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Amarillo permanencia, azul 'brexit' |
El 51,9% [del total bajo la administración del Reino Unido] ha votado salir de la Unión, frente a un 48% (72% de participación). El 'Brexit' ha provocado una debacle de los mercados y la dimisión del primer ministro David Cameron.
Según desarrollan desde
EiTB (sin editar); El referéndum sobre la permanencia de Reino Unido en la Unión Europea se ha saldado a favor de la salida de la segunda economía del continente, un desenlace sin precedentes en el proyecto comunitario y que abre un período de incertidumbre tanto para el nuevo encaje británico en el continente, como para la sostenibilidad de un bloque que ha perdido a uno de sus más influyentes miembros.
Con el 100% de los votos escrutado, el 51,9% de los votantes (17,4 millones de apoyos) se ha mostrado a favor del 'Brexit' y el 48,1% en contra (16,14 millones).
El 'Brexit' ha logrado una victoria recibida por sus partidarios como el "día de la independencia británica", una euforia que contrasta con la negativa reacción de los mercados, que evidencian las serias implicaciones de una decisión contra la que habían luchado la práctica totalidad de las fuerzas políticas, económicas y sociales de Reino Unido.
Dimisión de David Cameron
Junto a los efectos sobre la volatilidad financiera, el 'statu quo' británico se enfrenta a un terremoto político con epicentro en el Número 10 de Downing Street. Precisamente, en una comparecencia celebrada frente a su residencia oficial al filo de las 08:20, el primer ministro británico, David Cameron, ha anunciado su intención de dimitir en octubre. "Las negociaciones con la UE tendrán que empezar con un nuevo primer ministro", ha dicho.
El anuncio de Cameron se produce en vísperas de que dos tercios de los diputados conservadores que habían defendido la salida hubieran respaldado la continuidad de Cameron al frente del Gobierno por el "mandato y deber" obtenido hace tan sólo un año.
El líder del Partido de la Independencia del Reino Unido (UKIP), Nigel Farage, había pedido poco antes su dimisión.
Resultados por regiones
Con una participación del 72,2%, la mayor en una votación en Reino Unido desde 1992 y más de seis puntos por encima del plebiscito de 1975 que había confirmado la permanencia en la por entonces Comunidad Económica Europa, el escrutinio ha dado un vuelco sin precedentes a una noche electoral que había arrancado con las encuestas a favor de la continuidad.
Por regiones,
Escocia e Irlanda del Norte han votado mayoritariamente por la permanencia (62% y 55,78%, respectivamente). La ministra principal escocesa, Nicola Sturgeon, ha dicho que el recuento
en Escocia "deja claro que los escoceses ven su futuro dentro de la Unión Europea". Entretanto, el ex ministro principal escocés Alex Salmond cree que su partido apoyará un nuevo referéndum sobre independencia.
Por su parte,
el presidente del partido irlandés Sinn Fein, Declan Kearney, ha manifestado este viernes que el resultado "cambia drásticamente el panorama político en Irlanda del Norte". "Intensificaremos nuestro caso a favor de la convocatoria de un referéndum bajo las provisiones del Acuerdo de Viernes Santo", ha recalcado a través de un comunicado.
Comienza un proceso que podría durar años
Además, otra de las incógnitas es el grado de preparación de Reino Unido para un proceso que podría llevar años, puesto que el propio primer ministro había asegurado públicamente que no había "plan B".
Aunque el Tratado de Lisboa establece las pautas de este procedimiento en el artículo 50, el primer movimiento ha de partir del estado miembro, que debe notificar a la UE su deseo de abandonar.
De hecho, Londres no está obligado a proceder inminentemente, es más, los partidarios de romper con Bruselas han manifestado ya su preferencia por aguardar, puesto que, pese a meses de campaña, la fórmula que regiría sigue siendo una incógnita.
Los plazos, a priori, están marcados, si bien los dos años establecidos en la normativa comunitaria podrían ampliarse siempre que lo autoricen los otros veintisiete socios. Expertos en Derecho europeo creen que, dada la complejidad, las negociaciones podrían llevar hasta una década y los propios defensores del divorcio asumen que, como mínimo, serían necesarios cuatro años.
Ante esto, la Unión Europea (UE) ha pedido al Reino Unido que inicie el proceso de retirada del bloque comunitario "cuanto antes" para no prolongar "innecesariamente la incertidumbre", al tiempo que reiteró que no habrá una renegociación y que espera de Londres sus propuestas para las relaciones futuras.
"Esperamos ahora del Gobierno británico que aplique la decisión de los británicos cuanto antes, con independencia de lo doloroso que pueda ser el proceso. Cualquier retraso prolongaría innecesariamente la incertidumbre", han señalado en un comunicado conjunto los líderes de las instituciones europeas.
