miércoles, 11 de noviembre de 2020

La historia de la 'Poppy' - amapola - británica

Desde england calling desarrollan de esta manera la historia en torno a la Poppy británica;

Es en estos días de noviembre cuando vemos aparecer en las solapas de la chaquetas británicas unos broches de color rojo en forma de flor. La denominada Poppy Appeal, una flor de papel que simula ser una amapola, convertida desde la década de los años 20 en todo un símbolo del Imperio. Inglaterra y sus tradiciones. Inglaterra y el honor a los muertos.

Anualmente, cada 11 de noviembre, el Reino Unido celebra el Remembrance Day (Día del Recuerdo o Día del Armisticio), popularmente conocido como Poppy Day. Es entonces cuando millones de flores de papel de color rojo se reparten por las calles de Gran Bretaña para conmemorar las 11:00 horas del día 11 del 11º mes de 1918, momento en el que entraba en vigor el armisticio que ponía fin a la Gran Guerra, una masacre que terminó con la vida de más de 10 millones de personas.

La tradición marca que los hombres deberán colocársela en el lado izquiedo del pecho (lugar donde se ponían las medallas) y las mujeres en el derecho.

Establecido como tradición por el rey Jorge V en 1919, el origen de este símbolo nos lleva a unos versos de John McCrae, teniente coronel médico que se vio obligado a luchar en el frente en la batalla de Ypres, una de las ofensivas más sangrientas de la Primera Guerra Mundial que se llevó la vida de 850.000 personas, 325.000 de ellas soldados británicos.

A McCrae le afectó sobremanera la muerte de su amigo, el teniente Alexis Helmer, en la batalla de 1915, escribiendo entonces In Flanders Fields, uno de los poemas más populares de la guerra:

               In Flander fields
               the poppies blow between the crosses
               row on row,
               that mark our place;
               and in the sky the larks,
               still bravely singing,
               fly scarce heard amid
               the guns below.

El poema de McCrae llevó a Moina Michael, humanista y profesora en la Universidad de Georgia, a escribir el poema We Shall Keep the Faith y a empezar a portar una amapola roja en el aniversario. Aquel gesto pronto evolucionó al reparto de amapolas de papel a cambio de donativos para diversas instituciones. Desde entonces, todos los estados de la sociedad británica no faltan a su cita con las amapolas, siguiendo una tradición de la que no se libra ni la mismísima Isabel II. Tampoco el fútbol, teniendo en cuenta que muchos equipos sufrieron bajas durante la Primera Guerra Mundial.

REBELIÓN CONTRA LOS SÍMBOLOS

Donde hay una tradición por regla general siempre hay alguien dispuesto a cuestionarla o a saltársela, inmerso en eso que denominamos principios.

El White Poppy, nacido en oposición al rojo predominante, surge como una clara propuesta contra un armisticio que, aún poniendo fin a la Gran Guerra, no dejaba lo suficientemente claras las condiciones para evitar un nuevo enfrentamiento.

Las flores blancas fueron vendidas por primera vez en 1933 por la Cooperativa de Mujeres, tomando parte en su distribución un año después la PPU (Peace Pledge Union), una organización pacifista no gubernamental.

Ya en 1926, el movimiento No More War había promovido la idea de añadir el lema "No más guerra" en las flores rojas, petición que fue rechazada y que llevó a que la asociación distribuyese sus propias flores. Fueron tildados de anti patriotas e incluso llegaron a perder sus puestos de trabajo por llevarlas.

Pero si hay una historia de rebelión contra un símbolo que ha trascendido en los últimos años es la del jugador James McClean.

Nacido en Creggan, un barrio a las afueras de Derry, McClean ya se había visto inmerso en el centro de la polémica al compartir sus gustos musicales vía twitter. Concretamente la canción The Broad Black Brimmer, del grupo folk nacionalista The Wolfe Tones, que narra la historia de un niño cuyo padre muere luchando a favor de la causa del IRA.

