Gara; «Linda Ervine, encargada del desarrollo de la lengua irlandesa en
el este de Belfast». Quien haya seguido la política del norte de Irlanda
durante los años del conflicto no tardará en descubrir dos elementos
sorprendentes en esa frase. Por una parte, el este de Belfast, y si
excluimos el diminuto enclave nacionalista de Short Strand, no se
destaca precisamente por su amor a la lengua y cultura irlandesas. Por
otra, el apellido Ervine no está ligado con la promoción de los valores
culturales asociados con Irlanda sino, más bien, con aquellos que
tendemos a asociar con la isla vecina. Lo del apellido no es una
coincidencia, ya que su marido y su cuñado han sido dos de los políticos
referenciales dentro del PUP, organización ligada al grupo paramilitar
lealista UVF.
Es cierto, pero ¿por qué no? Yo no vengo de una familia típica
unionista. Mi historia personal no es lo que se considera «normal», pues
aunque vengo de una tradición protestante de clase trabajadora del este
de Belfast, mis padres eran comunistas, así que crecí con unos valores
diferentes y sin la carga de una cultura sectaria. A los 11 años pasé
casi un año viviendo en Twinbrook, un barrio obrero muy republicano en
el oeste de Belfast. Para mí, la comunidad católica no ha sido nunca ‘el
enemigo’. Siempre he odiado los sectarismos y su sinsentido. En los 80,
cuando la situación era realmente mala, para nosotros el enemigo era el
Gobierno conservador en Inglaterra.
Sí y no. De joven viví en una zona nacionalista pero después de
casarme mi vida se centró totalmente en el este, sin salir para nada, ni
siquiera para ir de compras, criando tres hijos.
Hace 5 años. La misión metodista desarrolla una gran labor a nivel de
comunidad. Como parte de esta labor facilitan la existencia de un grupo
de mujeres de ambas comunidades. Una de las actividades organizadas fue
un curso introductorio de SEIS semanas en el que se cubría el gaélico
irlandés, el gaélico escocés y el ulster-scot. El irlandés hasta ese
momento no había existido en mi vida.
Fue interesante que las mujeres que venían de la comunidad católica
no mostraban ningún interés. Las de la comunidad protestante mostraron
más interés, puede que fuera por la novedad que suponía para ellas, pero
solo yo di el paso de aprender el idioma. Me apunté a un curso
intensivo en An Droichead, centro cultural en el sur de Belfast.
Descubrí que no era ni mucho menos la primera protestante que había ido a
aprender irlandés, pero el hecho de que mi segundo marido fuera Brian
Ervine, líder del PUP, hizo que algunos medios de comunicación locales
mostraran interés en mi experiencia. Por ello, otras personas empezaron a
mostrar interés por aprender irlandés. Así fue que me ofrecieron la
oportunidad de coordinar la iniciativa. Con un profesor pagado por An
Droichead se puso en marcha la primera clase con 20 personas y a partir
de ahí ha crecido exponencialmente. Hasta entonces había gente
protestante que acudía de forma discreta a zonas nacionalistas. Volvían a
sus áreas de modo incluso más discreto para poder aprender.
Empecé a leer sobre la historia del irlandés dentro de la comunidad
protestante. Me dejó muy triste, porque tenía la sensación de que me
había sido hurtado algo que es importante. Algo que tenía derecho a
saber.
Amistosa, nunca he tenido ningún problema.
Estoy segura de que hay gente que lo piensa, pero la gente con la que
trato me ha recibido muy bien, siempre se ha mostrado dispuesta a
compartir el idioma.
Seguro que hay algunos, pero una cosa no lleva a la otra. Hay gente
que acude a las clases que son protestantes pero no particularmente
unionistas. Es una forma de explorar su identidad irlandesa, pero no es
el hecho de que aprendan la lengua lo que les conduce a ello sino que ya
están en ese camino.
Sin duda, no entienden que esto no tiene que ver con la política, que
se trata del idioma. Es cierto que al empezar a aprender irlandés yo
misma me cuestioné si estaba equivocándome, si estaba traicionando algo.
Y si fuera así, ¿qué traicionaba? Hay que salvar el obstáculo de ver el
irlandés como algo unido al republicanismo y adoptarlo como algo
propio. Hay gente que me dice que se han apropiado de esto y de lo otro.
Quienes no entienden lo que hago me ven como ‘apoyando a los otros, defendiendo sus posiciones’. Intento explicar que esta es mi posición, la mía propia.
Estoy totalmente de acuerdo. A la gente de mi comunidad que me
critica porque lo ven como algo de lo que se ha apoderado el
republicanismo les digo que lo recuperen. No es que una parte se
apropiase del idioma, sino más bien de rechazo por parte de la otra.
Acepto que alguien me diga que el irlandés no le interesa, que no tiene
ninguna relevancia para él. Yo intentaré crear un interés y hacerlo
relevante. Mi problema son quienes dicen: ‘yo no tengo ningún problema
con el irlandés pero…’ Es ese ‘pero’ y lo que conlleva. Nosotros
continuamos explicándoles nuestro punto de vista y a veces se sorprenden
cuando descubren la realidad de que la lengua es mucho más que los
eslóganes republicanos.
