sábado, 24 de agosto de 2024

Los prisioneros irlandeses en Inglaterra publicado en la revista del IRSP, Starry Plough de 1976

Desde 'El norte de Irlanda' seguimos contando con la colaboración de Mugarra con esta página, en esta ocasión con una traducción de un artículo publicado en la revista del IRSP, Starry Plough, An Camchéacta, Vol. 1 – Nº 1º de diciembre de 1976.
Vaya por delante nuestro más sincero agradecimiento. 

Los prisioneros irlandeses en Inglaterra

Artículo publicado en la revista del IRSP, Starry Plough, An Camchéacta, Vol. 1 – Nº 1º de diciembre de 1976.
 

La situación de los prisioneros políticos irlandeses en las cárceles británicas no es conocida por la vasta mayoría del pueblo irlandés (e incluso por el británico). Sin duda ello es debido a las mentiras y a las distorsiones de los medios británicos, quienes muestran a todos los irlandeses como duros y fanáticos asesinos de masas.

Mientras tanto, los prisioneros políticos irlandeses en Inglaterra son las víctimas de una campaña de tortura física y mental con el objetivo de romper su deseo y forzales a abandonar sus convicciones políticas.

Incluso si el gobierno británico fracasa en esto, todo ello es ciertamente disuasorio para el resto de la población irlandesa en Inglaterra y en los Seis Condados para que no interfiera con la política británica en relación con Irlanda. La campaña anti-irlandesa está siendo conducida por el gobierno británico quienes incluso instigan el sectarismo en los seis Condados), sirviéndoles como justificación las atrocidades perpetradas por Inglaterra en el Norte y su presencia allí.

Esto es porque el The Irish Prisoners, publicado por el Prisoners Aid Committee (England) y que se vende a veinte peniques es un «abridor de ojos». Como declara «Es el primer trabajo serio sobre este tipo de asuntos» (sobre la situación de los prisioneros políticos irlandeses en Inglaterra). Los horribles hechos son claros a lo largo de sus páginas, la víctimización, la brutalidad y el acoso que los prisioneros irlandeses sufren, los simulacros de juicios en los que son forzados a participar, las «confesiones» que son sacadas mediante palizas, el estilo SAS y las condiciones en las prisiones que son forzados a soportar.

En esta etapa debería ser mencionado que nos oponemos a la campaña de bombas en Inglaterra y, de hecho, a toda campaña de bombas en donde civiles inocentes sean el objetivo. Habiendo dicho esto, incidimos en que de ninguna manera debería ello reflejarse sobre la integridad de los prisioneros políticos irlandeses quienes deben permanecer inocentes hasta que se pruebe su culpabilidad. No puede haber ningún estiramiento de la imaginación sobre la charada que tiene lugar en los tribunales británicos a los que no se puede llamar «justicia». Es más, incluso, si son culpables de ninguna manera pueden ser olvidadas sus torturas en las cárceles británicas.

The Irish Prisoners lista 68 prisioneros condenados y diez en prisión preventiva. De los 68 prisioneros sentenciados, 48 están cumpliendo un total de 611 años de condena y veinte están condenados a sentencias de por vida, las cuales son muy poco comunes por su dureza en la ley criminal británica. Pero quizás lo que es más intranquilizador está en la manera en la que fueron condenados y en la forma en la que son cumplidas las sentencias.

John Walter fue detenido por su presunta relación en las bombas de Birmigham de noviembre de 1974. Lo siguiente fue recopilado de información de la prensa sobre su juicio.

John Walter dijo que le habían propinado puñetazos y patadas, que había sido arrastrado por «soldados rasos» y le dijeron que su casa había sido dejada en ruinas. Un detective le golpeó de tal manera que lo dejó inconsciente y con un ojo amoratado. Sus pies fueron repetidamente esposados por el sargento Kelly, quien también le puso un cigarrillo cerca de una ampolla en el dedo gordo del pie. Kelly le amenazó con ponerle en el campo de fuego como «objetivo de prácticas».

Le dijeron que su esposa había realizado una declaración de que era responsable de las bombas de Birmingham.

Dijo que había firmado una declaración para que no le castigaran más. «Me sentí fatal y un manojo de nervios». Había estado sin comida todo el día.

Al salir de la furgoneta que le trajo a la prisión, se encontró en el aire. «No sabía si me habían puesto la zancadilla, pero caí de cara y mi cara golpeó contra el suelo». Perdió cinco dientes y otros dos le fueron extraídos más tarde. «Me dolía todo, desde arriba hasta abajo. Estaba en muy mal estado. La espalda me estaba matando, mis pies estaban hinchados, apenas podía andar, la úlcera me estaba matando. Me dolía la cabeza por los golpes y los puñetazos». Su mano era guiada por un detective mientras escribía la declaración, dado que ésta temblaba como resultado de la violencia que había sufrido.

Lo de arriba fue ignorado durante el juicio de John y su «confesión» fue presentada como prueba de que el propio Walter admitía su propia culpabilidad. Fue sentenciado a estar en prisión de por vida. Hay muchos casos similares recogidos en The Irish Prisoners.

