El problema hundía sus raíces en la Edad Media pero eclosionó en el siglo XX, con especial virulencia en su segunda mitad. Sin embargo, aquel enfrentamiento no se mantuvo estrictamente en los límites naturales que tenía el carácter insular de Irlanda y saltó a América del Norte, donde la pobreza y la persecución política habían hecho establecerse a una importante comunidad irlandesa.
Fue ésta la impulsora de una serie de ataques a Canadá -territorio británico en el siglo XIX- que se conocieron como Fenian raids (Incursiones fenianas).
Feniano es una palabra gaélica que deriva de la expresión Na Fianna (o Na Fianna Éireann), una banda de guerreros célticos cuyo líder más famoso se llamaba Fionn mac Cumhaill y que protagonizaban varios episodios legendarios recopilados bajo el título Fiannaidheacht (Ciclo feniano u Ossiánico, uno de los cuatro principales de la mitología celta irlandesa junto con los ciclos Mitológico, del Ulster e Histórico).
Por extensión, el término se aplicó también a los nacionalistas de Irlanda y, sobre todo, a los integrantes de la IRB (Hermandad Republicana Irlandesa), organización secreta que tenía como objetivo la creación de una república independiente. Pues bien, la rama norteamericana de ésta, fundada en 1858 por los eruditos celtistas John O’Mahony y Michael Doheny a partir de la existente en su tierra desde medio siglo antes, se bautizó con el nombre de Hermandad Feniana.
Ello se debió a que las primeras acciones fueron duramente reprimidas y sus líderes, al igual que muchos militantes, se vieron obligados a exiliarse, uniendo su descontento al de miles de inmigrantes irlandeses, no sólo en EEUU sino también en otros lugares como Australia.
La Hermandad Feniana celebró su primer congreso en Chicago en noviembre de 1863. Otro que tuvo lugar en Filadelfia en enero de 1865 dotó de una estructura de gobierno al grupo, iniciando sus actividades por la causa mediante la recaudación de donativos y la emisión de unos bonos en nombre de la República Irlandesa que ésta haría efectivos seis meses después de declarar su independencia. Cientos de miles de emigrantes los compraron y los fondos reunidos permitieron adquirir una considerable cantidad de armas, algo facilitado por el contexto en que se encontraba el país en esos momentos, la Guerra de Secesión.
Por supuesto, el objetivo de los fenianos no era tanto castigar a los británicos por eso como presionarlos para que se retiraran de Irlanda. Contando con el asesoramiento militar del general Thomas William Sweeny y bajo el impulso decidido del diplomático de ascendencia irlandesa William Randall Roberts, se planificaron una serie de incursiones en territorio canadiense que les permitieran apoderarse de sus redes de transporte y dejar en su poder, de facto, la zona sur de ese país, de manera que pudieran utilizarla para negociar con los británicos a cambio de la libertad de Irlanda.
Para ello tenían también la colaboración logística de muchos católicos irlandeses asentados en Canadá, aunque no de todos: de hecho, esa comunidad se polarizó porque parte de ellos creían que la injerencia de los fenianos ponía en peligro la posible independencia del Canadá.
En abril de 1866, terminada ya la Guerra Civil con el triunfo del Norte, se inició el primer raid cuando un contingente de setecientos hombres dirigidos por O’Mahony trató de apoderarse de la isla de Campobello, New Brunswick.
Fue un fracaso porque el comandante británico, Charles Hastings Doyle, envió varios barcos desde Halifax (Nueva Escocia) con un número de tropas similar al de los atacantes y éstos optaron por dispersarse sin presentar batalla.
El resultado resultó contraproducente para los planes irlandeses por otro motivo más: viendo el peligro, las colonias de Nueva Escocia, Provincia Unida del Canadá, Alto Canadá y Bajo Canadá se unieron en una confederación bajo el nombre de Dominio del Canadá.
Al chocar con la dura realidad, O’Mahony se decantó por centrar las actividades fenianas en la recaudación de fondos pero el ala radical que dirigía Roberts y era conocida como senatorial seguía siendo partidaria de las acciones armadas, así que trazó otro plan de invasión con la ayuda de Sweeny: una maniobra de diversión en el municipio de Fort Erie para que los británicos enviaran tropas y debilitaran sus defensas en otros puntos, por los que se llevarían a cabo ataques simultáneos.
Pero hubo un factor con el que no contaban: al gobierno de EEUU ya no le interesaba aquel conflicto con Gran Bretaña, así que, enterado de la operación, envió la cañonera USS Michigan para interrumpir el flujo de refuerzos y equipo que los irlandeses necesitaban; O’Neill se quedaba así a dos velas, con insuficientes efectivos para mantenerse en territorio enemigo y sin suministros.
