nueva política y muy ligado al norte de Irlanda y al conflicto armado.
Y por otro lado, consecuentemente con este cambio, han centrado su campaña en los aspectos en que este perfil más activista del Sinn Fein se sentía cómodo: el sistema de salud pública, el cambio climático, el 'sin-hogarismo', la política de impuestos, etc . Esta campaña marcadamente social, no sólo permitió al Sinn Féin dejar en segundo término el debate sobre la reunificación de Irlanda - que lo ha normalizado hasta el punto que actualmente se da por supuesto que el día que el norte de Irlanda esté preparado para hacer y ganar un referéndum, también se hará en el sur, donde seguro que habrá una mayoría favorable -, sino que también pudo definir propuestas sociales que le situarían como un agente de la izquierda con una posición privilegiada frente a los partidos de gobierno , tanto los mayoritarios de la derecha, como partidos de la izquierda que habían cogido responsabilidades de gobierno con anterioridad.
- El otro escenario que parece que también beneficiaría al Sinn Fein es la repetición de elecciones - tweet
Más allá de una buena elección de candidatos, provenientes del activismo y de saber definir su programa social, enmarcándose a la izquierda; estos días también se ha señalado que la no renuncia a su marca para sumarse a una coalición electoral, a los ojos de los votantes más inestable; y la crítica y distancia que han cogido con los partidos que han tenido responsabilidades de gobierno han sido las claves de su victoria.
La elección del Sinn Féin, poder o, acompañar el giro a la izquierda
El aspecto que ha quedado más abierto es la gobernabilidad. En un sistema electoral como el irlandés con listas abiertas y transferencias de votos más allá de una buena campaña te puede jugar a favor o en contra la aritmética electoral. Este sistema provocó que a pesar de ganar las elecciones el Sinn Fein haya obtenido menos diputados que el Fianna Fáil; y se ha especulado mucho que si el partido republicano hubiera presentado más candidatos habría podido sacar más diputados. Es muy incierto, porque la transferencia de votos en algunas circunscripciones ha dejado fuera al partido mayoritario para presentar mas candidatos y que la división de votos les haya jugado una mala pasada.
La realidad es que tenemos un parlamento donde se necesitan 80 diputados para tener una mayoría sólida, y los dos partidos históricos del bipartidismo irlandés, Fianna Fáil y Fine Gael enfrentados desde la Guerra Civil, han obtenido 38 y 35 diputados respectivamente, y no suman aunque quisieran; necesitarían un mínimo de 7 independientes para poder hacer una gran coalición de Estado, que sólo apuntalan al Sinn Féin como partido de la oposición y le dejaría en una posición aún más privilegiada en las próximas elecciones. El otro escenario que parece que también beneficiaría al Sinn Fein es la repetición de elecciones.
En un parlamento tan fragmentado los movimientos que se hagan a partir de ahora son ya una campaña electoral - se repitan las elecciones o sea una legislatura larga - y una declaración de intenciones; más que una opción real de construir un gobierno sólido. Los 37 diputados del Sinn Fein le permiten tanto formar parte de un gobierno con uno de los dos grandes partidos de derechas - opción que parece descartada por Fine Gael y difícil con Fianna Fáil que no quieren situar en el imaginario irlandés al Sinn Fein como un partido que puede asumir el gobierno de la República -; como liderar un gobierno de izquierdas, que a pesar de parecer inestable, puede ayudar a revertir las políticas de austeridad y acompañar a la construcción de un polo de izquierdas en la República.
- La pregunta que quedará resuelta en los próximos días es si el Sinn Féin apostará por aferrarse al poder o seguirá el ejemplo de los activistas, ahora portavoces y candidatos, a quien da miedo la idea de gobernar con FF o FG - tweet
¿Referéndum, una Irlanda reunificada y de izquierdas?
