El candidato laborista por la circunscripción de Dublín Central Sur se hizo socialista en África. Eric Byrne se había formado como carpintero y se fue en autostop a Sudáfrica, regresando de la misma manera unos años después. Trabajó en barriadas negras de Johanesburgo y al regresar a casa se afilió al Sinn Féin marxistizante del que se habían marchado los 'provisionales' del Norte.
Se casó con la mujer con la que vive, una profesora judía, en un matrimonio que entonces no estaba bien visto por la Iglesia católica a la que pertenecía, y hacía obras en las casas de lo que llama con humor «la rama intelectual del Sinn Féin». Encontró un trabajo en el Ayuntamiento y con el paso del tiempo se convirtió en encargado de supervisar las obras de las contratas. Fue elegido concejal y ha representado al distrito durante treinta años.
Ha sido diputado, dos veces, y ha perdido el escaño una vez por cinco votos y otra por 66. Por eso, aunque los sondeos dicen que Byrne será elegido, él no da nada por seguro. A las once ha quedado con tres colegas de partido frente al hospital pediátrico en Crumlin Road para iniciar la segunda ronda diaria de 'canvassing', la campaña del candidato llamando a las puertas de los electores.
En las últimas cinco semanas, Eric y sus compinches han hecho una ronda a las 8.30 concentrada en padres y madres que llevan a sus hijos a la escuela. A las 11.00, a las 14.00 y a las 18.00 han hecho rondas puerta a puerta en áreas específicas. Ha acudido a varios debates entre los candidatos locales. Tiene 63 años y despliega la energía que suelen mostrar grandes hombres de negocios a su edad cuando están en la cresta de la ola.
Pero, durante hora y media recorriendo el polígono Mary Aitkenhead, el signo más aparente de egotismo es la frase con la que se despide de los vecinos de este bloque de viviendas sociales que apropiadamente lleva el nombre de la fundadora de las Hermanas de la Caridad. «Nos vemos el viernes. Y vota al Partido Laborista. ¡Eric Byrne, número uno!», les dice.
Orden de preferencias
Irlanda tiene un sistema electoral en el que cada votante marca la papeleta con la lista de candidatos señalando el orden de sus preferencias. Los escaños se asignan cuando los votos en primera preferencia alcanzan una cuota porcentual y luego se van añadiendo segundas, terceras... preferencias. Ese sistema hace que que Byrne insista en que le marquen con el número uno para ahorrarse recuentos más arriesgados.
El sistema permite también que se metan en el Parlamento diputados independientes. Los sondeos dicen que el 15% de los electores van a votar mañana por independientes, que con frecuencia, y más en esta ocasión, hacen campañas con el reclamo de que ellos no son políticos.
-¿De qué son independientes? -se encrespa Byrne-. La esencia de la democracia son partidos políticos, estructuras políticas y programas políticos.
Los independientes y el sistema electoral que los favorece son vistos ahora como fuente de corrupción e ineficacia del sistema político que ha llevado a Irlanda a esta crisis, porque logran sus escaños prometiendo beneficios locales muy concretos. Como el sistema no suele ofrecer mayorías absolutas, los gobiernos quedan a menudo vulnerables al pacto con estos independientes que dependen de su red local de influencias.
Algunos vecinos de este bloque de viviendas sociales también piden al candidato laborista algún favor personal. Una vecina le dice que hacen falta cámaras de seguridad en la parte de atrás de la fábrica que encajona el barrio para detectar a los ladrones. Otra, con aire destartalado y bromista, dice mientras espera en su puerta: «Ah, sí, voy a hablar con él, a ver si me da unas pelas». Aquí, la tarea del candidato es convencer a los vecinos de que vayan a votar.
Lo que les propone este 'político a ras de tierra', como él mismo se define, es un pacto con el partido más derechista y liberal de Irlanda para formar un Gobierno de coalición, que es lo que predicen los sondeos. Hay que votar laborista, según Eric Byrne, para que Fine Gael no obtenga mayoría absoluta y no pueda hacer lo que es necesario hacer a una velocidad excesiva.
-Necesitamos un Parlamento de patriotas. Porque vamos a hacer mucho daño en los primeros cinco años, pero desde la cenizas crearemos los cimientos de la nueva República.
