domingo, 4 de marzo de 2018

Los Seis Condados Ocupados siguen complicando la solución para el Brexit

Desde ABC desarrollan la noticia de la siguiente manera (sin editar, se apela a la lectura crítica, sobre todo en conceptos como Ulster - que son 9 condados, no seis y las fronteras artificialmente impuestas);

La visita relámpago a Londres que este jueves hizo el presidente del Consejo de la UE, Donald Tusk, no sirvió para calmar los ánimos en el momento más complicado del Brexit. Sin empezar aún las negociaciones formales de una teórica segunda etapa para llegar a un acuerdo de divorcio, las posiciones de Londres y Bruselas se encuentran más alejadas que nunca a la espera de que este viernes Theresa May, en un esperado discurso, exponga las líneas maestras de la estrategia del Gobierno británico para la nueva fase de las conversaciones.


Con la decisión ya tomada, según todos los indicios, de abandonar tanto el mercado único como la unión aduanera, el principal punto de discordia entre ambas partes es la frontera de Irlanda con la provincia británica de Irlanda del Norte. Tanto el Reino Unido como la UE coinciden, tal y como acordaron en diciembre, en que no se puede volver a levantar una frontera dura entre los dos países. Algo que nadie quiere ni a un lado ni a otro de la frontera.

El problema está en que. con la negativa de la «premier» a la propuesta europea de que Irlanda del Norte siga formando parte del mercado único, en Bruselas no ven apenas margen de maniobra para buscar una fórmula distinta a la suya que impida el levantamiento de pasos fronterizos. «No puede haber comercio sin fricciones fuera de la unión aduanera y el mercado único», aseguraba Tusk antes de tomar el avión para Londres. «La fricción es un efecto secundario inevitable del Brexit. Está en su naturaleza», recalcó horas antes de almorzar con Theresa May, a la que, con las cámaras aún grabando le espetaba:«No estoy muy feliz con la línea roja» marcada por la «premier». Después, la conversación, según fuentes de ambas partes, fue «positiva y constructiva».

Con las autoridades irlandesas acusando a la líder británica de romper el pacto acordado a finales del año pasado, la UE aprieta al Ejecutivo británico para que exponga cuanto antes una propuesta realista que complete o sustituya la suya.

Tecnología para evitar barreras físicas

Todo parece indicar que hoy May recurrirá a la tecnología y mejoras en los controles para evitar tanto la creación de nuevos puestos fronterizos físicos sin necesidad de que Irlanda del Norte siga formando parte de la unión aduanera. Es una cuestión de supervivencia, ya que tiene que bailar entre estas dos aguas para contentar tanto a los «brexiters» como a sus socios de Gobierno, los unionistas norilarndeses del DUP, que no quieren de ninguna de las maneras un estatus diferenciado para el Ulster y cuyos votos son claves para mantener el Ejecutivo de May.

Por eso insistirá, como hizo en Westminster, en que el plan de la UE, de ser implementado, ya que de lo contrario «amenazaría la integridad constitucional del Reino Unido» al crear una frontera en el Mar de Irlanda, algo inconcebible para los británicos.

Por si fuera poco, a la «premier» le siguen saliendo enemigos en sus propias filas. El ex primer ministro John Major se desmarcaba de la línea que quiere imponer May, al pedir «un voto libre en el Parlamento para convocar un segundo referéndum sobre la pertenencia a la UE», además de criticar «la locura del Brexit» que llevan adelante ella misma y el ministro de Exteriores, Boris Johnson. Segundo referéndum, por cierto, que también pidió ayer de nuevo el también exmandatario británico Tony Blair.

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