El debate del Sinn Féin no condicionará sólo al nuevo gobierno de la República de Irlanda, sino al polo que se está construyendo desde la izquierda. Un gobierno con la derecha que ha sido históricamente el gobierno puede ser la enésima decepción con el papel de los partidos de izquierdas en las instituciones; mientras que el viraje a la izquierda del Sinn Fein puede consolidar un polo creciente que acompañe desde las instituciones al contrapoder construido desde la calle. La pregunta que quedará resuelta en los próximos días es si el Sinn Féin apostará por aferrarse al poder, siguiendo el camino del norte de Irlanda - donde forzado en gran parte por la estrategia que han tenido en relación al proceso de paz han conformado gobiernos tecnócratas - o seguirá el ejemplo de los activistas, ahora portavoces y candidatos, a quien da miedo la idea de gobernar con FF o FG.
Por otra parte, aunque no ha sido central durante la campaña, pero es un aspecto que estará en el centro de la agenda política en los próximos meses. No sólo porque el Sinn Fein haya sido el proyecto político preferido por las irlandesas e irlandeses; ni por el hecho de que un 77% de los irlandeses del sur de la frontera (40% en el norte, aunque el 60% quiere que se haga el referéndum) apoyen la reunificación; sino también por el impacto que tendrá el Brèxit en la isla. Ahora mismo parece que la opción acordada es una frontera dura entre las dos islas y dejar la frontera entre el norte y sur de Irlanda tal como está - opción que más gusta a los nacionalistas ingleses, poco interesados en el norte de Irlanda, como Boris Jonhson y que parece que habría pactado con Leo Varadkar (Fine Gael) -; pero también se había puesto sobre la mesa una frontera dura entre norte y sur, incluso, planteando establecer una zona deshabitada de más de 10km a lo largo de la frontera - que parece que ha quedado totalmente descartada -; o una frontera dura de las dos islas con Europa.
Es evidente que, como las políticas de austeridad impuestas por la Troika, cualquiera de las opciones son en mayor o menor medida un cuestionamiento de la soberanía irlandesa. Dado que ya hace unos años que en pueblos de los condados irlandeses de un lado y otro de la frontera se han organizado para hacer consultas populares - con el espejo de las consultas que se celebraron en Cataluña (2009) -, un escenario probable es que acabe refrendando a nivel de Irlanda alguna de los efectos del Brèxit - como ya se hizo con la Constitución Europea y con los Tratados de Niza y Lisboa -. El peso del Sinn Fein y las protestas populares, en este contexto favorable - sobre todo teniendo en cuenta que en un periodo máximo de cuatro años (el llamado período de transición) el parlamento del norte de Irlanda deberá decidir si acepta el Brèxit o por el contrario quiere continuar en la UE -, pueden pues situar otra vez el referéndum sobre la reunificación de Irlanda, habrá suficiente valentía? Se podrá poner el debate sobre la soberanía sobre la mesa ahora al norte y sur de la frontera?
Estas elecciones nos dejan con la sensación de estar en un nuevo paradigma en la isla de Irlanda; unas elecciones que podrían haber sido un puro trámite para cambiar un partido que llevaba ya demasiados años en el gobierno, Fine Gael, por otro que ya hacía tiempo que no estaba, Fianna Fáil; pueden haberse convertido en un empujón hacia una Irlanda reunificada y socialmente justa. Estará el Sinn Fein a la altura? O tendremos que confiarlo todo a la calle después de una enésima decepción con las izquierdas cuando se acercan al poder?.
Por Eudald Vilamajó para Catarsi Magazín (original en Catalá)
18 de Febrero de 2020
Las elecciones irlandesas habían sido los últimos años un mero trámite que situaba a uno de los dos partidos de derechas ante el gobierno. Pero el pasado 8 de febrero, los 26 condados que conforman la República de Irlanda escogían a sus representantes en el Dáil Éireann (Parlamento de la República de Irlanda), en un contexto claramente desfavorable para los dos partidos que hace casi 100 años que se alternan el gobierno de Dublín.