Habiendo sido torturado para la «confesión» y con la consiguiente despiadada sentencia de prisión, uno podría creer que a los prisioneros se les dejará en paz para que cumplan sus sentencias. Pero ello está lejos de ser verdad. Los prisioneros políticos irlandeses son asaltados por los carceleros en sus celdas o se envía a otros presos para que les ataquen mientras los carceleros miran. (Noel Jenkinson, quien cumple condena de por vida, es mantenido en aislamiento y tiene a dos carceleros vigilándole. El pasado 3 de octubre fue atacado y golpeado hasta dejarle inconsciente por otros prisioneros. Esta fue la tercera vez que era herido en los pasados dos años y la tercera vez en los últimos tres meses).

También son continuamente castigados bajo las leyes y las regulaciones de la prisión con negación de las cartas, de periódicos y de las visitas y el acoso les asegura dificultades para reunirse con sus familiares.

Muchos prisioneros son forzados a permanecer en aislamiento en donde las luces están continuamente encendidas para dificultar el dormir y en donde mantener la noción del tiempo es imposible. Los prisioneros deben probar que conocen a sus visitas previamente a que fueran detenidos antes de que se les permita visitarles. Lo mismo sucede con las cartas. A menudo, las autoridades carcelarias exigen el aviso de una visita (en un caso con un mes de antelación antes de que al prisionero en cuestión se le apruebe una visita con su esposa). No hay privacidad durante la visitas porque los carceleros están escuchando y a veces, tomando notas. Frecuentemente, enormes barreras separan a los prisioneros de sus visitantes. Todo ello significa que ninguno de los problemas personales que surgen en una familia pueden ser discutidos y ello sin contar los problemas obvios de estar encarcelados. De esta manera, se puede imaginar el estrés que se pone tanto sobre el prisionero como sobre sus visitas.

Al prisionero a menudo se le impone un aislamiento mental de la realidad exterior dado que están prohibidos los libros políticos, los periódicos (y en muchos casos hasta la prensa diaria irlandesa). Otra trampa del gobierno británico es, quizás la más sucia de todas ellas, el que súbitamente, el prisionero es transferido de una prisión a otra sin notificárselo a sus familiares. Esto significa que los familiares acuden hasta la prisión para sus visitas, quizás habiendo recorridos una larga distancia, únicamente para descubrir que el prisionero que habían ido a visitar ha sido alejado muchas millas.

Los prisioneros siempre protestan por estas condiciones de la prisión y consecuentemente, sufren palizas, pérdidas de remisión y otras medidas punitivas. Además, los familiares de los prisioneros políticos siempre sufren su parte. Los familiares que visitan a sus parientes en las prisiones británicas pueden ser detenidos y arrojados a la cárcel. Otra trampa es negar a los prisioneros políticos la fianza y forzar a la víctima a pasar meses en la cárcel mientras espera su juicio, esto es, internados sin juicio. Deben sucumbir a los degradantes «registros despellejantes» aunque los prisioneros no políticos no los sufran. Los familiares deben también permitir ser escaneados (dando sus nombres, direcciones y datos relacionados con sus vidas personales) y fotografiados antes de que sus peticiones sean incluso consideradas para ser aceptadas para visitar a su pariente. Habiendo pasado por todo ello, a menudo, las peticiones son rechazas.

Incluso aunque el Ministerio del Interior británico ha declarado que su política es la de trasladar a los prisioneros cerca de sus familiares, incluso aunque ello sea moverlos a Irlanda del Norte, se niega a realizarlo. La lista de represiones contra los prisioneros políticos irlandeses en las cárceles británicas, no tienen final.

Más allá de las torturas para conseguir las «confesiones» que los prisioneros deben sufrir, también deben soportar la carga de la prensa británica (la cual les ha encontrado culpables antes de que el juicio haya iniciado), las mentiras de la policía, los jueces super celosos, la masiva super seguridad intimidatoria de los juicios y todas las duras sentencias. Las actitudes de los jurados, originadas en el bombardeo de la prensa histérica y ¡que está detrás con lo que tienen que lidiar durante el juicio!

Los tribunales británicos de todos los tiempos intentan aislar cada incidente de su contexto histórico y social dejándolo en un simple tema de «correcto» y «equivocado», excepto cuando les interesa.

Se podría continuar hasta el infinito sobre este tema, pero el espacio no lo permite. Sin embargo, puedes obtener The Irish Prisoners por veinte peniques pidiéndolo al Prisoners Aid Committee, c/66 York Way, Londres NI. En él también encontrarás información interesante sobre el trabajo hecho por Karl Marx y Friedrich Engels para los prisioneros políticos irlandeses en Inglaterra durante el periodo feniano.

Como conclusión, esta frase del Irish Prisioners lo resume todo: «Las palabras “justicia británica” ha llegado a tener un sonido peculiarmente amargo para los oídos irlandeses. Permanece la parcialidad, los prejuicios, el odio y la ignorancia… Lo que se está juzgando en esos tribunales es la ley británica en Irlanda y es encontrada culpable todas las veces».

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