domingo, 31 de octubre de 2021

Oíche Shamhna shona! - Feliz Samhain!

El Samaín fue el origen de todo. En gaélico, Samhain significa «fin del verano», pues los antiguos celtas lo celebraban en ese momento de transición del estío al invierno. Esta celebración milenaria tiene lugar cada año, durante la noche que va del 31 de octubre al 1 de noviembre, en una de esas fechas en las que se cuenta que es más fácil transitar entre dos mundos: el de los vivos y el de los muertos.
 
El Samaín configuraba el Año Nuevo celta. Los pueblos celtas consideraban que el año estaba dividido en dos partes: una oscura, que se inica en la noche de Samaín, y una clara, que se incia en la noche de Walpurgis, con la fiesta de Beltane, entre el 30 de abril y el 1 de mayo. No obstante, es la de Samaín el inicio de todo, cuando el verano moría y comenzaba el invierno.

Eran los druidas los encargados de celebrar la fiesta celta para honrar a los ancestros, a través de numerosos ritos. Cuentan las leyendas que recogían en los bosques más apartados bayas de muérdago durante esa noche, para lo que utilizaban una hoz sagrada forjada en oro. Con ellas, preparaban pócimas y ungüentos, y vaticinaban sobre el futuro de las cosechas y de la aldea.

Uno de los rituales que ha llegado hasta nosotros, y cuyos resultados auguraban el futuro, es el de coger manzanas, que se ha transformado en el apple bobbing de Halloween. Consiste en sumergir varias de estas frutas en un caldero con agua y ser capaz de agarrarlas con la boca.

Durante esta jornada, los druidas también apilaban ramas sagradas y encendían al atardecer hogueras en diferentes puntos del poblado, para ahuyentar a los malos espíritus y guiar a los difuntos en su camino. Algunas personas se cubrían con pieles de animales, máscaras, etc. para despistar a los espíritus y los fantasmas, lo cual daría lugar a la costumbre de disfrazarse que se mantiene en la actualidad durante tal noche.

En Samaín las poblaciones célticas cogían las calaveras de sus enemigos muertos en la batalla y los iluminaban, para colocarlos en los muros de los castros. Posteriormente, a pesar de la llegada del cristianismo, que lo declaró una festividad pagana, en Europa los pueblos de origen céltico continuaron con la tradición del Samaín.

Entre aquellos pueblos que conservaron sus tradiciones, como los irlandeses, la noche de Samaín vaciaban los nabos y en el hueco interno colocaban carbón ardiente para alumbrar el regreso de los difuntos al mundo de los vivos, con la intención de recibirles y, a la vez, protegerse de los malos espíritus.

Con la aparición de las calabazas, comenzaron a vaciarse estas para esculpir en ellas calaveras que dieran miedo, colocando una vela en su interior, para espantar a los malos espíritus en la noche que transita entre el verano y el invierno.

Hadas, trasgos y todo tipo de seres feéricos pueden caminar entre nosotros durante el Samaín, ya que está abierta la puerta entre dos mundos. Por ello en las aldeas, se cerraban las casas a cal y canto y no se abría a nadie. Se decía que, en caso de osar hacerlo, si el visitante era un hada, la suerte bendeciría a los que estuvieran bajo ese techo durante todo el año siguiente, pero si se trataba de un trasgo, la mala suerte caería irremediablemente sobre ellos.

El Samaín llegó a Estados Unidos durante los siglos XVIII y XIX, a causa de los numerosos emigrantes escoceses e irlandeses que partieron hacia América, llevando con ellos su cultura y tradición. De ahí proviene el nombre actual de Halloween, pues tal denominación tiene su origen en el término All Hallows' Eve, la vigilia que se celebraba la noche anterior al Día de Difuntos.

Las culturas entonces se entremezclaron y se incluyó en esta celebración la leyenda negra de Stingy Jack, un irlandés que la noche de un 31 de octubre se cuenta que se tropezó con el mismo Diablo, y a quien terminaría conociéndose como Jack O'Lantern. Ese mismo término acabó utilizándose como nombre común para referirse a las calabazas que se decoran en Halloween.

El famoso «truco o trato» (trick or treat) que tanto ha popularizado el Halloween estadounidense, y que hemos visto reflejado infinidad de veces en el cine, también tiene su origen en el mundo celta. Cuenta la tradición que los druidas iban la noche del 31 de octubre de casa en casa pidiendo comida para honrar a sus dioses, por lo que ni siquiera lo que muchos consideran una costumbre americana lo es.

Tal y como ha pasado con infinidad de celebraciones paganas, el cristianismo terminó instaurando en esos días sus propias festividades, para absorberlas del todo. A la mañana siguiente del Samaín, se celebra así el Día de Todos los Santos, en el que se recuerda a las personas fallecidas que están en el Paraíso, según indica el calendario litúrgico de la Iglesia Católica, festividad que se estableció alrededor del siglo X.

Pero, además de ello, la tradición católica instauró poco tiempo después el Día de los Fieles Difuntos (2 de noviembre), en el que sí se recuerda también a aquellos que no están en el Paraíso y permanecen en el Purgatorio, coincidiendo con la fecha en la que en México se celebraba ya el Día de los Muertos, otra fiesta pagana de origen prehispánico.

Referencias usadas:https://viajes.lavozdegalicia.es/lista/viajes-galicia/2018/07/05/doce-debes-saber-sobre-samain/03071530805944300944843.htm#

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