La campaña comenzó hace una década. Una década donde la política irlandesa se ha visto marcada por movilizaciones cada vez más multitudinarias de un carácter marcadamente social y a la izquierda de los dos partidos mayoritarios, entorno a la vivienda, los impuestos, la sanidad, etc .; pero también por un progresivo abandono de los valores conservadores de la iglesia católica, que referéndum tras referéndum perdían en su voluntad de limitar los derechos de mujeres y personas LGTBI, a pesar de tener el apoyo de la mayoría de la cámara baja, a través de los dos partidos de gobierno. Sólo faltaba que se construyese una alternativa que sacara el rédito electoral.
-La pregunta que se hace una nueva generación, que ha dado la confianza al Sinn Féin es: Este entenderá las esperanzas que hay depositadas sobre él para construir una nueva Irlanda?- Tweet
Y el resultado no puede ser más claro, ni más incierto. El Sinn Féin ha ganado las elecciones en número de votos, convirtiéndose en el partido que tiene más diputados en la isla de Irlanda. Pero por otra parte, ni la gobernabilidad de la República de Irlanda, ni la del Estado de Irlanda del Norte están en sus manos.
Y ahora, la pregunta que se hace una nueva generación, que ha dado la confianza al Sinn Féin es: Este entenderá las esperanzas que hay depositadas sobre él para construir una nueva Irlanda? O bien pondrá por delante la entrada a un gobierno y cuotas de poder como han hecho los partidos de izquierdas con representación que la han precedido?
Casi 100 años de bipartidismo de derechas
La política irlandesa de los últimos 100 años viene marcada por el Tratado anglo-irlandés de 1921. Tanto es así, que los dos partidos que se han ido alternando el gobierno de la República de Irlanda, son herederos del enfrentamiento en guerra civil entre favorables y contrarios al tratado: Fine Gael y Fianna Fáil respectivamente - acuerdo que dividía la isla de Irlanda en los dos Estados que conocemos actualmente, y que acababa con las ansias de libertad del pueblo irlandés.
Desde el fin de la guerra civil (1922-1923), el gobierno de la República de Irlanda ha ido pasando de manos de Fine Gael, económicamente hablando, con un talante más conservador, velando por intereses de terratenientes y grandes empresarios y con buena sintonía con los gobiernos británicos; a manos del Fianna Fáil, que implementaba políticas más liberales; privilegiando pequeños empresarios e intereses estadounidenses. Desde entonces, el motivo que les había llevado a una guerra civil se convirtió en secundario, y entre los dos grandes partidos parecía que hubiera un pacto de Estado de no hablar de la reunificación de Irlanda.
Otras políticas comunes, que también se podrían elevar a pactos de Estado han sido el apoyo a la Iglesia católica, en su mayoría en detrimento a los derechos de las mujeres; y la no defensa de los intereses de la clase trabajadora. Cualquier mejora que pudieran obtener como trabajadoras y / o como mujeres era un efecto colateral: más vinculado a la organización sindical y popular que el voto a partidos más minoritarios como el Labour Party, Progressive Democrats o Green Party.
Celtic Tiger (Tigre Celta)
El contexto de estas elecciones no se puede entender sin el Celta Tiger (1995-2007), supuestamente el periodo de esplendor de la economía irlandesa. Durante este periodo la República de Irlanda crece gracias a una serie de políticas liberales - puestas en marcha por los gobiernos del Fianna Fáil, y seguidas por los pocos intervalos en que gobernó el Fine Gael -, que tenían como base común una mínima intervención del Estado. El bajo impuesto de sociedades y el Social Partnership - acuerdo entre gobierno, sindicatos y empresarios para abolir el derecho a huelga -, facilitaron que se instalaran multinacionales en tierra irlandesa; y la permisividad de las políticas de construcción atraía a muchos inversores a especular con la vivienda.
En 10 años el paro bajó del 18% al 4% y la clase trabajadora irlandesa ganó poder adquisitivo que les permitió contratar seguros sanitarios privados, hipotecarse para comprar pisos haciendo crecer la burbuja inmobiliaria, etc. Mientras tanto, los sucesivos gobiernos se encargaban de desmantelar lo que quedaba del Estado de bienestar irlandés; potenciando el que se ha llamado Charity Ideology: que relega el cuidado de los más vulnerables a familiares - principalmente mujeres - y a las organizaciones no gubernamentales.