Byrne, carpintero de profesión y capaz de levantar, si no una nueva República, al menos una casa entera desde sus cimientos, no construyó ninguna durante la burbuja inmobiliaria, no hizo compraventas ni operaciones financieras, vive en la casa donde ha vivido siempre. ¿Por qué este socialista quiere ahora que quienes se comportaron como él paguen más impuestos o sufran recortes de servicios para amortizar el delirio capitalista de otros? No responde directamente a la cuestión ética pero enumera los problemas que la justifican: un préstamo de la UE y el FMI que habrá que renegociar porque en esos términos hunde a Irlanda, un déficit que hay que reducir, enormes pagos al Ayuntamiento ya atrasados por alquileres de viviendas públicas o recogida de basuras.
-Temo que, si Fine Gael gobierna en solitario, si en esta circunscripción la gente se queda sin trabajo, sin seguridad social, sin protección, lo inevitable sería un período de alienación social que podría degenerar en violencia, dice Eric Byrne. Ha tomado una sopa y un café -otro café- y le esperan sus compañeros de la ronda de las dos de la tarde.
y otro de EFE para ABC de Javier Aja: Javier Aja Dublín, 24 feb (EFE).- Al líder del Partido Laborista, Eamon Gilmore, no le gusta que le recuerden que comenzó su carrera política en grupos próximos al Ejército Republicano Irlandés (IRA), más aún cuando la formación opta a formar parte del Gobierno irlandés tras las elecciones generales de este viernes.
Aunque todos los partidos importantes de este país, de alguna manera, tienen sus orígenes en el movimiento republicano, fundador del Estado irlandés, el de Gilmore se remonta solo a principios de la pasada década de los setenta.
No parece que le viniera mal cierta aura de radicalismo, sobre todo porque ha hecho campaña presentándose como única alternativa a las dos grandes formaciones irlandesas, el partido gobernante por excelencia, el Fianna Fáil (FF), y el principal partido de la oposición, el conservador Fine Gael (FG).
La realidad es que estos tres partidos se han repartido el Gobierno del país, ya sea en coalición o en solitario, desde que Irlanda se independizó del Reino Unido en 1921.
Gilmore, de 55 años de edad, estudió psicología en la University Galway College, al oeste de Irlanda, donde se afilió en 1975 al "Republican Club", la rama estudiantil del partido Sinn Féin Oficial (OSF), considerado como el brazo político del IRA Oficial, de ideología marxista.
Dos años después, el OSF cambió su nombre por el de Sinn Féin Partido de los Trabajadores (SFWP) y en 1982 pasó a conocerse solo como Partido de los Trabajadores (WP).
El líder laborista ha insistido en diferentes entrevistas con los medios en que no recuerda con exactitud si el WP era aún parte del Sinn Féin Oficial o estaba ya en proceso de separación cuando él ingresó en el Partido de los Trabajadores.
Gilmore obtuvo su escaño en el Parlamento de Dublín (Dáil) en 1989 como miembro del WP, partido que abandonó en 1992 para formar junto a otros cinco correligionarios la formación Izquierda Democrática (DL).
En las filas del DL formó parte del llamado "Gobierno de coalición del arco iris" con el FG entre 1994 y 1997, periodo durante el que sirvió como secretario de Estado en el ministerio de Asuntos Marítimos.
En 1999 volvió a buscar aliados en la izquierda irlandesa para integrar al DL en el Partido Laborista, del que es líder desde 2002.
Para alguno de sus rivales, la falta de memoria sobre sus orígenes demuestra que Gilmore intenta "reinventar" su carrera política, mientras que otros van más allá y sugieren, incluso, que pudo ser miembro del IRA Oficial.
Es el caso de Gerry Adams, el presidente del Sinn Fein, considerado como el brazo político del ya inactivo IRA Provisional, la escisión del IRA Oficial, durante el conflicto armado en la isla.
La pertenencia o no de Adams al IRA, negada de nuevo por éste durante la campaña electoral, llevó al dirigente republicano a perder los nervios en un debate con un candidato laborista, a quien recomendó que trasladase la misma pregunta a Gilmore.
Los observadores no creen que estas acusaciones veladas hayan hecho mella en su popularidad, aunque en apenas dos semanas, Gilmore ha pasado de ser el político más valorado del país a ocupar la tercera posición, por detrás de los líderes del FG y FF, Enda Kenny y Michéal Martin, respectivamente.
Colaboradores próximos admiten que no ha actuado con contundencia en los debates televisados, al tiempo que la campaña del partido ha sido errática, con ataques, primero, y acercamientos, después, al FG, su socio natural para acceder al poder.
Aunque las encuestas mantienen al Partido Laborista en una cómoda segunda posición, la diferencia radica ahora en que Gilmore ya no tiene crédito electoral para disputarle a Kenny el puesto de "Taoiseach" (primer ministro). EFE
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