Hoy, en esta fecha tan simbólica (aniversario de la ejecución de Connolly) pongo un artículo de Sam Robson publicado originariamente en el Diario En lucha;
Aunque la valentía de la insurrección nunca ha sido cuestionada, otros aspectos de los acontecimientos sí han provocado debates que van al fondo de qué significa una revolución, el papel del partido y el sindicato o cómo luchar por la independencia de una nación oprimida.
Connolly escribió en 1910 que “sólo la clase trabajadora es el heredero incorruptible de la lucha por la libertad de Irlanda”. En 1916 incluso aconsejó a sus seguidores que si ganaban, que mantuvieran sus armas porque no se fiaba de la gente con quien se aliaban.
Romanticismo
Pero a la vez, en su obra principal, Historia de la clase obrera irlandesa, argumentaba que la vida irlandesa genuina de antes del dominio británico y, por tanto, el nacionalismo irlandés de verdad, era en su esencia comunal y sin propiedad privada.
También creía que no había posibilidades de crecimiento del capitalismo irlandés, lo cual llevaría al nacionalismo inevitablemente a posiciones revolucionarias. En esta situación, el trabajo de las mujeres y hombres socialistas consistiría en enfatizar la afinidad entre el nacionalismo y el socialismo para ganar a gente republicana al último.
Por tanto, aunque Connolly criticaba duramente el nacionalismo burgués, lo hizo por su papel como traidor histórico del supuesto verdadero nacionalismo. Nunca desarrolló una crítica sostenida del nacionalismo en sí, como movimiento que nació y creció con la burguesía, y que en el fondo representaba las aspiraciones del capitalismo irlandés.
De ahí su acomodación al republicanismo con todas sus consecuencias. Entre ellas que aceptara, en contra de sus principios, una insurrección organizada a espaldas de la clase trabajadora, lo cual contribuyó a la derrota, aislando a la insurgencia.
En la práctica, intentar atraer a sectores del republicanismo hacia el socialismo sin discutir con ellos sobre la diferencia entre las dos tradiciones, permitió el crecimiento de organizaciones republicanas, mientras la de Connolly, y las posibilidades de una liberación de la clase trabajadora, perdieron peso.
Aunque la valentía de la insurrección nunca ha sido cuestionada, otros aspectos de los acontecimientos sí han provocado debates que van al fondo de qué significa una revolución, el papel del partido y el sindicato o cómo luchar por la independencia de una nación oprimida.
Connolly escribió en 1910 que “sólo la clase trabajadora es el heredero incorruptible de la lucha por la libertad de Irlanda”. En 1916 incluso aconsejó a sus seguidores que si ganaban, que mantuvieran sus armas porque no se fiaba de la gente con quien se aliaban.
Romanticismo
Pero a la vez, en su obra principal, Historia de la clase obrera irlandesa, argumentaba que la vida irlandesa genuina de antes del dominio británico y, por tanto, el nacionalismo irlandés de verdad, era en su esencia comunal y sin propiedad privada.
También creía que no había posibilidades de crecimiento del capitalismo irlandés, lo cual llevaría al nacionalismo inevitablemente a posiciones revolucionarias. En esta situación, el trabajo de las mujeres y hombres socialistas consistiría en enfatizar la afinidad entre el nacionalismo y el socialismo para ganar a gente republicana al último.
Por tanto, aunque Connolly criticaba duramente el nacionalismo burgués, lo hizo por su papel como traidor histórico del supuesto verdadero nacionalismo. Nunca desarrolló una crítica sostenida del nacionalismo en sí, como movimiento que nació y creció con la burguesía, y que en el fondo representaba las aspiraciones del capitalismo irlandés.
De ahí su acomodación al republicanismo con todas sus consecuencias. Entre ellas que aceptara, en contra de sus principios, una insurrección organizada a espaldas de la clase trabajadora, lo cual contribuyó a la derrota, aislando a la insurgencia.
En la práctica, intentar atraer a sectores del republicanismo hacia el socialismo sin discutir con ellos sobre la diferencia entre las dos tradiciones, permitió el crecimiento de organizaciones republicanas, mientras la de Connolly, y las posibilidades de una liberación de la clase trabajadora, perdieron peso.
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