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martes, 10 de abril de 2018

20 años del Acuerdo de Viernes Santo

Hoy es un día en el que se podrán encontrar multitud de opiniones sobre el Acuerdo de Viernes Santo, desde ''El Norte de Irlanda'' reflejamos la fecha por su simbolismo, y damos paso a una serie de puntos de vista del mismo, no sin antes dejaros un enlace que desarrolla los puntos claves de dicho acuerdo (pinchad aquí) ... en vuestra mano está ver en que situación están los Seis Condados ocupados 20 años después. Como siempre rogamos una lectura crítica.

Desde El Periodico lo ven así:

El conocido como acuerdo del Viernes Santo supuso el final de veinte años de un conflicto armado en un rincón de Europa que se saldó con la muerte de 3.500 personas y al menos 47.000 heridos. La guerra del Ulster, que enfretó a grupos paramilitares protestantes unionistas -probritánicos- y católicos republicanos -favorables a la reunificación de la isla de Irlanda- ha dejado una profunda huella en esta región en la que todavía perdura la desconfianza, a pesar de que tanto un lado como el otro han compartido gobierno y parlamento durante este largo periodo de paz.
Los muros que todavía se mantienen en el ciudad de Belfast son una prueba de lo que falta todavía para llegar a una reconciliación duradera entre las dos comunidades. Ahora, algunas de estas divisiones de hormigón son visitadas por los turistas, como el que separa el barrio católico de Falls Road del protestante de Shankill Road. Los guía aprovechan para explicar a los visitantes la historia de los dos distritos durante el conflicto según el punto de vista de un lado o del otro.

Peadar Whelan, por ejemplo, no deja de mostrar a sus clientes los graffitis que decoran el muro de la banda católica y en particular el de Bobby Sands, el miembro de IRA que murió en prisión tras una huelga de hambre de 66 días. Whelan explica que conoció a Sands en al prisíón. El ahora guía turístico pasó 16 años por intentar matar a una policía británico. Del otro lado del muro el guía es Noel Large, otro exconvicto por acción armada y que perteneció al gurpo paramilitar Fuerza Voluntaria del Ulster. Large es de lo que piensa que a pesar de que Irlanda del Norte ha encontrado la paz, todavía no ha llegado la "reconciliación". Opinión en la que coincide desde el otro lado del muro Whelan, para quien si bien "la guerra ha acabado, la gente sigue "inquieta" por la posibilidad de que vuelvan los enfrentamientos.

Cita histórica en Downing Street

A pesar de los resquemores, son pocos los que no reconocen el éxito que supuso el pacto al que se llegó el 10 de abril de 1998. Un acuerdo que se alcanzó en unas negociaciones salpicadas de hitos históricos. No solo se logró sentar en una misma mesa al entonces Gerry Adams, líder del Sein Féin, brazo político de IRA, y a David Trimble, máximo responsable en esos años del mayoritario Partido Unionista del Ulster (UUP, en sus siglas en inglés). También y por primera vez desde que Michael Collins aceptara en 1921 la división de Irlanda, dos líderes republicanos de Irlanda del Norte, Adams y su número dos, el fallecido Martin McGuinness, pisaron Dowing Street, donde fueron recibidos por el que era primer ministro británico, Tony Blair. Fue el 13 de octubre de 1997.
En las negociaciones tuvieron papel clave no solo Blair y su homólogo irlandés Bertie Ahern, sino también el entonces presidente de EEUU, Bill Clinton. El mediador en las negociaciones fue el senador estadounidense, George Mitchell, quien esa tarde lluviosa de hace viente años se dirigió a los medios de comunicación que hacian guardia frente al castillo de Stormont, en Belfast, sede del parlamento regional y de las conversaciones, para pronunciar la frase esperada: "me complace anunciar que se ha llegado a un acuerdo".
La cohabitación política durante los años posteriores a la firma no ha sido fácil. De hecho, Irlanda de Norte carece de gobierno desde hace 15 meses, después de que en enero del 2017 saltara  por los aires el Ejecutivo autónomo que compartían desde hacía diez años el Sinn Féin y el Partido Unionista Democrático (PUD).  A pesar de la falta de Gobierno y del 'brexit' a la vuelta de la esquina que amenza con restablecer una fronter estricta en Irlanda del Norte, la celebración por esto viente años de paz va a ser por todo lo alto.