La noticia de que marchaban sobre él cerca de cinco mil soldados británicos y milicianos canadienses le disuadió de continuar y dos días después emprendió la retirada, rindiéndose a los marinos estadounidenses.
El presidente Andrew Jackson tuvo que hacer un comunicado público garantizando la neutralidad de EEUU y envió a los generales Ulysses Grant y George Meade al noreste para desarmar a los fenianos e impedir que se repitieran hechos semejantes. Sweeny fue detenido y le siguieron otros compañeros, pero ello no impidió que los irlandeses volvieran a hacer nuevos intentos.
El primero, muy poco después, el 7 de junio, redirigiendo sus fuerzas hacia el Este: a las órdenes del general Samuel Spear, un millar de hombres intentaron ocupar Pigeon Hill, Frelighsburg, St. Armand y Stanbridge. Los británicos no tardaron en reaccionar y los invasores, mal equipados, se vieron obligados a renunciar una vez más.
Esas campañas se cerraron con una treintena de muertos, un centenar de heridos y habiendo no sólo fracasado en su objetivo sino resultando contraproducente, pues se reforzaron los vínculos de Gran Bretaña con Canadá.
Sin embargo, tras un período de calma, la Hermandad Feniana volvió a la carga. A finales de 1867 se celebró en Filadelfia un nuevo y espectacular congreso -cuatrocientos delegados y cerca de seis mil militantes armados desfilando por las calles- del que salieron dos decisiones: O’Neill se convertía en líder de los fenianos senatoriales y se intentaría una segunda invasión de Canadá.
Ésta se inició en abril de 1870 atacando el condado de Missisquoi y salió tan mal como las anteriores porque la milicia canadiense, advertida por un espía, se bastó para rechazar a los irlandeses en la batalla de Eccles Hill, que en realidad fue poco más que una escaramuza.
No obstante y pese a la falta de apoyo popular y político, la Hermandad parecía inasequible al desaliento y el 27 de mayo hubo una nueva incursión en Huntingdon, Quebec, bajo la dirección del general Owen Starr.
Contra ellos se enviaron tres batallones de infantería que se les enfrentaron en la batalla de Trout River y, aunque los fenianos siempre negaron la derrota y hablaron de redistribución de sus efectivos, el hecho es que tuvieron que dar media vuelta. Lo peor para ellos fue el arresto de O’Neill por orden de Ulysses Grant; viendo el panorama Starr optó por desaparecer, aunque al final le encontraron y acabó en una prisión de Nueva York.
Con O’Neill fuera de juego se aupó al poder William.B. O’Donoghue, que insistió en la misma línea pero probando la entrada a Canadá por Dakota. El Consejo de Gobierno de la Hermandad lo rechazó, mas, pese a todo, aún habría otra tentativa ese mismo año.
Tuvo lugar a principios de octubre y su objetivo era la ocupación de Manitoba. O’Neill, que ya estaba libre, y el citado O’Donoghue se pusieron al frente. Apenas llevaban treinta y cinco soldados consigo porque la idea era contactar con los indios métis (que para ser exactos no eran indios puros sino un grupo étnico formado por mestizos) que, liderados por Louis Riel, se negaban a formar parte de Canadá y el año anterior habían sido duramente reprimidos tras capturar Winnipeg y establecer un gobierno autónomo en lo que se conoce como la Rebelión de Red River.
Pero los fenianos cometieron un error estrafalario al equivocarse y tomar un puesto aduanero y una factoría comercial de la Hudson’s Bay Company que en realidad estaban aún dentro de territorio estadounidense. Una columna del ejército los detuvo en Pembina y ningún méti acudió en su ayuda porque para entonces habían firmado un acuerdo con los británicos; de hecho, O’Donaghue, que había logrado escapar de los soldados, fue apresado por ellos y entregado a las autoridades de EEUU.
No hubo más incursiones armadas. Los fenianos continuaron lanzando campañas de agitación durante una década, esta vez en la Columbia Británica, pero sin recurrir a las armas, entre otras cosas porque Gran Bretaña tomó nota de la situación y destinó allí una escuadra.
La tensión fue suavizándose poco a poco y al final las acciones irlandesas sólo sirvieron para fortalecer el sentimiento nacionalista canadiense mientras que la Hermandad Feniana se disolvía en 1880.
Fuentes
El nuevo norteamericano. Integración continental, cultura e identidad nacional (Lawrence Douglas Taylor)/Historia de Irlanda (John O’Beirne Ranelagh)/The Last Invasion of Canada. The Fenian Raids, 1866–1870 (Hereward Senior)/The Fenians. Irish Rebellion in the North Atlantic World, 1858–1876 (Patrick Steward y Bryan P. McGovern)/Wikipedia / The Fenians: Irish Rebellion in the North Atlantic World, 1858-1876 (Patrick Steward y Bryan McGovern).
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