Fui profesora de inglés y tengo claro que dos o tres horas a la
semana no va a ser suficiente para enseñar un idioma a nadie. Las
escuelas en irlandés, por el contrario, hacen un trabajo estupendo,
porque los alumnos acaban su educación dominando ambos idiomas. Esa es
la solución, la única forma en la que vamos a lograr gente realmente
bilingüe.
Es cierto que la líder del DUP antes de las elecciones hizo unas
declaraciones quejándose de que las escuelas en irlandés estaban
recibiendo un tratamiento preferencial; también que una de las primeras
visitas que hizo el nuevo ministro de Educación, Peter Weir, fue a una
escuela en irlandés. Yo no espero que la situación varíe mucho, las
escuelas en irlandés han demostrado que atraen a un número considerable
de alumnos y hacen un buen trabajo. ¿Qué ministro de Educación va a
desmantelar un sistema que ha demostrado que funciona?
Quizás cuando empezaron no se hubieran desarrollado como lo han hecho
si hubiera habido un ministro del DUP, pero ahora es un movimiento
fuerte y consolidado.
Esa marcha atrás no va a ocurrir. Nuestro representante local en el
Parlamento es Sammy Douglas, del DUP, y nos apoya; el PUP siempre nos ha
mostrado su apoyo y el parlamentario del UUP también ha mostrado
públicamente su apoyo. Son pequeños pasos, la manera que tenemos de
trabajar.
Sí. Es extraño, pero nosotros no estamos interesados en una división
entre nosotros y ellos. Aquí la gente habla de dos comunidades, pero no
es cierto, la realidad es mucho más compleja, somos muchos los que
tenemos un abuelo o abuela que viene de los ‘otros’.
Eso es un hecho, ven la cultura irlandesa como algo intrínseco con el
ser católico, republicano. No entienden que ahí están Escocia o la isla
de Man, donde conservan su cultura gaélica y continúan siendo
presbiterianos, metodistas o anglicanos. Yo les digo que echen un
vistazo a su pasaporte británico, porque está escrito en tres idiomas:
inglés, galés y gaélico. Gaélico es un idioma de las islas británicas.
El irlandés no va con la idea del ‘nosotros solos’, sino que es parte de
la familia de lenguas celtas, que nos une a las islas británicas y más
allá, hasta Francia.
En una conferencia en el oeste de Belfast pude ver que existe un
impulso de la gente joven por el irlandés, lo cual me hace ser
optimista, pero el hecho de que ese impulso se dé de forma mayoritaria
en zonas nacionalistas supone una dificultad, ya que de alguna manera
confirma el estereotipo de que el irlandés es un idioma asociado con
republicanos católicos, algo que alguna gente en mi comunidad quiere
mantener de esa manera. Cuando ven el irlandés asociado con gente como
Bobby Sands, mi labor se hace más difícil.
Es cierto, no voy a negarlo, pero eso no quita para que a mí me complique mi labor.
¿Por qué? Mucha gente en la comunidad unionista intentaría aprender cualquier otra lengua antes que irlandés.
¿Se puede decir que para usted no fue difícil cruzar a la zona nacionalista para aprender irlandés una vez tomada la decisión?
¿Cuándo tomó la decisión de aprender irlandés?
¿Y el resto del grupo, cómo se lo tomó?
Pero no fue solamente aprender la lengua.
Cruzar de una comunidad a otra
durante años ha sido algo bastante peligroso. En su caso, llevar el
apellido Ervine no creo que le facilitase las cosas.
Siempre fui bien recibida. Nunca oculté quién era. Una vez que
aparecí en los periódicos y ya fue imposible pretender ocultarlo. En mi
comunidad eso era algo que cierta gente no apreciaba y supongo que
requería cierto grado de valentía, no porque me fueran a atacar
físicamente como ocurría hace años, sino porque iba ser el blanco de
críticas.
¿Cuál ha sido la reacción en las zonas nacionalistas?
Entre los gaeloparlantes, nadie
ha tenido una reacción negativa al pensar que si los unionistas adoptan
el irlandés como propio, de alguna forma normalizan su estatus
político.
¿Le reciben con los brazos abiertos porque esperan que una vez conocida la lengua se replantee sus convicciones unionistas?
¿Hay entre los unionistas quien la ve como amenaza?
Quienes no entienden lo que hago me ven como ‘apoyando a los otros, defendiendo sus posiciones’. Intento explicar que esta es mi posición, la mía propia.
Parece más un caso de dejadez unionista que de apropiación republicana.
¿Cómo se podría avanzar en el conocimiento del irlandés?
Que el nuevo ministro de
Educación en el Gobierno de Stormont sea miembro del DUP ha provocado
cierto temor entre los defensores del irlandés.
Cuando es visto como algo que favorece al enemigo.
¿Ve alguna posibilidad de que
apoyen su trabajo en las zonas unionistas? Es algo que un ministro del
DUP podría hacer más fácilmente mientras que sería mal visto si lo
hubiera hecho alguien de Sinn Féin.
¿Hay alguna ayuda de la comunidad nacionalista?
En términos culturales, los nacionalistas adoptan ambas culturas, los unionistas han decidido excluir la irlandesa...
¿Cómo ve el futuro de esta lengua?
Bobby Sands y sus compañeros
hicieron todo lo posible por aprender irlandés mientras otros hacían lo
imposible por borrar cualquier vestigio de esa lengua en su comunidad.
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