Esto no es casual. Se trata de una campaña deliberada de acoso sectario, y dice mucho sobre la crisis actual dentro del Unionismo. A medida que se desvanece la certidumbre política, algunos elementos dentro del unionismo han recurrido a sus viejas tácticas: un tribalismo descarado dirigido a las comunidades nacionalistas, llevado a cabo con impunidad y sin temor a las consecuencias.
El sectarismo es un cáncer en nuestra sociedad. Hay que combatirlo, no facilitarlo.
No cabe duda de que grupos paramilitares lealistas están orquestando estas acciones. Resulta alarmante que muchos de estos grupos, incluida la UDA, estén vinculados a organizaciones financiadas con fondos públicos, organizaciones que siguen recibiendo apoyo financiero y respaldo político tanto de los departamentos gubernamentales como de la clase dirigente de Stormont.
Queda por ver si esta última ola de intimidación está impulsada únicamente por el odio sectario o si forma parte de un intento más estratégico para generar influencia y asegurar mayor financiación pública, todo a costa de las comunidades nacionalistas de la clase trabajadora.
En cualquier caso, debe terminar. Estos grupos deben ser denunciados públicamente. Debe cesar de inmediato su financiación y apoyo mientras sigan amenazando e intimidando a los nacionalistas.
Fin.
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