-El choque de una generación que ha visto el colapso de Irlanda con sus ojos se hace esperar más que en otros lugares de Europa- tweet
El nacimiento de una nueva cultura política en Irlanda
A finales de 2007 estalla la burbuja inmobiliaria y se produce un éxodo de empresas multinacionales, fruto de nuevos intereses geopolíticos y de la búsqueda de sueldos más bajos provocando una crisis económica que volverá a disparar los índices de paro y a reducir la renta per cápita media; esto evidencia la pérdida de derechos sociales y laborales que habían significado el desmantelamiento del Estado de bienestar y el Social Partnership respectivamente.
Las primeras recetas de la Troika, ya las conocemos: rescate de bancos, austeridad, etc. En la sociedad irlandesa, una sociedad dócil, se permiten el lujo de ir más allá, intentando cargar de impuestos a las clases populares. Y no se equivocan, los primeros años la respuesta es inexistente, el choque de una generación que ha visto el colapso de Irlanda con sus ojos y que ha sentido el estrangulamiento de las políticas de austeridad en sus cuerpos se hace esperar más que en otros lugares de Europa.
La vulnerabilidad y desprotección que sentían las más jóvenes se iba quedando atrás a partir de una fecha, de una movilización, de la primera movilización que llegaba a los 100.000 manifestantes. Gente de áreas rurales, gente de zonas deprimidas se unieron en Dublín para cuestionar un impuesto sobre el consumo de un recurso básico como es el agua, que era el inicio de la privatización de esta; a partir de esta manifestación se popularizó el boicot a la instalación de los contadores. Una nueva cultura política estaba naciendo.
Aquel malestar, con poca representación institucional, que había podido frenar al Fine Gael y el Labour Party en la privatización del agua, dio esperanza a una nueva generación. Esperanza y fuerza para cuestionar que los valores conservadores de la Iglesia católica, pilares de la sociedad irlandesa, continuaran siendo representativos de esta; primero poniendo en la agenda política los derechos de las personas LGTBI, que culminaban en un referéndum que con una amplia victoria permitirían el casamiento entre parejas del mismo sexo; después recuperando las historias de Savita Halappanavar - que murió porque se le negó el derecho a abortar a pesar de saber que la madre podía morir y la vida de la criatura era inviable - y tantas otras mujeres, para poner el derecho a decidir de las mujeres sobre su propio cuerpo, ganando una vez más un referéndum en contra los poderes fácticos en Irlanda y los dos principales partidos.
-En las últimas décadas, ha tenido lugar el despertar de la izquierda irlandesa que había sido enterrada por la inacción y pactos de los sindicatos y partidos con el poder- tweet
En las últimas décadas pues, se han sucedido plataformas en contra la especulación y en defensa de derechos básicos como la vivienda, movilizaciones en contra el cambio climático, consultas entorno a impuestos que afectaban principalmente a las clases trabajadoras, reivindicaciones para hacer referéndums , boicots, etc. Ha tenido lugar el despertar de la izquierda irlandesa que había sido enterrada por la inacción y pactos de los sindicatos y partidos de izquierda con el poder; se ha producido el despertar de una generación que ha sido maltratada. Y todas estas experiencias de autoorganización mayoritariamente huérfanos de representación institucional han construido una nueva cultura política.
El análisis de las elecciones, la juventud y la clase como indicadores del cambio en Irlanda
Estas victorias puntuales y el hecho de situar algunos temas incómodos para los dos partidos de la derecha irlandesa en la agenda política, ha hecho que en estos años de lucha, los activistas de la izquierda hayan conseguido una tímida representación en los ayuntamientos e, incluso, en el Parlamento; algunos presentándose como independientes - el sistema electoral irlandés de listas abiertas permite no adscribirse a ningún partido - y otros bajo alguna coalición que va desde el centro izquierda, como el Green Party, hasta propuestas de la izquierda más anticapitalista como People Before Profit.
