miércoles, 2 de septiembre de 2020

El IRA habría pinchado las comunicaciones del Ejército Británico minutos después del Bloody Sunday

Publicado originalmente en el nº10 de octubre del 2000 de la Revista Ardi Beltza y reproducido posteriormente en mpr21.info:

El IRA tuvo en su mano una graba­ción realizada el día de la masacre del “Domingo San­griento” (“Bloody Sunday”) en la que se percibe el grado de euforia de los soldados británicos que tomaron parte en ella.


En la grabación, el general al cargo de la opera­ción se muestra jubiloso por el resultado: 13 muertos (uno más moriría después por he­ridas ocasionadas) y 13 heri­dos de bala. El último suma­rio abierto por estos hechos culminó en 1999 sien­do los militares nuevamente absueltos, aunque luego volvió a reabrirse.

La grabación, enviada tam­bién al Ministerio de Interior, fue conseguida pinchando fí­sicamente el conducto trasmisor del sistema de comuni­cación militar. Una de las ra­zones que se barajan de porqué el IRA no mostró estas pruebas con anterioridad es que les interesaba más guar­dar el anonimato de topos en las barracas militares Victoria y no levantar sospechas.

La versión militar consistió siempre en justificar la ma­tanza argumentando que los soldados abrieron fuego des­pués de ser provocados y atacados por supuestos fran­cotiradores. Nunca existió prueba alguna de que los mi­litares destacados hubieran sido disparados, y no hubo baja alguna.

En una de las conversacio­nes grabadas, un soldado na­rra a otro lo sucedido: “En el hospital están sacando los muertos tan rápido como lle­gan”. Siendo su contestación: “No hay nada malo en eso«. En ella también cita cómo el militar al cargo, el general Ford, se congratulaba de lo sucedido y decía que era “la mejor cosa que he visto en tiempos”. Uno de los paracai­distas participantes en la ma­tanza concluyó: “Bien he­cho”, añadiendo después que el mismo general había opinado que “eso es lo que debe pasar”.

En otra parte de las comunicaciones se declara que han tenido “un precioso baño de sangre” y se hace refe­rencia a la conmovedora imagen de un sacerdote so­bre un hombre que yacía muerto. También aparece un locutor de la BBC, “impresio­nado” por el “buen prome­dio”, de acierto en los dispa­ros, a lo que el otro interlocu­tor no identificado le contesta que cree que es “una buena costumbre”.

Esta nueva evidencia corro­bora antiguas declaraciones del único soldado que confe­só que el lugarteniente del batallón informó el día ante de la masacre de algunas di­rectrices, entre ellas su intención de “ir a cargarse unos cuantos”. Este soldado habló de un “extra” en la provisión de munición para aquel día y de que se les había suminis­trado balas dum-dum, que luego fueron disparadas por la espalda a los manifestan­tes.

El soldado en cuestión abandonó el Ejército dos años después, tras la experiencia de participar en una matanza en la que “gente normal con las manos en alto era disparada”. Se utilizaron balas de gran velocidad, ca­paces de atravesar un rail de tren o de matar a una perso­na después de atravesar a otra.

A lo largo de los años los familiares de las víctimas han continuado luchando inten­samente por que se haga jus­ticia. La revisión del caso fue acordada dentro del progra­ma del Partido Laborista pa­ra las elecciones y está con­templada dentro del proce­so de paz en Irlanda del Norte. El propio Tony Blair ha reconocido que desde el primer juicio surgieron nue­vas evidencias que apuntan a la responsabilidad grave del Ejército.

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