En 2013, James McClean, entonces en el Wigan Athletic, se  negó a lucir la amapola en su camiseta. No era la primera vez. El 10 de noviembre de 2012 rechazó jugar con la flor pegada al pecho cuando lucía los colores del Sunderland, que se enfrentaba aquel día al Everton. Al terminar el partido, subastó su camiseta para recaudar fondos para los enfermos de cáncer de un hospital de Dublín.

El jugador aseguró que nunca portaría la amapola.

McClean comenzó a recibir numerosas críticas de la sociedad británica y de seguidores unionistas. También amenazas de muerte. El periódico republicano An Phoblacht, próximo al Sinn Féin, recibió llamadas a su redacción deseando la muerte a tiros del futbolista.

El jugador norirlandés creció en el seno de una comunidad católica, escenario de numerosos y violentos conflictos durante las décadas de los 60 y 70. De entre todos los Troubles (nombre que recibe el conflicto en Irlanda del Norte), uno fue el que marcó especialmente a los habitantes del lugar.

Unos disturbios entre habitantes del barrio católico y la policía del Úlster terminaron con la proclamación del Costless Derry, una especie de área autónoma bajo el mando de nacionalistas irlandeses. El caos definitivo en el barrio llegaría ya en 1971 con la imposición del denominado Internment, la ley que permitía el encarcelamiento sin juicio de los sospechosos de pertenecer al IRA y que daría lugar a historias como la narrada por Jim Sheridan en la película En el nombre del padre, basada en los casos reales de los Cuatro de Guildford y los Siete de Maguire.

Debido a que la situación se había agravado, la Asociación por los derechos civiles de Irlanda del Norte (NICRA), convocó una manifestación pacífica contra el Internment, llegando a un acuerdo con el IRA para que cesara todo tipo de actividades durante el día de la celebración de la marcha. Pero nada salió como se esperaba.

Una sección del regimiento de paracaidistas del Ejército británico era enviada a Costless Derry para convertirse en protagonista de un suceso nefasto. La algazara de un grupo de jóvenes llevó a la intervención militar y, progresivamente, lo que se intentó calmar con agua y bolas de goma, terminó en una matanza cuando los soldados apuntaron con armas de fuego hacia los manifestantes. Alegarían después que se vieron atacados por francotiradores situados en los tejados de la barriada.

Catorce personas fallecían en las calles de Derry aquel día, en un jornada que pasó a la historia como el Domingo Sangriento, aquel al que diez años más tarde cantaban U2 en Sunday Bloody Sunday.

Como tantos otros, James McClean no vivió el suceso en sus propias carnes, pero mantiene en la memoria las historias sobre uno de los días más negros de la historia de Irlanda, lo que a la larga le hizo tomar conciencia y rechazar colgarse la amapola en el pecho.

Para un chaval como McClean no es lógico ni moral mostrar respeto y honor al mismo Ejército Britanico que aniquiló a sus vecinos aquel Domingo Sangriento. Así lo explicaba en una carta remitida a los aficionados y a David Whelan, presidente del Wigan: "Para la gente del norte de Irlanda como yo, y sobre todo para los de Derry, la escena de la masacre del Domingo Sangriento de 1972 está también relacionada con el símbolo de la amapola y tiene un significado muy diferente [...]. cuando uno proviene de Creggan o de la mayoría de los lugares de Derry, todas las personas viven a la sombra de uno de los días más oscuros de Irlanda [...]. Para mí llevar la amapola sería más una falta de respeto para la gente inocente que perdió su vida".

Hoy, el Poppy Day sigue siendo una cita ineludible dentro del calendario británico y su uso se ha hecho extensible. De recordar aquel día del armisticio, a rendir homenaje a todos los soldados caídos en otros conflictos desde 1945.
Esas curiosas amapolas rojas han terminado por convertirse en una imposición, en una cuestión de Estado. Un modus operandi tradicional con el homenaje por bandera que no admite contestaciones. "Estoy muy orgulloso de mis raíces", declaró McClean. "En la vida debes defender aquello en lo que crees".
Las vemos en estos días de noviembre. Esas flores rojas de papel colgadas del pecho fueron una vez reales en los campos de Flandes y fueron testigo de la crueldad humana. 

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