Desde Información dicen lo siguiente:


Los educadores en Irlanda tienen la obligación de recordar la historia del conflicto en la isla a una generación de jóvenes que ha crecido al abrigo de un exitoso, pero frágil, proceso de paz, nacido hace 20 años con la firma del Acuerdo del Viernes Santo, explica a Efe el académico Conor Mulvagh.

Mulvagh imparte en la Universidad de la Ciudad de Dublín (UCD) un curso sobre la historia de Irlanda del Norte, desde la partición de la isla y la creación de la provincia británica en 1921 hasta el presente.

Ofrece así una visión de los orígenes del conflicto y del tortuoso camino democrático iniciado hace dos décadas con el fin de la violencia y la formación de un Ejecutivo autónomo de poder compartido entre protestantes y católicos, amenazado ahora por una parálisis de gobierno que dura ya más de un año y por el "brexit".

"Por ello, el principal punto que suelo destacar es que el acuerdo no produjo un arreglo definitivo, no fue el fin de la historia, sino que inició un proceso todavía en marcha, aunque en ausencia de las atrocidades del pasado", explica Mulvagh.

Irlanda del Norte, recuerda, está aún profundamente dividida y la educación en primaria y secundaria, por ejemplo, todavía se estructura en torno a centros mayoritariamente protestantes o católicos.

"La paz, realmente, llega despacio. Quedan grupos armados que cometen atentados y organizaciones paramilitares implicadas en actividades delictivas", dice en referencia a los disidentes del ya inactivo Ejército Republicano Irlandés (IRA), opuestos al proceso de paz, y a las bandas lealistas probritánicas.

También cuenta a sus estudiantes que, a pesar de su enorme valor, el acuerdo del Viernes Santo "dio prioridad a la paz frente al establecimiento de una democracia funcional".

El sistema electoral, basado en el cálculo de D'Hondt, reparte los votos de manera proporcional, lo que "ha beneficiado a los partidos radicales", al tiempo que se les obliga a compartir gobierno, una "anormalidad respecto a otras democracias europeas", según Mulvagh.

Este es el escenario sobre el que operan el ultraconservador y probritánico Partido Democrático Unionista (DUP) y el nacionalista Sinn Féin -antiguo brazo político del IRA-, principales representantes de sus respectivas comunidades e incapaces de limar sus diferencias desde la caída del Ejecutivo hace 14 meses.

"En los últimos años, se ha gestado, quizá, una crisis de legitimidad por el hecho de que las instituciones políticas no se han desarrollado normalmente. Ese argumento no solo sale del DUP, sino de otros sectores también", señala el académico.

Los partidos no se ponen de acuerdo sobre cuestiones de identidad cultural, de derechos de las minorías (matrimonio homosexual, aborto) y sobre los mecanismos para esclarecer los crímenes cometidos por todas las partes durante el pasado conflicto.

El 'brexit' amenaza con restablecer una frontera estricta entre las dos Irlandas

A esta mezcla explosiva se ha añadido el veneno del "brexit", que amenaza con restablecer una frontera estricta entre las dos Irlandas, cuya desaparición con el proceso de paz ha traído prosperidad y ha ayudado a la reconciliación en la isla.

La mayoría del electorado norirlandés rechazó ese divorcio en el referéndum celebrado en mayo de 2016, a pesar de contar con el apoyo del DUP, socio ahora de la primera ministra británica, la conservadora Theresa May, quien necesita a los unionistas para gobernar en minoría tras las elecciones de 2017.

El DUP, partidario de un "brexit duro", se ha envalentonado y empieza a cuestionar la validez de las instituciones forjadas por el Viernes Santo para gobernar la provincia.

Los republicanos, dicen los unionistas, ven la salida del Reino Unido de la UE como una oportunidad para romper el país y convocar en un futuro próximo una consulta sobre la reunificación de Irlanda, como permite el acuerdo de paz si se dan ciertas condiciones.