Pero no es hasta estas elecciones que el resultado ha sido más claro. Irlanda gira hacia la izquierda. Los dos partidos de derechas que se han alternado la gobernanza de la República de Irlanda no llegan al 50% de los votos, no tienen suficientes escaños para formar gobierno y están huérfanos de representación en alguna de las circunscripciones; tres hechos inéditos. Además, la transferencia de votos - el sistema electoral permite que si un candidato queda eliminado o supera el umbral para ser elegido, los votos sobrantes se transfieran a los candidatos que sus electores han marcado como segunda preferencia - entre las izquierdas es más clara que nunca.
Un análisis más detallado de las elecciones también señala que esta tendencia se ha producido más acentuadamente entre los menores de 35 años, donde los partidos del amplio abanico de las izquierdas supera el 60% (sumando Sinn Féin, Green Party, People Before Profit y Social Demócratas), mientras que los dos partidos, hasta ahora mayoritarios, apenas pasan el 30%. Y quien más beneficiado sale de la apuesta de la juventud por un cambio y la ilusión de una vida digna es el Sinn Féin, que en esta franja de edad obtiene un porcentaje de voto que casi supera la suma de los porcentajes obtenidos por el Fianna Fáil y Fine Gael.
- La nueva cultura política que tenía la autoorganización como práctica y bandera pues, se ha vuelto a ilusionar con una contienda electoral - tweet
También es destacable el análisis de clase, que apunta que el Sinn Fein ha obtenido una tercera parte de los votos de la clase trabajadora irlandesa; sin fractura, desde parados y clase trabajadora que bordea el umbral de la pobreza, hasta trabajadores cualificados; casi atrapando el porcentaje que suman los dos partidos de derechas. Y que éste sólo empieza a decaer en las llamadas clases medias, donde se ve superado por otros partidos de izquierdas, como el Green Party; y donde la suma de los partidos de izquierdas no superan los votos obtenidos por la derecha.
La nueva cultura política que tenía la autoorganización como práctica y bandera pues, se ha vuelto a ilusionar con una contienda electoral; y ha conseguido situar a activistas encuadrados en diferentes partidos políticos y coaliciones electorales de la izquierda en el parlamento de la República de Irlanda, pero esto no resuelve la pregunta de por qué ha sido el Sinn Féin quien se ha llevado la parte más grande del pastel; consiguiendo traducir el descontento con los partidos de derechas y el afán de cambio en votos a sus candidatos.
Las claves de la victoria del Sinn Féin
Así es, 2 años atrás nadie habría creído que el Sinn Féin pudiera ganar las elecciones en la República de Irlanda. Por dos factores importantes: su vínculo con el IRA y el conflicto norirlandés, como han recordado elecciones tras elecciones los partidos mayoritarios en la República, que incluso se atrevían a encasillarlo como un partido del norte de Irlanda, un partido foráneo; y su apuesta por la reunificación de Irlanda, que partidos de la izquierda habían catalogado de nacionalismo rancio, intentando ubicar el partido como un agente de la vieja política y ridiculizarlo cuestionando que tuvieran una propuesta socio-económica. Seguramente, viendo las incoherencias del partido cuando se comparan las propuestas que hacen al norte y sur de la frontera - por ejemplo en términos económicos, donde han llegado a proponer bajar el impuesto de sociedades en el norte de Irlanda, y subirlo al sur -; y el rol jugado tanto en los años de conflicto armado como en el proceso de paz - siendo capaces de justificar cualquier práctica o pacto político por el bien de la Paz -, ninguna de las dos críticas parecen muy alejadas de la realidad.
La apuesta del Sinn Fein sin embargo ha sido la de demostrar que son mucho más que estas caricaturas del partido: que sus candidatos son activistas, y que tienen más que ver con la nueva política que con los partidos de gobierno; que tienen propuestas políticas más allá de la reunificación de Irlanda y que se pueden significar para estas; y que detrás de los pesos pesados del partido hay nuevos talentos, personas jóvenes que pueden disputar el relato cuando se les da un espacio, convencer e ilusionar.
