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jueves, 29 de septiembre de 2011

Diles que son cadáveres de Jordi Soler

Aqui tenemos una novela ambientada en el norte de Irlanda, que Soler nos describe desde su experiencia propia cuando estuvo en Dublín, en la embajada mexicana.

El libro ronda los 18 euros y tiene 224 páginas.

Según nos informa Jose Oliva (EFE) en ABC:

Barcelona, 28 sep (EFE).- Tras escribir una trilogía narrativa sobre la Guerra Civil española, el escritor hispanomexicano Jordi Soler reivindica en su última novela, "Diles que son cadáveres", "la importancia de las cosas inútiles", ha dicho el autor, que rinde homenaje a uno de sus poetas de formación, Antonin Artaud.

"Diles que son cadáveres" narra el viaje a Irlanda del Norte que en los años 80 realizan un diplomático, un homosexual escéptico, un poeta irlandés y un viejo millonario a bordo de la furgoneta oficial de la embajada mexicana en busca del bastón de San Patricio que supuestamente había devuelto en 1937 el poeta francés Artaud en una de sus fases de locura.

Dice Jordi Soler en una entrevista concedida a Efe que la novela, publicada por Mondadori, "está hecha con elemento en desuso: un poeta francés, que es gente a la que ya nadie hace ningún caso; y un diplomático, que es una carrera al borde de la extinción; y un grupo de personas que salen a buscar una reliquia, otra cosa en desuso".

Además, añade, todos los personajes de la novela resuelven sus temas en bares y buscan la iluminación alcohólica, algo también inusual, "porque hoy ya no se bebe, ni se lee ni se escribe poesía, ni se persiguen reliquias".

La historia nació de la propia experiencia de Soler, que estuvo trabajando como agregado cultural en la embajada de México en Dublín, y allí se encontró con la historia de Artaud y su paso por Irlanda y le pareció "un motivo muy literario para escribir una novela".

Confiesa Soler que frecuenta desde muy joven a Artaud y lo ha ido releyendo con los años y "ahora más con esta novela", y paralelamente al libro ha realizado una antología de poemas de Artaud, nunca traducidos al castellano. que está previsto que publique Debate.

Remarca el autor de "La fiesta del oso" que el propósito de la novela es "resaltar la importancia de las cosas inútiles", pues "la poesía no sirve para nada, y por eso es lo más importante. Las cosas que sirven para algo sirven exclusivamente para eso. La poesía es un arte que nos puede iluminar todo el tiempo".

Escribir sobre un poeta y de una gente que seguía su poesía es el eje inicial de la novela, que combina con el deseo de escribir con un fondo irlandés en el que situar una aventura.

Su experiencia en la embajada de Dublín ha permitido al escritor "detallar toda la mecánica de la diplomacia cultural" y, asegura, "las desgracias del agregado cultural se parecen mucho a las mías, pero el de la novela tiene otro destino, otra vida, otras compulsiones".

La trilogía anterior ("Los rojos de ultramar", "La última hora del último día" y "La fiesta del oso") ha situado a Soler en la nómina de autores de la guerra civil, aunque, advierte, "tengo cuatro novelas anteriores que no tienen nada que ver".

Sobre el tema de la Guerra Civil española considera el autor hispanomexicano que ya ha dicho lo que quería decir y "ahora quiero escribir de otras cosas".

En cualquier caso, a Soler le interesa "cómo están escritas las novelas", más que las cosas que cuentan.

La segunda parte de la novela, que evoca la historia de la furgoneta en la que viajan esos "locos" tras el bastón, recuerda, a juicio del escritor, "aquel viaje en el que Allen Ginsberg, Timothy Leary y Ken Kesey, hasta las cejas de droga, buscaban una cosa ideal. Quizá la respuesta estaba en el viaje, hacia un lugar indeterminado".

Conforme la locura de su admirado Artaud va contaminando a los personajes, su conducta y su destino va cambiando y "al mismo tiempo la prosa va enloqueciendo, hasta el punto de que en la última página ya no hay ni signos de puntuación".

El título "Diles que son cadáveres" alude a una frase que decía Artaud cuando se hartaba del mundillo social literario parisino: "Era como un insulto literario para no enviarlos a la mierda". EFE.

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