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miércoles, 11 de enero de 2012

Una experiencia irlandesa

Voy a reproducir una entrada de un blog que he descubierto por casualidad y que creo interesante que se lea.
Desprende un amor lógico de madre y también una descripción personal de una vivencia en Irlanda, que bien merece un hueco en el blog:

Eva e Irlanda, de María Cortés:

En mi vida, he realizado tareas difíciles, pero siguiendo el consejo de mi padre “todo está en los libros”, más o menos he podido resolverlas. Ser madre es la tarea más difícil que he tenido que realizar. No sabes cuál es la fórmula ideal para que tus hijos obtengan valores, aprovechen las posibilidades que tú les ofreces (no sin sacrificios) y además consigan ser buenas personas.

Acabo de regresar de Irlanda, he visitado a mi hija que está realizando un curso académico en aquel país. Despegar de Irlanda sin mi hija, me ha resultado muy doloroso, aún a sabiendas que es lo que ella quiere, que será una experiencia inolvidable y muy útil en lo personal y en lo profesional en un futuro no muy lejano.

Irlanda es un país definible en 3 palabras: viento, música y verde. Hemos visitado varios puntos del país y su hermano, Irlanda del Norte: Dublín, Galway, Derry y Belfast. En las 4 ciudades no ha parado de llover (entiendo por qué es tan verde el país) y de hacer viento, parece que el año pasado batió un record: 20 días seguidos sin llover….

En Irlanda, la música está en todas partes, hay interpretes maravillosos en la calles y en los Pubs. En Dublin, escuché en la calle Grafton, una versión maravillosa de Sultanes del swing de Dire Straits, en Galway una “Marianne Faithfull” templaba el frío que hacía en la calle a las 8 de la noche….En Dublin hay una estatua a Molly Malone, cuyo mérito es ser protagonista de una vieja canción irlandesa…

Me impresionó pasear por Derry (Londonderry, para los británicos) y Belfast, dos ciudades que en mi recuerdo de infancia y adolescencia, estaban continuamente en los telediarios por sus problemas con el IRA. Ahora es un placer pasear por sus calles, aunque la lluvia siempre estaba presente…

Me impresionaron los espectáculos de la Naturaleza: los acantilados de Moher, Los gigantes de Causeway, las ovejas irlandesas sentadas en la alfombra verde, los ponys Connemara, el río Corrib de Galway, los castillos en ruinas frente a los lagos…

Y también las puertas georgianas de Dublín. De esta misma ciudad es imprescindible visitar Temple Bar de noche, el restaurante The Church, iglesia transformada donde se casó Arthur Guinnes (el creador de la cerveza negra más famosa), precioso el Trinity College iluminado para Nochevieja y pasar por el Puente del Medio penique, se mueve….

También Irlanda cuida y admira a sus escritores; Joyce, Swift y como no, Oscar Wilde. Inolvidable el “No pasarán” de los brigadistas de Belfast (1936-1939) frente a la Catedral de Santa Ana y la réplica de los indignados acampados frente a esta Iglesia…con esta misma consigna en español…

Si hablamos de la gastronomía de Irlanda no es muy destacable, ya que es muy parecida a la británica. El Irish Stew, es un guiso de cordero, rehogado con cerveza Guinnes (cerveza negra), es lo más peculiar para mí y lo que más me ha gustado es que todo desayuno irlandés que se precie va a acompañado de tomates a la parrilla.

La patata siempre está presente. De hecho el mayor éxodo irlandés fue a mediados del siglo XIX, como consecuencia de la hambruna que asoló Irlanda tras una epidemia que destrozó la cosecha de patatas.Como cardiosaludable los “fish and chips” (como no), creo que es perca el pescado que sirven, mejor, ya que se trata de pescado azul.

Lo que menos me ha gustado de Irlanda, han sido sus carreteras y encima conducen por la izquierda…

Me ha gustado Irlanda, siempre estará vinculada a mi hija; nunca le amaré como a ella…

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