Hans Sloane el médico del Norte de Irlanda que inventó el chocolate con leche
Desde la brújula verde desarrollan la información de la siguiente manera:
La introducción en Europa del cacao, aquel producto que los pueblos
prehispanos de América consumían con deleite e incluso usaban como
moneda, fue cosa de los españoles, entre quienes se difundió con rapidez
y gran aceptación para después extenderse a otros países. Al contrario
que en el Nuevo Mundo, donde lo tomaban frío, espumoso y aderezado con
vainilla y pimienta, además de endulzado su amargor natural con azúcar o
miel, a este lado del Atlántico se prefería caliente y también mezclado
con azúcar pero rebajado con agua. Hasta que a finales del siglo XVII,
un naturalista irlandés tuvo la idea de combinarlo con leche y cambio el
panorama.
Aquel hombre se llamaba Hans Sloane y había nacido en Killyleagh (en
la actual Irlanda del Norte) en 1660, hijo de una familia escocesa
protestante instalada en el país en tiempos de Jacobo I. Suele
destacarse como anécdota que Hans llegó a este mundo el mismo año en que
se fundaba en Londres
la Royal Society, entidad de la que no sólo sería miembro en el futuro
sino que incluso la presidiría. De momento, mostró ya en la infancia una
gran afición por la naturaleza, lo que le llevó un tiempo después a
estudiar medicina en la capital británica.
Sir Hans Sloane/Imagen: dominio público en Wikimedia Commons
En aquellos tiempos esa carrera incluía también botánica y farmacia,
lo que incitaba a los estudiantes a formar sus propias colecciones de
plantas y organismos con los que elaboraban fármacos; al parecer, Sloane
reunió un conjunto tan apreciable que suministraba ejemplares a
ilustres científicos como John Ray y Robert Boyle, gracias a que lo
amplió durante su estancia en Francia, a donde había ido para concluir
sus estudios, obteniendo el título de físico en Aviñón (en París no
podía, al ser protestante). En 1683 regresó a Londres, ingresando en la
citada Royal Society dos años más tarde.
Gracias a que le contrató como ayudante el médico más prestigioso del
momento, Thomas Sydenham, su vida profesional empezó a ascender como la
espuma y en 1687 pasó a ser miembro del Real Colegio de Médicos,
ejerciendo la medicina hasta que se presentó una de esas oportunidades
que no hay que dejar escapar: Christopher Monck, Duque de Albemarle,
acababa de ser nombrado nuevo gobernador de Jamaica y se disponía a
viajar a la isla a bordo del HMS Assistance, necesitando los
servicios de un galeno. Sloane aceptó el puesto y zarparon de Portsmouth
en septiembre, arribando a Port Royal pasada la mitad de diciembre.
Mapa de Jamaica en los años setenta del siglo XVII (John Seller)/Imagen: VERSO
Aquella colonia caribeña inglesa
vivía una etapa de esplendor gracias a sus grandes plantaciones de
azúcar, producto muy demandado, pero para un naturalista tenía un
atractivo muy distinto: el de conseguir todo tipo de especies exóticas. A
eso se dedicó Sloane fundamentalmente durante sus quince meses de
estancia; no fueron más porque el gobernador falleció al año de llegar.
El joven doctor reunió cerca de ochocientos ejemplares que catalogaría
siguiendo el método de Linneo una década después y publicaría bajo el
título A Voyage to the Islands Madera, Barbados, Nieves, S. Christophers and Jamaica (1707–1725), en dos volúmenes profusamente ilustrados.
Ahora bien, la importancia del episodio jamaicano fue mayor en otros
dos aspectos. Uno personal, pues allí conoció a una viuda, hija de un
concejal, con la que se casaría en 1695 y que le daría tres hijas y un
hijo. Elizabeth Langley Rose, que así se llamaba, era dueña de varias
plantaciones azucareras -trabajadas por esclavos,
como era habitual en todo el Caribe- que rentaban un importante caudal
de dinero y esos ingresos, más los que obtenía su marido con la medicina
y unas inversiones inmobiliarias que hicieron en Londres, dotaron al
matrimonio de una considerable riqueza.
Dibujo de una planta de cacao publicado en la obra de Sloane/Imagen: Tyne & Wear Archives & Museums
El otro aspecto importante fue el cacao. Sloane estableció una
relación causa-efecto entre el frecuente consumo de ese producto por
parte de las gentes de la isla y la buena salud de que parecían gozar,
contando en el segundo volumen de su libro que muchos utilizaban el
cacao como medicina para varias afecciones, que las madres lo usaban
para destetar a los bebés y que los españoles eran adictos, tomando
hasta seis tazas diarias. Cuando resolvió atravesar de nuevo el océano
hacia Gran Bretaña, se aseguró de llevar consigo un buen número de
plantas de cacao. Y así, en 1689, Sloane desembarcaba en una Inglaterra
que pasaba por cierta inestabilidad política, al sustituir el
protestante Guillermo de Orange al católico Jacobo II en el trono.