Por un lado, para liderar el partido y la campaña han escogido perfiles vinculados a las luchas emergentes. Como la nueva presidenta del partido Mary Lou McDonald, una europarlamentaria que había hecho campaña en los referendos a favor del matrimonio entre dos personas del mismo sexo y el aborto; Pearse Doherty, un activista con mucho peso en Donegal por su implicación en la lucha contra los impuestos sobre los suministros básicos y Eoin Ó Broin, un escritor y activista por la vivienda. En el caso del Sinn Fein el precio a pagar ha sido sustituir al líder histórico del partido Gerry Adams - poco representante de la nueva política y muy ligado al norte de Irlanda y al conflicto armado.
Y por otro lado, consecuentemente con este cambio, han centrado su campaña en los aspectos en que este perfil más activista del Sinn Fein se sentía cómodo: el sistema de salud pública, el cambio climático, el 'sin-hogarismo', la política de impuestos, etc . Esta campaña marcadamente social, no sólo permitió al Sinn Féin dejar en segundo término el debate sobre la reunificación de Irlanda - que lo ha normalizado hasta el punto que actualmente se da por supuesto que el día que el norte de Irlanda esté preparado para hacer y ganar un referéndum, también se hará en el sur, donde seguro que habrá una mayoría favorable -, sino que también pudo definir propuestas sociales que le situarían como un agente de la izquierda con una posición privilegiada frente a los partidos de gobierno , tanto los mayoritarios de la derecha, como partidos de la izquierda que habían cogido responsabilidades de gobierno con anterioridad.
- El otro escenario que parece que también beneficiaría al Sinn Fein es la repetición de elecciones - tweet
Más allá de una buena elección de candidatos, provenientes del activismo y de saber definir su programa social, enmarcándose a la izquierda; estos días también se ha señalado que la no renuncia a su marca para sumarse a una coalición electoral, a los ojos de los votantes más inestable; y la crítica y distancia que han cogido con los partidos que han tenido responsabilidades de gobierno han sido las claves de su victoria.
La elección del Sinn Féin, poder o, acompañar el giro a la izquierda
El aspecto que ha quedado más abierto es la gobernabilidad. En un sistema electoral como el irlandés con listas abiertas y transferencias de votos más allá de una buena campaña te puede jugar a favor o en contra la aritmética electoral. Este sistema provocó que a pesar de ganar las elecciones el Sinn Fein haya obtenido menos diputados que el Fianna Fáil; y se ha especulado mucho que si el partido republicano hubiera presentado más candidatos habría podido sacar más diputados. Es muy incierto, porque la transferencia de votos en algunas circunscripciones ha dejado fuera al partido mayoritario para presentar mas candidatos y que la división de votos les haya jugado una mala pasada.
La realidad es que tenemos un parlamento donde se necesitan 80 diputados para tener una mayoría sólida, y los dos partidos históricos del bipartidismo irlandés, Fianna Fáil y Fine Gael enfrentados desde la Guerra Civil, han obtenido 38 y 35 diputados respectivamente, y no suman aunque quisieran; necesitarían un mínimo de 7 independientes para poder hacer una gran coalición de Estado, que sólo apuntalan al Sinn Féin como partido de la oposición y le dejaría en una posición aún más privilegiada en las próximas elecciones. El otro escenario que parece que también beneficiaría al Sinn Fein es la repetición de elecciones.
En un parlamento tan fragmentado los movimientos que se hagan a partir de ahora son ya una campaña electoral - se repitan las elecciones o sea una legislatura larga - y una declaración de intenciones; más que una opción real de construir un gobierno sólido. Los 37 diputados del Sinn Fein le permiten tanto formar parte de un gobierno con uno de los dos grandes partidos de derechas - opción que parece descartada por Fine Gael y difícil con Fianna Fáil que no quieren situar en el imaginario irlandés al Sinn Fein como un partido que puede asumir el gobierno de la República -; como liderar un gobierno de izquierdas, que a pesar de parecer inestable, puede ayudar a revertir las políticas de austeridad y acompañar a la construcción de un polo de izquierdas en la República.
