Nos informa Jose León (lector habitual del blog) de un artículo de Declan Kearney, portavoz nacional de Sinn Féin, que ha sido publicado recientemente.
Punto de inflexión que asegure el poder político para el cambio
Ante los movimientos tendentes al cambio en Europa y la convulsión política que vive Irlanda debido al descontento popular, el autor sostiene que progresistas y republicanos de izquierdas, junto con la masa social del país, deben unir sus fuerzas para hacer posible ese proceso abierto hacia la justicia social.
Durante los últimos años ha tenido lugar una convulsión sin precedentes en la política irlandesa. Las tarifas de agua se han convertido en catalizadoras del descontento popular contra la coalición gobernante Fine Gael/Partido Laborista. En el Norte de Irlanda el convergente impase político y los retos económicos amenazaban las instituciones políticas y potencialmente con una crisis masiva debido a que los gobiernos británico e irlandés dieron el proceso de paz por hecho.
Sería prematuro decir que la situación política existente representa un realineamiento político permanente, pero es una realidad que el status quo a nivel nacional se ha desplazado, generando de este modo el potencial para más cambios.
Los progresistas y republicanos de izquierdas debemos hacer que ese cambio se convierta en irreversible mediante la alteración de la actual correlación de fuerzas, y crear de ese modo un nuevo realineamiento político, el cual es solo posible mediante el apoyo popular a una alternativa política creíble que pueda efectivamente desafiar el poder de los conservadores y sus políticas.
Durante las conversaciones de Stormont, la alianza entre los gobiernos británico e irlandés intentó impulsar recortes en la asistencia social y aumentar la austeridad, utilizando para ello la puerta trasera. El apoyo mostrado por Fine Gael y los Laboristas a los Tories solo puede ser entendido como un intento de nacionalizar las políticas que estos socios de gobierno han aplicado en el Sur de Irlanda, y sin duda alguna por razones cínicas y meramente electorales contra Sinn Fein.
Los dos gobiernos y las élites económicas a los que representan están contraatacando motivados por la fuerza política que Sinn Fein está acumulando en el Norte y el Sur de Irlanda. Los dos gobiernos e intereses externos relacionados con la banca y el capital han identificado el crecimiento de Sinn Fein como un bloque estratégico contra su hegemonía. La perspectiva de que Sinn Fein lidere la igualdad desde los gobiernos del Norte y del Sur es un escenario de pesadilla para ellos.
El contexto más amplio es la guerra ideológica en la que está envuelta la sociedad irlandesa y que se extiende por toda Europa occidental y América. No es ninguna coincidencia el éxito conseguido por Syriza en las elecciones generales griegas, ni que Podemos sea el partido mayoritario en España, o que el Partido Nacional Escocés sea un partido que está al alza. En el plano ideológico de derechas, el UKIP emerge como el pretexto de los Conservadores Británicos, el Frente Nacional francés se ha reforzado, y la pretensión de Obama de reestructurar la economía de los Estados Unidos, de aplicar nuevas medidas fiscales y de defender su legislación sanitaria se encuentra con una mayor oposición proveniente de las filas derechistas del Partido Republicano de los Estados Unidos.
En Irlanda, la actual situación política solo es comparable a las divisiones ideológicas que apuntalaron la contrarrevolución de 1921-1923. Actualmente existen fuertes diferencias ideológicas sobre la cuestión de cómo se debería organizar la sociedad irlandesa, las cuales están generando una creciente polarización entre los que defienden los intereses comunitarios y los derechos de los ciudadanos y ciudadanas en oposición a los intereses de la banca y el capital internacional.
El reto estratégico de Sinn Fein es continuar avanzando en este contexto y la perspectiva nacional es clave para ello. Esta debe ser la principal determinante estratégica y política del partido. De no ser así, el aumento electoral y la posibilidad de gobernar en el sur de la isla, así como las instituciones políticas en el norte, se arriesgan a convertirse en fines en sí mismos en vez de instrumentos para conseguir «una Irlanda de Iguales».
Siendo Sinn Fein partido gobernante en el Norte, ahora le toca asegurar la implementación del Acuerdo de Stormont, y al mismo tiempo que hace avanzar la igualdad, se debe de oponer a la austeridad y priorizar la inversión estratégica en el servicio público, en la creación de empleo y en el crecimiento. Se debe de proteger el reparto de poder, (principio acordado dentro de la estructura de gobierno del Norte como resultado de los acuerdos de Viernes Santo de 1998) y se debe aumentar la implicación de la sociedad civil en el proceso democrático y desarrollar una reconciliación verdadera.
