A las 02:15 horas del 6 de diciembre de 1921 los delegados irlandeses y el gobierno británico firmaron el tratado por el que se reconocía la 'independencia' política a 26 Condados de Irlanda dentro de la Commonwealth, por lo que los vínculos con Gran Bretaña no se disolvían del todo. El gobierno británico quería así poner fin a la pesadilla interna que vivía desde que en enero de 1919 se hubiese desatado una guerra de liberación en toda regla en la isla, que apoyaba mayoritariamente la separación de Gran Bretaña. En el nuevo estado no se incluyeron seis de los nueve condados de Úlster en los que la mayoría protestante era favorable a mantener el vínculo con Londres.
El tratado establecía que el nuevo Estado Libre de Irlanda formaría parte de la futura Commonwealth británica, con la misma categoría que Canadá o Australia, por lo que la jefatura del Estado seguiría estando en el Rey de Inglaterra. Asimismo, la Corona británica estaría representada en el nuevo Estado por un Gobernador General, y los miembros del Parlamento irlandés tendrían que jurar lealtad a la monarquía británica. Aunque este convenio hacía inevitable la división de Irlanda, el punto clave de la disputa sobre el Tratado fue el rechazo a los símbolos de la monarquía de Gran Bretaña.
Los partidarios del acuerdo, cuyos líderes eran Arthur Griffith y Michael Collins, señalaban que los términos ofrecidos eran los mejores que se habían propuesto hasta ese momento. Este sector reconocía que el Tratado no recogía todas las demandas por las que se había luchado durante la guerra contra el Reino Unido, pero brindaba una oportunidad para conseguir un mayor grado de libertad posteriormente. A su juicio, la oposición al pacto implicaría un nuevo conflicto armado contra los británicos que el Ejército Republicano Irlandés (IRA) no conseguiría ganar. El documento se debatió desde el 14 de diciembre de 1921 hasta el 7 de enero de 1922, fecha en la que fue aprobado por un escaso margen: 67 votos frente a 57.
Este resultado ocasionó la división del Sinn Féin y del IRA en dos grupos, uno contrario al Tratado Anglo-irlandés y otro favorable. Las negociaciones para lograr la reunificación del movimiento se prolongaron durante seis meses, pero ambas posturas seguían siendo irreconciliables. Así pues, estalló una guerra civil a finales de junio de 1922.
El tratado establecía que el nuevo Estado Libre de Irlanda formaría parte de la futura Commonwealth británica, con la misma categoría que Canadá o Australia, por lo que la jefatura del Estado seguiría estando en el Rey de Inglaterra. Asimismo, la Corona británica estaría representada en el nuevo Estado por un Gobernador General, y los miembros del Parlamento irlandés tendrían que jurar lealtad a la monarquía británica. Aunque este convenio hacía inevitable la división de Irlanda, el punto clave de la disputa sobre el Tratado fue el rechazo a los símbolos de la monarquía de Gran Bretaña.
Los partidarios del acuerdo, cuyos líderes eran Arthur Griffith y Michael Collins, señalaban que los términos ofrecidos eran los mejores que se habían propuesto hasta ese momento. Este sector reconocía que el Tratado no recogía todas las demandas por las que se había luchado durante la guerra contra el Reino Unido, pero brindaba una oportunidad para conseguir un mayor grado de libertad posteriormente. A su juicio, la oposición al pacto implicaría un nuevo conflicto armado contra los británicos que el Ejército Republicano Irlandés (IRA) no conseguiría ganar. El documento se debatió desde el 14 de diciembre de 1921 hasta el 7 de enero de 1922, fecha en la que fue aprobado por un escaso margen: 67 votos frente a 57.
Este resultado ocasionó la división del Sinn Féin y del IRA en dos grupos, uno contrario al Tratado Anglo-irlandés y otro favorable. Las negociaciones para lograr la reunificación del movimiento se prolongaron durante seis meses, pero ambas posturas seguían siendo irreconciliables. Así pues, estalló una guerra civil a finales de junio de 1922.
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