jueves, 3 de julio de 2014

David Cameron recibe a una delegación del SF en Londres

Borja Bergareche desarrolla la noticia de la siguiente manera (sin editar) ; 

El primer ministro británico, David Cameron, ha recibido hoy [ayer], por primera vez desde su llegada al poder en mayo de 2010, a una delegación del Sinn Féin en Londres para impulsar las conversaciones entre los partidos irlandeses sobre los flecos pendientes del conflicto norirlandés. El encuentro supone la primera implicación personal del «premier» conservador en un proceso de paz que muchos observadores consideran estancado. Y coincide con la reactivación esta misma semana en la asamblea parlamentaria norirlandesa de Stormont de las conversaciones entre las distintas fuerzas políticas del Ulster.

Las reuniones tienen lugar en el inicio de la temporada de las marchas orangistas en la región, un ritual anual de orgullo unionista que, según coinciden unos y otros, puede todavía hacer descarrilar el proceso de paz si se desata la violencia. Ayer por la noche, unas 2.000 personas participaron en uno de los desfiles en un bastión lealista en el Este de Belfast, en medio de un imponente despliegue policial. Las autoridades erigieron muros metálicos y barreras policiales y situaron cientos de vehículos antidisturbios para separar físicamente el desfile, que discurre por el distrito de Ballymacarrett, del enclave católico de Short Strand.

La escena tiene mucho de festejo familiar callejero, similar al que puede darse en Semana Santa en cualquier ciudad andaluza. Pero las marchas, en las que las distintas «cofradías» orangistas desfilan con aire marcial y músicas militares, son percibidas como una afrenta por las comunidades católicas. Los estandartes que portan las distintas bandas locales suelen llevar la efigie de Martín Lutero, de la Reina de Inglaterra, del Duque de York y otros héroes militares británicos, y de Guillermo de Orange, el aspirante protestante al trono del católico Jaime II a finales del siglo XVII.

Un cóctel religioso-nacionalista con fuertes resonancias anti-católicas y anti-republicanas que alimenta todavía las compactas filas de lo que los expertos califican como sub-cultura lealista, muy enraizada en los barrios más deprimidos de la capital norirlandesa. Los políticos de Ulster contemplan con especial preocupación la marcha que tradicionalmente recorre Ardoyne, en el norte de Belfast, cada doce de julio, y que el año pasado dio lugar a graves disturbios en la ciudad.

«Guerra de las banderas»

Las marchas orangistas forman parte del menú de temas pendientes del proceso de paz, junto con la gestión de los casos de violencia ocurridos antes de la firma de los Acuerdos de Viernes Santo en 1998 y la llamada «guerra de las banderas» en Belfast. La decisión municipal de hacer ondear la bandera británica solo en una quincena de días festivos en lugar de todos los días del año desató el año pasado una oleada de violencia de grupos lealistas, que reclaman ver la enseña cada día. La invitación de Cameron al Sinn Féin para abordar estos temas podría suponer un deseo del primer ministro de involucrarse más en la gestión del proceso de paz.

Aunque se ha encontrado en el pasado con representantes de la formación republicana que lidera Gerry Adams, nunca había recibido así a una delegación oficial. «La de hoy será la primera reunión del primer ministro británico David Cameron con la dirección del Sinn Féin desde que fue elegido en 2010, lo que constituye una prueba lamentable del fracaso del gobierno británico hasta la fecha a la hora de comprometerse con el proceso de cambio en el norte», ha afirmado Adams este miércoles, horas antes de la reunión.

El líder «tory» ha abordado la situación económica norirlandesa con el ministro principal del Ulster, el unionista Peter Robinson, y su adjunto, el republicano Martin McGuinness, que fue comandante de IRA en los 70. Todos ellos se han comprometido a hacer avanzar el llamado «pacto económico» para el Ulster, y Cameron ha anunciado que el gobierno tomará en el otoño la decisión final sobre la gran reivindicación de los políticos norirlandeses: que el gobierno les transfiera la capacidad de modificar el tipo del impuesto de sociedades, para poder competir con el 12,5% de tipo nominal que existe en la vecina República de Irlanda.

En paralelo, los cinco grandes partidos norirlandeses han retomado esta semana en Stormont unas conversaciones que estaban paralizadas desde hacía seis meses. Entonces, las dos principales fuerzas unionistas y las dos grandes fuerzas republicanas, además del partido aconfesional Alianza, no lograron alcanzar un acuerdo en torno a las propuestas de diplomático estadounidense Richard Haass, que puso sobre la mesa una serie de mecanismos para desactivar el potencial desestabilizador de las marchas, las banderas y los casos pendientes.

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