Violet Gibson, la mujer que disparó a Mussolini: desde una vida de clase alta en Merrion Square hasta el asilo mental.
El 7 de abril de 1926, una mujer de clase alta, de 50 años, de Dublín, le disparó en la cara a Benito Mussolini, el líder fascista de Italia.
¿Cómo había pasado la vida de Violet Gibson de la adinerada educación de Merrion Square en Dublín a morir en un asilo mental por haber intentado asesinar a un líder mundial fascista y cuán diferente pudo haber sido el mundo si hubiera tenido éxito?
Si ella hubiera acertado a su objetivo, el reinado de Mussolini como "hombre fuerte" habría terminado y sus éxitos no podrían haber envalentonado a Adolf Hitler. El legado de Il Duce todavía se siente en Italia (su nieta Alessandra es miembro del Parlamento Europeo) y en Grecia, Golden Dawn (Amanecer Dorado) se proclaman a sí mismos seguidores del líder fascista.
Lo peor es que el intento de asesinato de Gibson provocó una ola de apoyo a Il Duce que posiblemente ayudó a fortalecer su control sobre Italia.
Entonces, ¿qué llevó a Gibson a este acto fatídico?
Su educación fue uno de sus privilegios. Su padre se convirtió en el 1er barón de Ashbourne y se desempeñó como Lord Alto Canciller de Irlanda desde 1885 hasta 1905. Creció dividiendo su tiempo entre Dublín y Londres y a la edad de 18 años fue debutante en la corte de la Reina Victoria.
Sin embargo, se notó que cuando era niña, Gibson a menudo estaba enferma con fiebre escarlata, pleuresía, episodios de "histeria" mal definida y se afirmaba que tenía un "carácter violento". Durante sus años más jóvenes también mostró interés en la Ciencia Cristiana, y luego la teosofía, pero, a la edad de 26 años, en 1902, se convirtió al catolicismo para disgusto de su familia de fe anglicana.
En 1913, Gibson se había casado con un artista y posteriormente enviudó. Luego se mudó a París y trabajó para organizaciones pacifistas. En este año ella contrajo la enfermedad de Paget (una ruptura anormal del tejido óseo) y una mastectomía la dejó con una cicatriz de nueve pulgadas. Luego regresó a Inglaterra donde otra cirugía, por apendicitis, la dejó con dolor abdominal crónico.
Gibson se obsesionó cada vez más con la religión durante sus 40 años. Se retiró, siguió al erudito jesuita John O'Fallon Pope y se obsesionó con las ideas del martirio y la "mortificación".
Para 1922, había sufrido una crisis nerviosa y en un asilo mental había sido declarada demente. Dos años más tarde, junto con una enfermera llamada Mary McGrath, viajó a Roma, donde vivió en un convento. En este punto, estaba convencida de que Dios quería que matara a alguien como un sacrificio.
En febrero de 1925, Gibson tomó un arma y se disparó en el pecho. Milagrosamente ella sobrevivió.
En marzo de 1926 falleció la madre de Gibson. En abril de ese año, su obsesión por matar a alguien se había vuelto a concentrar; ahora en Mussolini.
En ese día marcado por la historia, fue al Palazzo del Littorio con su pistola envuelta en un velo negro y una roca, en previsión de que tuviera que romper el parabrisas del coche de Il Duce. Mientras "Il Duce" iba a través de la Piazza del Campidoglio en Roma, el 7 de abril, después de abandonar una asamblea del Congreso Internacional de Cirujanos, donde había pronunciado un discurso sobre las maravillas de la medicina moderna, Gibson saltó de la multitud y disparó a quemarropa contra el líder fascista con su revólver Lebel, del ejército francés.
"Era contrario a la voluntad de Dios que Mussolini continuara existiendo", declaró después en el juicio.
Su roca era innecesaria pues el líder fascista caminaba entre la multitud a pocos pies de Gibson. Su primer disparo rozó su nariz y en el segundo disparo, el arma se encasquilló. El líder fascista se mantuvo muy tranquilo y le dijo a la multitud: “No tengáis miedo. Esto no es nada''. Mussolini solo sufrió heridas leves y después de vendarle la nariz, continuó su desfile.
Más tarde, dijo que mientras estaba listo para "una muerte hermosa" no quería morir a manos de una mujer "vieja, fea, y repulsiva".
Lo más doloroso para Gibson fue el olvido de su familia, avergonzada por tener a una desequilibrada que había querido acabar con alguien tan importante. Tras casi un año de cárcel, sometida a humillantes pruebas psiquiátricas y físicas (examen de su útero incluido) fue puesta en la frontera de Italia con Francia y en cuanto pisó suelo inglés le diagnosticaron en solo unos minutos "locura delirante con paranoia".