Sloane se convirtió en uno de los médicos preferidos de las clases
acomodadas, con una lucrativa consulta en su propia casa pero, además,
siendo nombrado médico suplente de la Corona, a tres de cuyos monarcas
atendió entre 1696 y 1727: Ana Estuardo, Jorge I y Jorge II, a este
último ya como primer médico. Eso le valió ganarse el título de baronet
en 1717 (era el primer galeno que conseguía un título hereditario) y
dos años después pasó a ser presidente del Royal College of Physicians.
En 1727 sucedió a Isaac Newton al frente de la mencionada Royal Society y
fue uno de los fundadores del Foundling Hospital, institución dedicada
al cuidado de niños abandonados y huérfanos, quizá recordando que él
mismo había perdido a su padre cuando apenas contaba seis años.
sir Hans Sloane en 1736 (Stephen Slaughter)/Imagen: Stephencdickson en Wikimedia Commons
En 1741, siendo ya octogenario, se retiró para establecerse en una
casa solariega adquirida en Chelsea tres décadas antes y que en un
futuro sería el punto de partida del Chelsea Physic Garden. Se llevó
consigo su biblioteca y su gabinete de curiosidades (nombre que se daba
en la época a las colecciones variopintas que constituirían el germen de
los museos y se exponían en un salón de casa), que no tenían precio
porque las había ido adquiriendo a prestigiosos científicos o
aficionados como William Courten, el cardenal Filippo Antonio Gualterio,
James Petiver, Nehemiah Grew, Leonard Plukenet, la duquesa de Beaufort,
Adam Buddle, Paul Hermann, Franz Kiggelaer y Herman Boerhaave.
Dichas colecciones estaban formadas por libros, manuscritos,
grabados, dibujos, flora, fauna, medallas, monedas, sellos, camafeos y
otras cosas que sumaban un total de doscientas mil piezas y que a su
muerte, acaecida en 1753, legó a la nación. Para aprovecharlas, junto
con la Biblioteca Real de Jorge II, en 1759 el Parlamento fundó en
Bloomsbury el germen de lo que sería el British Museum. Posteriormente,
con la creación del Museo de Historia Natural, la parte correspondiente
de aquel legado se traspasó a sus fondos.
Portada del libro viaje a Jamaica/Imagen: dominio público en Wikimedia Commons
Así fue la historia de uno de los grandes científicos británicos pero
nos falta aclarar una cosa. Cuando regresó de Jamaica en 1689,
decíamos, llevó consigo varias plantas de cacao. El chocolate había empezado a extenderse por Inglaterra bastante antes, hacia 1657, aunque a Sloane no le gustaba y lo describió como «nauseabundo y duro de digerir».
No obstante, también reseñamos que se percató de sus cualidades
medicinales, confirmando las noticias que tenía de uso en Alemania, por
ejemplo, donde, al contrario que en España, Italia y Francia, únicamente
se empleaba como fármaco.
Los ingleses, en cambio, introdujeron en 1674 la novedad de
presentarlo en forma sólida en lugar de líquida, haciendo pastelillos
con cacao, huevo, azúcar, especias y leche. Eso dio una idea a Sloane:
sustituir el agua en que se diluía el chocolate para beber por leche, lo
que le otorgaba al producto un sabor mucho más agradable y mejoraba sus
cualidades nutritivas. En realidad es probable que otros probaran antes
esa fórmula pero fue él quien la patentó y, de hecho, trocó su opinión
negativa anterior volviéndose un consumidor asiduo el resto de sus días;
la única cesión que hizo, pues siempre fue de hábitos sobrios, lo que
facilitó su longevidad.
La rectea de Sloane comercializada por Cadbury en 1850/Imagen: dominio público en Wikimedia Commons
En 1750 un tendero del Soho londinense llamado Nicholas Sanders
vendía chocolate con leche elaborado según la receta de Sir Hans Sloane,
a la que atribuía propiedades curativas. De esta forma, sin darse
cuenta, estaba comercializando una marca chocolatera por primera vez,
adelantándose quince años a la fabricación industrial y ganándose el
recelo de los cerveceros, que temiendo perder a su clientela pidieron
leyes que pusieran coto a la creciente popularidad del producto. No
hicieron falta porque, a caballo entre los siglos XVIII y siglo XIX, el
turinés Doret empezó a hacer chocolate sólido, que terminó desplazando
al de beber.
Más aún, fue precisamente en Inglaterra donde se ideó por primera vez
la presentación en forma de tableta, en 1847, paralelamente a la venta
de latas de chocolate con leche líquido que realizaba la empresa Cadbury… usando la receta de Sloane, cuyos derechos había adquirido.
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No trato de ser objetivo pues este blog llevará "mi marca" y sin duda mis afectos son declarados hacia el lado del republicanismo irlandés, si bien, abogo por la defensa de las ideas republicanas, a día de hoy, por medio de métodos exclusivamente políticos (y sociales).
Ahora bien, no por ello ocultaré realidades, ni defenderé lo indefendible, creo que este blog debe servir sobre todo para saber a muy grandes rasgos quién es quién en el norte (noreste) de la isla esmeralda.
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