La autonomía de Irlanda del Norte gozará al fin de todas sus competencias. El completo control de la policía y el sistema de justicia, hasta ahora gestionados por Londres, quedará en manos del Gobierno norirlandés a partir del 12 de abril. Ese día se espera que David Ford, el líder del Partido de la Alianza, una pequeña formación que no está alineada ni con unionistas ni con republicanos, se convierta en el primer ministro de justicia noirlandés. Antes, el 9 de marzo, la devolución de poderes será sometida a votación en Stormont (Parlamento norirlandés). Las autoridades británicas financiarán el traspaso con 920 millones de euros.
El Acuerdo de Hillsborough Castle, que lleva el nombre de la sede del Gobierno británico en Irlanda del Norte, establece también la creación de un grupo formado por seis miembros, destinado a reformar la regulación de los desfiles lealistas, otro punto permanente de fricción. Su tarea debe quedar completada en el plazo de tres semanas. Los unionistas reclaman la disolución de la Comisión de Desfiles, que autoriza o prohíbe el recorrido de las marchas de los miembros de la Orden de Orange. La nueva estructura dejaría esa tarea en manos de las autoridades locales.
SATISFACCIÓN DE WASHINGTON / Justicia e Interior eran las piezas más conflictivas y las últimas que faltaban para completar el rompecabezas del proceso de paz iniciado en 1998. La secretaria de Estado de EEUU, Hillary Clinton, aplaudió desde Washington, «este nuevo e importante avance hacia una paz duradera».
El pacto final se logró después de una reunión en la noche del jueves, en la que los 36 miembros con escaño en la Asamblea del Partido Unionista Democrático, la formación mayoritaria liderada por Peter Robinson, aprobaron por unanimidad las transferencias. El lunes, sin embargo, en un encuentro similar, 14 de ellos habían votado en contra, dejando entrever una posible ruptura interna, que finalmente no se ha producido.
«Este acuerdo es un signo que asegura que no vamos a volver a los malos días del pasado. Las futuras generaciones no nos perdonarían el haber desaprovechado la paz por la que llevamos tanto tiempo luchando», declaró ayer Robinson, quien el miércoles retomó sus funciones como ministro principal, abandonadas temporalmente por el escándalo de infidelidad de su esposa.
Junto al líder unionista, se hallaba en Belfast el viceprimer ministro, Martin McGuinness, del Sinn Féin, y los primeros ministros del Reino Unido e Irlanda, Gordon Brown y Brian Cowen. Todos parecían muy aliviados de haber superado la crisis política que amenazaba con la disolución de la Asamblea y la celebración de unas elecciones anticipadas.
El ultimátum del Sinn Féin hace dos semanas exigiendo una fecha a los traspasos aprobados en el Acuerdo de Saint Andrews en el 2006 condujo a intensas y crispadas negociaciones. Brown y Cowen pasaron varias jornadas en la capital noirlandesa.
De vuelta a Londres, el mandatario británico siguió muy de cerca cada movimiento y llegó a mantener hasta 20 conversaciones telefónicas algunos días, tratando de finalizar un acuerdo. «Estamos cerrando el último capítulo en una larga y problemática historia y estamos abriendo un nuevo capítulo para Irlanda del Norte», declaró ayer Brown.
Gerry Adams, líder del Sinn Féin, saludó lo que considera «una oportunidad maravillosa y un nuevo espíritu que nos permita avanzar a todos». El futuro ministro de Justicia de Irlanda del Norte será responsable de la policía y la justicia en la provincia. También se creará el puesto de fiscal general, que actuará como principal consejero jurídico del Ejecutivo autonómico.
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