En el Sur la prioridad del partido pasa por prepararse para gobernar para largo plazo, planificando inversiones sostenibles en el servicio sanitario, la asistencia social, la educación, el desarrollo industrial y las infraestructuras así como la estimulación económica, para beneficio de todos los ciudadanos y ciudadanas.
El imperativo de poseer poder político real para avanzar en los objetivos republicanos debería de ser la base de Sinn Fein para gobernar en el Sur y no simplemente crear una coalición por el mero hecho de coaligarse, pero para crear estas condiciones será esencial una nueva masa social crítica que impulse el cambio. Esto presupone no solo continuar con la reordenación política, sino una mayor unidad de acción entre progresistas, izquierdistas y la opinión nacional y democrática, la cual cambie el centro de gravedad político y genere un punto de inflexión.
Es necesaria la implicación política de todos los que están genuinamente comprometidos con el control democrático de la economía, la justicia social y una Irlanda unida acordada. Movimientos políticos, sociales y comunitarios deberían colectivamente discutir la elaboración de una agenda que movilice la mayor masa de la sociedad irlandésa a favor de la igualdad, la protección de los más vulnerables, la distribución de la riqueza y los recursos de acuerdo con las necesidades de los ciudadanos y ciudadanas y la garantía de sus derechos.
Mientras que nuevas fuerzas políticas a nivel internacional se preparan para hacerse con el poder gubernamental, en Irlanda deberían de comenzar a darse debates formales para forjar consensos entre Sinn Fein, independientes progresistas, el movimiento sindical, las bases de la comunidad y la izquierda no sectaria. Ese proceso debería centrarse en la creación de alianzas duraderas, estratégicas, intersectoriales, intercomunitarias y políticas en el Norte y en el Sur.
Es el momento de entablar conversaciones serias entre partidos progresistas irlandeses, la comunidad y activistas sindicales para definir ideas y estrategias que aseguren la futura elección de una coalición de izquierdas en el Sur, dedicada a establecer una nueva República nacional.
Es el único modo para avanzar.
Punto de inflexión que asegure el poder político para el cambio
Ante los movimientos tendentes al cambio en Europa y la convulsión política que vive Irlanda debido al descontento popular, el autor sostiene que progresistas y republicanos de izquierdas, junto con la masa social del país, deben unir sus fuerzas para hacer posible ese proceso abierto hacia la justicia social.
Durante los últimos años ha tenido lugar una convulsión sin precedentes en la política irlandesa. Las tarifas de agua se han convertido en catalizadoras del descontento popular contra la coalición gobernante Fine Gael/Partido Laborista. En el Norte de Irlanda el convergente impase político y los retos económicos amenazaban las instituciones políticas y potencialmente con una crisis masiva debido a que los gobiernos británico e irlandés dieron el proceso de paz por hecho.
Sería prematuro decir que la situación política existente representa un realineamiento político permanente, pero es una realidad que el status quo a nivel nacional se ha desplazado, generando de este modo el potencial para más cambios.
Los progresistas y republicanos de izquierdas debemos hacer que ese cambio se convierta en irreversible mediante la alteración de la actual correlación de fuerzas, y crear de ese modo un nuevo realineamiento político, el cual es solo posible mediante el apoyo popular a una alternativa política creíble que pueda efectivamente desafiar el poder de los conservadores y sus políticas.
Durante las conversaciones de Stormont, la alianza entre los gobiernos británico e irlandés intentó impulsar recortes en la asistencia social y aumentar la austeridad, utilizando para ello la puerta trasera. El apoyo mostrado por Fine Gael y los Laboristas a los Tories solo puede ser entendido como un intento de nacionalizar las políticas que estos socios de gobierno han aplicado en el Sur de Irlanda, y sin duda alguna por razones cínicas y meramente electorales contra Sinn Fein.
Los dos gobiernos y las élites económicas a los que representan están contraatacando motivados por la fuerza política que Sinn Fein está acumulando en el Norte y el Sur de Irlanda. Los dos gobiernos e intereses externos relacionados con la banca y el capital han identificado el crecimiento de Sinn Fein como un bloque estratégico contra su hegemonía. La perspectiva de que Sinn Fein lidere la igualdad desde los gobiernos del Norte y del Sur es un escenario de pesadilla para ellos.
