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miércoles, 10 de febrero de 2021

¿Qué es el ecosocialismo? - Lasair Dhearg

¿Qué es el ecosocialismo?

Alána Ní Dochartaigh, activista de Lasair Dhearg de Derry, escribe:

En los últimos años hemos sido testigos, como colectivo, de la emergencia cada vez mayor de la crisis climática, desde el deshielo de la Antártida hasta los incendios forestales de Australia y, evidentemente, la Tierra necesita un cambio radical antes de que lleguemos al punto de no retorno. Este es sólo uno de los problemas a los que nos enfrentamos hoy en día. En la otra cara de la moneda, podemos notar la recesión que se aproxima rápidamente y que se está construyendo como resultado parcial de la pandemia en curso a la que nos enfrentamos.

El colapso del mercado libre y la caída en picado de la economía (en un plazo de aproximadamente 9 meses) ha demostrado que el sistema capitalista es indigno e indeseable para muchos.

Con las crisis climática y económica que se vislumbran en el horizonte, muchos teóricos de la política han conjurado posibles soluciones a las mismas, en las que podríamos resolver estos horribles problemas que, de hecho, ponen en peligro la vida. Una de ellas me pareció especialmente destacada: el ecosocialismo. Se trata de un término basado en tres principios clave que, según John Molyneux y Jess Spear, son los siguientes

i.) Aunque son producto de la naturaleza humana, las crisis no son resultado de nuestra ignorancia o comportamiento individual, sino del sistema económico y social capitalista que domina el mundo en gran medida.

ii.) La crisis climática no puede resolverse de forma aislada, ya que también abarca efectos más amplios, como la explotación y la opresión de las clases trabajadoras, así como la opresión colonial, racial y de género. La lucha por el cambio climático también incluye la lucha por la igualdad, en lo que respecta a la interseccionalidad.

iii) Las soluciones a estas crisis están interconectadas y son inherentemente socialistas. Se basan en la estabilidad ecológica y en la propiedad pública, así como en la voluntad democrática del pueblo, en lugar del beneficio y la codicia de la clase dominante.

Con estos tres puntos en mente, podemos empezar a imaginar una forma en la que ambos problemas podrían ser combatidos, o al menos, mejorados. Aunque hay muchos obstáculos que saltar cuando se planea alcanzar los objetivos a tan gran escala, hay un obstáculo en particular que se interpone en el camino: los monopolios y las corporaciones de la burguesía. COVID-19 ha puesto de manifiesto la naturaleza desastrosa del capitalismo en muchos aspectos; un ejemplo de ello es el tema de la vacuna para el virus, ya que no vemos a las organizaciones cooperar en la búsqueda de una, sino que vemos a 99 corporaciones competir en su lugar. ¿Es la salud de la población general tan trivial que la competencia del mercado debe estar por encima de ella?

Cuando el mundo entero se paralizó por completo en marzo de 2020, el sistema capitalista se había mostrado débil y vulnerable a cualquier tipo de interrupción de las leyes de la oferta y la demanda. El mercado competitivo había dejado de existir, ya que los productos básicos no esenciales no estaban disponibles temporalmente. Sin embargo, no sólo esto, sino que en el transcurso del mismo bloqueo, el medio ambiente había empezado a regenerarse de forma natural; un ejemplo de ello eran los canales de Venecia que producían aguas más claras, por primera vez en 60 años.

Sólo unos meses más tarde, Gran Bretaña tenía, y podría decirse que sigue teniendo, el peor enfoque del virus en toda Europa. Mientras se intentaba impulsar la economía con el plan "Eat Out to Help Out" durante el mes de agosto, la pandemia empeoró al entrar en los meses de otoño, provocando miles de casos y muertes más como consecuencia del virus. En medio de esta situación, parece que el gobierno británico tiene que elegir su propia píldora roja o azul. Una para "salvar la economía" y la otra para salvar la vida de la gente.

Como la naturaleza general del capitalismo es el excedente, el llamado "mercado libre" no sobreviviría sin él sobre la base de que las mercancías se compran y se venden. Reconocemos que esto es un enorme defecto del sistema capitalista, ya que los que se benefician de él pueden tener como única prioridad que la economía esté en auge, sin importar el desastre medioambiental o la explotación por la que el capitalista llega a poseer este excedente como suyo. Esta es la mayor razón por la que el capitalismo no puede coexistir con la perspectiva de un futuro medioambiental saludable por el que luchamos. Un sistema socialista, basado en la interseccionalidad ecológica y social, es la mejor manera de salvar nuestro planeta tanto de la perjudicial crisis climática como de la desastrosa crisis económica.

El concepto de competencia, en lugar de cooperación, ocupa el asiento del conductor en el proceso de toma de decisiones sobre el ideal de que el capitalista posea alguna forma de beneficio como objetivo final. Este proceso provoca el auge económico así como la recesión que viene directamente después. Este ciclo se repite una y otra vez para que el capitalista acumule sus mercancías, ignorando por completo cualquier concepto ajeno a la expansión, la producción y la competencia, como la emergencia ecológica a la que se enfrenta el mundo, así como la pandemia en curso. 

En pocas palabras, no hay consumo ético bajo el capitalismo, ya que no tenemos más remedio que entrar en el juego de la oferta y la demanda de los capitalistas, porque incluso nuestras necesidades en la vida se venden como tales mercancías para su beneficio y codicia. Para luchar contra esto, el ecosocialismo puede ser la única vía viable para trabajar activamente en la salvación de nuestro planeta, así como para detener el ciclo de depresión y recesión económica, y evitar que los capitalistas sacrifiquen nuestros medios de vida para su propio beneficio personal.

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