Referencias usadas:
Irish Central
El País
El 7 de abril de 1926, una mujer de clase alta, de 50 años, de Dublín, le disparó en la cara a Benito Mussolini, el líder fascista de Italia.
¿Cómo había pasado la vida de Violet Gibson de la adinerada educación de Merrion Square en Dublín a morir en un asilo mental por haber intentado asesinar a un líder mundial fascista y cuán diferente pudo haber sido el mundo si hubiera tenido éxito?
Si ella hubiera acertado a su objetivo, el reinado de Mussolini como "hombre fuerte" habría terminado y sus éxitos no podrían haber envalentonado a Adolf Hitler. El legado de Il Duce todavía se siente en Italia (su nieta Alessandra es miembro del Parlamento Europeo) y en Grecia, Golden Dawn (Amanecer Dorado) se proclaman a sí mismos seguidores del líder fascista.
Lo peor es que el intento de asesinato de Gibson provocó una ola de apoyo a Il Duce que posiblemente ayudó a fortalecer su control sobre Italia.
Entonces, ¿qué llevó a Gibson a este acto fatídico?
Su educación fue uno de sus privilegios. Su padre se convirtió en el 1er barón de Ashbourne y se desempeñó como Lord Alto Canciller de Irlanda desde 1885 hasta 1905. Creció dividiendo su tiempo entre Dublín y Londres y a la edad de 18 años fue debutante en la corte de la Reina Victoria.
Sin embargo, se notó que cuando era niña, Gibson a menudo estaba enferma con fiebre escarlata, pleuresía, episodios de "histeria" mal definida y se afirmaba que tenía un "carácter violento". Durante sus años más jóvenes también mostró interés en la Ciencia Cristiana, y luego la teosofía, pero, a la edad de 26 años, en 1902, se convirtió al catolicismo para disgusto de su familia de fe anglicana.
En 1913, Gibson se había casado con un artista y posteriormente enviudó. Luego se mudó a París y trabajó para organizaciones pacifistas. En este año ella contrajo la enfermedad de Paget (una ruptura anormal del tejido óseo) y una mastectomía la dejó con una cicatriz de nueve pulgadas. Luego regresó a Inglaterra donde otra cirugía, por apendicitis, la dejó con dolor abdominal crónico.
Gibson se obsesionó cada vez más con la religión durante sus 40 años. Se retiró, siguió al erudito jesuita John O'Fallon Pope y se obsesionó con las ideas del martirio y la "mortificación".
Para 1922, había sufrido una crisis nerviosa y en un asilo mental había sido declarada demente. Dos años más tarde, junto con una enfermera llamada Mary McGrath, viajó a Roma, donde vivió en un convento. En este punto, estaba convencida de que Dios quería que matara a alguien como un sacrificio.
En febrero de 1925, Gibson tomó un arma y se disparó en el pecho. Milagrosamente ella sobrevivió.
En marzo de 1926 falleció la madre de Gibson. En abril de ese año, su obsesión por matar a alguien se había vuelto a concentrar; ahora en Mussolini.
En ese día marcado por la historia, fue al Palazzo del Littorio con su pistola envuelta en un velo negro y una roca, en previsión de que tuviera que romper el parabrisas del coche de Il Duce. Mientras "Il Duce" iba a través de la Piazza del Campidoglio en Roma, el 7 de abril, después de abandonar una asamblea del Congreso Internacional de Cirujanos, donde había pronunciado un discurso sobre las maravillas de la medicina moderna, Gibson saltó de la multitud y disparó a quemarropa contra el líder fascista con su revólver Lebel, del ejército francés.
"Era contrario a la voluntad de Dios que Mussolini continuara existiendo", declaró después en el juicio.
Su roca era innecesaria pues el líder fascista caminaba entre la multitud a pocos pies de Gibson. Su primer disparo rozó su nariz y en el segundo disparo, el arma se encasquilló. El líder fascista se mantuvo muy tranquilo y le dijo a la multitud: “No tengáis miedo. Esto no es nada''. Mussolini solo sufrió heridas leves y después de vendarle la nariz, continuó su desfile.
Más tarde, dijo que mientras estaba listo para "una muerte hermosa" no quería morir a manos de una mujer "vieja, fea, y repulsiva".
Lo más doloroso para Gibson fue el olvido de su familia, avergonzada por tener a una desequilibrada que había querido acabar con alguien tan importante. Tras casi un año de cárcel, sometida a humillantes pruebas psiquiátricas y físicas (examen de su útero incluido) fue puesta en la frontera de Italia con Francia y en cuanto pisó suelo inglés le diagnosticaron en solo unos minutos "locura delirante con paranoia".
Referencias usadas:
Irish Central
El País
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