- La pregunta que quedará resuelta en los próximos días es si el Sinn Féin apostará por aferrarse al poder o seguirá el ejemplo de los activistas, ahora portavoces y candidatos, a quien da miedo la idea de gobernar con FF o FG - tweet
¿Referéndum, una Irlanda reunificada y de izquierdas?
El debate del Sinn Féin no condicionará sólo al nuevo gobierno de la República de Irlanda, sino al polo que se está construyendo desde la izquierda. Un gobierno con la derecha que ha sido históricamente el gobierno puede ser la enésima decepción con el papel de los partidos de izquierdas en las instituciones; mientras que el viraje a la izquierda del Sinn Fein puede consolidar un polo creciente que acompañe desde las instituciones al contrapoder construido desde la calle. La pregunta que quedará resuelta en los próximos días es si el Sinn Féin apostará por aferrarse al poder, siguiendo el camino del norte de Irlanda - donde forzado en gran parte por la estrategia que han tenido en relación al proceso de paz han conformado gobiernos tecnócratas - o seguirá el ejemplo de los activistas, ahora portavoces y candidatos, a quien da miedo la idea de gobernar con FF o FG.
Por otra parte, aunque no ha sido central durante la campaña, pero es un aspecto que estará en el centro de la agenda política en los próximos meses. No sólo porque el Sinn Fein haya sido el proyecto político preferido por las irlandesas e irlandeses; ni por el hecho de que un 77% de los irlandeses del sur de la frontera (40% en el norte, aunque el 60% quiere que se haga el referéndum) apoyen la reunificación; sino también por el impacto que tendrá el Brèxit en la isla. Ahora mismo parece que la opción acordada es una frontera dura entre las dos islas y dejar la frontera entre el norte y sur de Irlanda tal como está - opción que más gusta a los nacionalistas ingleses, poco interesados en el norte de Irlanda, como Boris Jonhson y que parece que habría pactado con Leo Varadkar (Fine Gael) -; pero también se había puesto sobre la mesa una frontera dura entre norte y sur, incluso, planteando establecer una zona deshabitada de más de 10km a lo largo de la frontera - que parece que ha quedado totalmente descartada -; o una frontera dura de las dos islas con Europa.
Es evidente que, como las políticas de austeridad impuestas por la Troika, cualquiera de las opciones son en mayor o menor medida un cuestionamiento de la soberanía irlandesa. Dado que ya hace unos años que en pueblos de los condados irlandeses de un lado y otro de la frontera se han organizado para hacer consultas populares - con el espejo de las consultas que se celebraron en Cataluña (2009) -, un escenario probable es que acabe refrendando a nivel de Irlanda alguna de los efectos del Brèxit - como ya se hizo con la Constitución Europea y con los Tratados de Niza y Lisboa -. El peso del Sinn Fein y las protestas populares, en este contexto favorable - sobre todo teniendo en cuenta que en un periodo máximo de cuatro años (el llamado período de transición) el parlamento del norte de Irlanda deberá decidir si acepta el Brèxit o por el contrario quiere continuar en la UE -, pueden pues situar otra vez el referéndum sobre la reunificación de Irlanda, habrá suficiente valentía? Se podrá poner el debate sobre la soberanía sobre la mesa ahora al norte y sur de la frontera?
Estas elecciones nos dejan con la sensación de estar en un nuevo paradigma en la isla de Irlanda; unas elecciones que podrían haber sido un puro trámite para cambiar un partido que llevaba ya demasiados años en el gobierno, Fine Gael, por otro que ya hacía tiempo que no estaba, Fianna Fáil; pueden haberse convertido en un empujón hacia una Irlanda reunificada y socialmente justa. Estará el Sinn Fein a la altura? O tendremos que confiarlo todo a la calle después de una enésima decepción con las izquierdas cuando se acercan al poder?.
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