El Gobierno de poder compartido entre DUP y Sinn Féin funcionó desde su formación en 2007 gracias a la complicidad que tuvieron los ministros principales Ian Paisley y su sucesor Peter Robinson con su adjunto, el excomandante del IRA Martin McGuinness.

Dos meses antes de su muerte en marzo de 2017, McGuinness hizo caer el Ejecutivo dirigido por Arlene Foster por un escándalo financiero del DUP y, desde entonces, todas las negociaciones para restaurarlo han fracasado.
Sin esos dirigentes experimentados más la baja de Gerry Adams, quien abandonó la presidencia del Sinn Féin el pasado enero, una nueva generación de líderes deben solucionar cuanto antes la situación, advierte Mulvagh.
Como Foster, la nueva presidenta del Sinn Féin, la dublinesa Mary Lou McDonald, y la líder del partido en el norte, Michelle O'Neill, vivieron el conflicto, pero nunca participaron en la lucha armada, una ventaja para conectar con las nuevas generaciones o una traba que les impide adoptar, quizá, la flexibilidad y capacidad de compromiso de sus predecesores.

"Aunque imperfecto, no podemos olvidar que el Viernes Santo trajo una paz sustancial. Es importante recordárselo a los más jóvenes porque cuando escuchan que el acuerdo sacrificó la democracia por la paz pueden tomar ese mensaje de una manera simplista e ignorar el profundo efecto que tuvo", concluye Mulvagh.

Finalmente desde La Rioja lo analizan así:


Jarrea sobre las calles, es jueves y David Hilditch, diputado autonómico desde 1998, tendría que estar a esta hora de la mañana en la Asamblea o en camino hacia el portentoso edificio que la aloja en Stormont. Dimensiones imperiales, piedra blanca de Portland, en su fachada seis columnas como condados tiene Irlanda del Norte, la estatua de 'Britannia' con su tridente sobre el frontón. Pero no hay Asamblea ni Gobierno autonómico desde hace más de un año, así que Hildich, de 55 años, está en su oficina de Carrickfergus, a pocos metros del castillo construido durante la invasión normanda, al final del siglo XII. Hilditch votó 'no' al Acuerdo de Belfast, que diseñó las instituciones, en el referéndum de 1998. En esta comarca, Antrim Este, todos sus diputados son unionistas probritánicos.
«Había algunos aspectos del acuerdo que no encajaban en mis creencias, como las influencias exteriores, el papel que tendrían los consejeros...», explica. El Partido Democrático Unionista (DUP) al que pertenece fue fundado por un predicador presbiteriano, Ian Paisley, y se apartó de la negociación cuando el Gobierno de Londres incluyó en la mesa al Sinn Féin de Gerry Adams, asociado con el IRA.

Con una participación que no se ha repetido, 81%, el acuerdo para restaurar la autonomía y crear un Gobierno regional compartido fue apoyado por el 71% de los votantes de Irlanda del Norte y rechazado por el 29%. En el sur, en la república de Éire, la participación fue menor, pero la reforma constitucional prometida en el Acuerdo de Belfast fue respaldada por más del 94% de los votantes.

LAS CLAVES

El proceso se convirtió en ejemplo que Oriente Próximo, Colombia o País Vasco han querido imitar Dublín y Londres apostaron por liderar una negociación constitucional y de desarme Desde aquel pacto la autonomía se desarrolló y colapsó, y ramificaciones del IRA aún se mantienen.


No solo logró en las urnas una legitimidad inédita en la historia política de la isla de Irlanda. El proceso que desembocó en aquel acuerdo, un Viernes Santo, 10 de abril -mañana hará veinte años-, y llevó a la pacificación imperfecta de una región convulsa y a la creación de instituciones mixtas se convirtió en un modelo que políticos en el País Vasco, Oriente Próximo o Colombia han querido imitar.

La negociación del Acuerdo de Viernes Santo no tuvo lugar en el imponente edificio de la Asamblea sino en uno próximo, construido por arquitectos funcionarios en los años sesenta. Jonathan Powell, mano derecha de Tony Blair, lo describe con crudeza: «Paneles de formica astillados o desmoronados, un laberinto de pasillos anónimos y, tras meses se negociación, apestaba a sudor y a comida rancia».