El contexto más amplio es la guerra ideológica en la que está envuelta la sociedad irlandesa y que se extiende por toda Europa occidental y América. No es ninguna coincidencia el éxito conseguido por Syriza en las elecciones generales griegas, ni que Podemos sea el partido mayoritario en España, o que el Partido Nacional Escocés sea un partido que está al alza. En el plano ideológico de derechas, el UKIP emerge como el pretexto de los Conservadores Británicos, el Frente Nacional francés se ha reforzado, y la pretensión de Obama de reestructurar la economía de los Estados Unidos, de aplicar nuevas medidas fiscales y de defender su legislación sanitaria se encuentra con una mayor oposición proveniente de las filas derechistas del Partido Republicano de los Estados Unidos.
En Irlanda, la actual situación política solo es comparable a las divisiones ideológicas que apuntalaron la contrarrevolución de 1921-1923. Actualmente existen fuertes diferencias ideológicas sobre la cuestión de cómo se debería organizar la sociedad irlandesa, las cuales están generando una creciente polarización entre los que defienden los intereses comunitarios y los derechos de los ciudadanos y ciudadanas en oposición a los intereses de la banca y el capital internacional.
El reto estratégico de Sinn Fein es continuar avanzando en este contexto y la perspectiva nacional es clave para ello. Esta debe ser la principal determinante estratégica y política del partido. De no ser así, el aumento electoral y la posibilidad de gobernar en el sur de la isla, así como las instituciones políticas en el norte, se arriesgan a convertirse en fines en sí mismos en vez de instrumentos para conseguir «una Irlanda de Iguales».
Siendo Sinn Fein partido gobernante en el Norte, ahora le toca asegurar la implementación del Acuerdo de Stormont, y al mismo tiempo que hace avanzar la igualdad, se debe de oponer a la austeridad y priorizar la inversión estratégica en el servicio público, en la creación de empleo y en el crecimiento. Se debe de proteger el reparto de poder, (principio acordado dentro de la estructura de gobierno del Norte como resultado de los acuerdos de Viernes Santo de 1998) y se debe aumentar la implicación de la sociedad civil en el proceso democrático y desarrollar una reconciliación verdadera.
En el Sur la prioridad del partido pasa por prepararse para gobernar para largo plazo, planificando inversiones sostenibles en el servicio sanitario, la asistencia social, la educación, el desarrollo industrial y las infraestructuras así como la estimulación económica, para beneficio de todos los ciudadanos y ciudadanas.
El imperativo de poseer poder político real para avanzar en los objetivos republicanos debería de ser la base de Sinn Fein para gobernar en el Sur y no simplemente crear una coalición por el mero hecho de coaligarse, pero para crear estas condiciones será esencial una nueva masa social crítica que impulse el cambio. Esto presupone no solo continuar con la reordenación política, sino una mayor unidad de acción entre progresistas, izquierdistas y la opinión nacional y democrática, la cual cambie el centro de gravedad político y genere un punto de inflexión.
Es necesaria la implicación política de todos los que están genuinamente comprometidos con el control democrático de la economía, la justicia social y una Irlanda unida acordada. Movimientos políticos, sociales y comunitarios deberían colectivamente discutir la elaboración de una agenda que movilice la mayor masa de la sociedad irlandésa a favor de la igualdad, la protección de los más vulnerables, la distribución de la riqueza y los recursos de acuerdo con las necesidades de los ciudadanos y ciudadanas y la garantía de sus derechos.
Mientras que nuevas fuerzas políticas a nivel internacional se preparan para hacerse con el poder gubernamental, en Irlanda deberían de comenzar a darse debates formales para forjar consensos entre Sinn Fein, independientes progresistas, el movimiento sindical, las bases de la comunidad y la izquierda no sectaria. Ese proceso debería centrarse en la creación de alianzas duraderas, estratégicas, intersectoriales, intercomunitarias y políticas en el Norte y en el Sur.
Es el momento de entablar conversaciones serias entre partidos progresistas irlandeses, la comunidad y activistas sindicales para definir ideas y estrategias que aseguren la futura elección de una coalición de izquierdas en el Sur, dedicada a establecer una nueva República nacional.
Es el único modo para avanzar.
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