Reacción de los mercados y Europa
De momento, los mercados han evidenciado las secuelas del escenario que se abre en el bloque occidental: la divisa británica ha caído a niveles inéditos desde 1985, lo que podría acarrear una intervención de contingencia del Banco de Inglaterra, que ya ha anunciado que dará "todos los pasos necesarios" para asegurar la estabilidad monetaria y financiera en el Reino Unido.
La divisa del Reino Unido ha caído un 8,61% respecto al dólar, hasta los 1,36 dólares, su nivel más bajo desde 1985, en tanto que el euro ha perdido un 3,40% respecto al billete verde, hasta 1,09%, a raíz del resultado del plebiscito.
Junto a la City y Downing Street, la atención estará en el continente. El presidente del Consejo Europeo, Donald Tusk, ha propuesto a los líderes de la Unión Europea (UE) una reunión informal de los demás 27 socios del club comunitario en los márgenes de la cumbre europea de los días 28 y 29 para "reflexionar" sobre el futuro de la Unión".
Entretanto, el presidente la Comisión Europea, Jean-Claude Juncker, ha negado que la salida del Reino Unido de la Unión Europea (UE) sea el principio del fin de la UE.
En una esperada comparecencia en la que ha asegurado estar "muy triste" por la decisión del pueblo británico de abandonar la UE, y ha apelado a que el tiempo de incertidumbre durante la negociación del divorcio "no dure demasiado".
Por su parte, el Parlamento Europeo (PE) celebrará una sesión plenaria extraordinaria el 28 de junio para abordar el escenario tras el 'Brexit', según ha anunciado el presidente de la institución, Martin Schulz.
Durante la sesión, la Eurocámara adoptará una resolución "analizando el resultado del referendo y describiendo los pasos necesarios que tienen que dar las instituciones europeas, especialmente el Parlamento Europeo".
Encaje en el mercado común
Además, uno de los factores más complejos será el potencial encaje británico en el mercado común. La presión, por tanto, será notable para hallar una solución que implicará delicados compromisos de las partes, un esfuerzo que podría necesitar años antes de que se pueda garantizar el apoyo de una mayoría cualificada de los ministros del ramo para, posteriormente, lograr que la propuesta sea ratificada por los demás estados miembro y, a continuación, por los Parlamentos europeo y británico.
El problema es que uno de los catalizadores del 'Brexit' ha sido el control de los flujos migratorios y la pertenencia al mercado común implicaría, a priori, el libre movimiento de personas, dos elementos indisociables y, para la UE, innegociables, por lo que, a priori, Londres no podría mantener el primero sin tener que aceptar el segundo, lo que complica la ecuación entre prosperidad económica y límites a la entrada de ciudadanos comunitarios.
No en vano, abandonar el mercado común no es una opción extendida entre los defensores del 'Brexit', que se encuentran dividido entre quienes proponen directamente abandonarlo, aquellos que creen posible permanecer por el propio interés del resto de sus integrantes de no perder a la segunda economía europea, los que abogan por establecer acuerdos bilaterales e, incluso, quienes ven viable operar con los 161 miembros de la Organización Mundial de Comercio (OMC).
Este encaje, con todo, constituye tan sólo una pieza más del complejo puzle legislativo de un proceso que obligaría a revisar hasta 80.000 páginas de acuerdos comunitarios, con el objetivo de decidir descartes, qué áreas enmendar y cuáles mantener, un sumario que, inevitablemente, querrá supervisar el Parlamento británico y cuya duración constituye un enigma.
Además, la salida incrementa el riesgo de una crisis constitucional para la unión británica, puesto que Escocia, protagonista de un plebiscito de independencia hace menos de dos años, ha apoyado mayoritariamente la continuidad en la UE y cuya ministra principal ha reconocido que este desenlace reavivará las ansias secesionistas.
Proceso sin precedentes
En consecuencia, junto a la resolución de una profunda crisis política en casa, el Gobierno, independientemente de su constitución, tendrá que resolver un proceso sobre el que no hay precedentes, tan sólo la salida de Groenlandia, ni siquiera un estado, sino un territorio que formaba parte de Dinamarca, hace más de 30 años, cuando la UE no era tampoco la unión política en la que se ha convertido hoy en día.
Por si fuera poco, este nuevo capítulo tendría que acordarse con socios que difícilmente mostrarán empatía hacia quien ha decidido abandonar, a pesar de los compromisos que tanto costaron en febrero y que hubiesen garantizado para Reino Unido el ansiado estatus de verso libre de una Europa cada vez más cohesionada.
Por otra parte, a escala europea, el temor es que la partida británica genere un efecto dominó entre otros integrantes de los Veintiocho y, sobre todo, que desencadene un peligroso auge del populismo.