Dos gobiernos

El furibundo Paisley no estaba presente desde el verano, pero el también unionista y premio Nobel de la Paz David Trimble no dirigió la palabra a Gerry Adams ni una sola vez, las memorias de los presentes recuerdan episodios en los que se estuvo cerca de los puñetazos, y la mayoría de los negociadores pasó 48 horas sin dormir antes de garabatear su firma en la historia europea. Cuando salieron del edificio para anunciar el final feliz, se desató una granizada bíblica.
Entre los múltiples relatos de aquellas jornadas, la memoria de Powell, 'Great Hatred, Little Room' (Grandes odios, poco espacio), y la exhaustiva biografía de David Trimble, 'Himself Alone'(Él solo), por Dean Godson, permiten reconstruir, a pesar de las versiones contradictorias de algunos episodios, los trazos decisivos de aquella celebración local e internacional. Los primeros ministros, Bertie Ahern y Tony Blair, anclaron la voluntad de acuerdo. Eran pragmáticos, no acarreaban bagaje ideológico sobre el pasado, contaban con mayorías que les permitieron arriesgar. La clave del modelo irlandés es la convergencia de dos gobiernos comprometidos, con la ayuda ocasional del presidente Bill Clinton, en liderar una negociación constitucional y de desarme.

Trimble y Blair lograron que Dublín recortase su larga lista de entes y áreas de colaboración entre norte y sur -embriones de la unidad política de la isla-, que Ahern exigía para renunciar a la reclamación del territorio del norte en la Constitución irlandesa de 1937. Esos entes norte-sur han colaborado para obtener fondos de la UE, para construir un centro único de atención al autismo, han mejorado el tren que une Belfast y Dublín...

El Partido Unionista del Ulster de Trimble no quería un Ejecutivo autonómico y prefería que se gobernara por comités, para no presidir un Gabinete con consejeros de Sinn Féin. Pero cedió a la exigencia de Gobierno compartido del Partido Socialdemócrata y Laborista, del también Nobel, John Hume. Veinte años después, se enumeran logros autonómicos como el nuevo distrito del Titanic, en Belfast, el aumento del turismo, transporte gratuito a los mayores, recetas gratuitas...

El apartado de orden público y pacificación desestabilizó las instituciones una y otra vez. La reforma radical de la Policía regional que había batallado contra el IRA agravió a los unionistas. Trimble logró que Blair le firmara una carta asegurando que los diputados de Sinn Féin no podrían estar en el Gobierno si el IRA no iniciaba su desarme. Adams logró la promesa de que los presos saldrían de las cárceles en dos años, pero aplazó el desarme.

Cuestión de confianza

La autonomía comenzó y colapsó. Hubo más negociaciones y más crisis, los partidos de Trimble y Hume se hundieron, el DUP emergió como el más votado, el IRA se desarmó, Paisley y el exlíder del IRA, Martin McGuinness, desplegaron asombrosa armonía como líderes del Ejecutivo compartido... Y en el contexto ya confuso del 'brexit', las instituciones colapsaron de nuevo, en enero de 2017, por iniciativa de Sinn Féin, y el DUP se ha negado a restaurarlas por la exigencia de una ley de promoción del gaélico irlandés.

Owen Patterson, que como ministro británico de Irlanda del Norte creyó que la amnistía española de 1977 podía ser un ejemplo a seguir, dice ahora que el Acuerdo de Viernes Santo «ha pasado ya su fecha de caducidad». Ed Moloney, autor de obras incisivas sobre la historia del IRA, escribe que se inventó para acabar con el IRA y los lealistas, y que ya está enterrado, como otros acuerdos de la historia norirlandesa.

El diputado David Hildich reconoce que la mayor dificultad es la confianza. Recuerda que los republicanos han dicho a menudo que «cada palabra en irlandés es una bala en la lucha por la unidad de Irlanda». Pero espera que se pueda reconstruir la autonomía. Enraizado en lo local, dice que los diputados logran que los funcionarios hagan lo que interesa a los vecinos. Y se ruboriza cuando se le pregunta qué hará si en las próximas semanas les retiran el salario a los políticos vacantes del majestuoso palacio de Stormont.

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