lunes, 7 de agosto de 2017

Entrevista a Linda Ervine sobre el irlandés -Gara-

Gara; «Linda Ervine, encargada del desarrollo de la lengua irlandesa en el este de Belfast». Quien haya seguido la política del norte de Irlanda durante los años del conflicto no tardará en descubrir dos elementos sorprendentes en esa frase. Por una parte, el este de Belfast, y si excluimos el diminuto enclave nacionalista de Short Strand, no se destaca precisamente por su amor a la lengua y cultura irlandesas. Por otra, el apellido Ervine no está ligado con la promoción de los valores culturales asociados con Irlanda sino, más bien, con aquellos que tendemos a asociar con la isla vecina. Lo del apellido no es una coincidencia, ya que su marido y su cuñado han sido dos de los políticos referenciales dentro del PUP, organización ligada al grupo paramilitar lealista UVF.

¿Por qué? Mucha gente en la comunidad unionista intentaría aprender cualquier otra lengua antes que irlandés.

Es cierto, pero ¿por qué no? Yo no vengo de una familia típica unionista. Mi historia personal no es lo que se considera «normal», pues aunque vengo de una tradición protestante de clase trabajadora del este de Belfast, mis padres eran comunistas, así que crecí con unos valores diferentes y sin la carga de una cultura sectaria. A los 11 años pasé casi un año viviendo en Twinbrook, un barrio obrero muy republicano en el oeste de Belfast. Para mí, la comunidad católica no ha sido nunca ‘el enemigo’. Siempre he odiado los sectarismos y su sinsentido. En los 80, cuando la situación era realmente mala, para nosotros el enemigo era el Gobierno conservador en Inglaterra.

¿Se puede decir que para usted no fue difícil cruzar a la zona nacionalista para aprender irlandés una vez tomada la decisión?

Sí y no. De joven viví en una zona nacionalista pero después de casarme mi vida se centró totalmente en el este, sin salir para nada, ni siquiera para ir de compras, criando tres hijos.


¿Cuándo tomó la decisión de aprender irlandés?

Hace 5 años. La misión metodista desarrolla una gran labor a nivel de comunidad. Como parte de esta labor facilitan la existencia de un grupo de mujeres de ambas comunidades. Una de las actividades organizadas fue un curso introductorio de SEIS semanas en el que se cubría el gaélico irlandés, el gaélico escocés y el ulster-scot. El irlandés hasta ese momento no había existido en mi vida.


¿Y el resto del grupo, cómo se lo tomó?

Fue interesante que las mujeres que venían de la comunidad católica no mostraban ningún interés. Las de la comunidad protestante mostraron más interés, puede que fuera por la novedad que suponía para ellas, pero solo yo di el paso de aprender el idioma. Me apunté a un curso intensivo en An Droichead, centro cultural en el sur de Belfast. Descubrí que no era ni mucho menos la primera protestante que había ido a aprender irlandés, pero el hecho de que mi segundo marido fuera Brian Ervine, líder del PUP, hizo que algunos medios de comunicación locales mostraran interés en mi experiencia. Por ello, otras personas empezaron a mostrar interés por aprender irlandés. Así fue que me ofrecieron la oportunidad de coordinar la iniciativa. Con un profesor pagado por An Droichead se puso en marcha la primera clase con 20 personas y a partir de ahí ha crecido exponencialmente. Hasta entonces había gente protestante que acudía de forma discreta a zonas nacionalistas. Volvían a sus áreas de modo incluso más discreto para poder aprender.

Pero no fue solamente aprender la lengua.

Empecé a leer sobre la historia del irlandés dentro de la comunidad protestante. Me dejó muy triste, porque tenía la sensación de que me había sido hurtado algo que es importante. Algo que tenía derecho a saber.

Cruzar de una comunidad a otra durante años ha sido algo bastante peligroso. En su caso, llevar el apellido Ervine no creo que le facilitase las cosas.
Siempre fui bien recibida. Nunca oculté quién era. Una vez que aparecí en los periódicos y ya fue imposible pretender ocultarlo. En mi comunidad eso era algo que cierta gente no apreciaba y supongo que requería cierto grado de valentía, no porque me fueran a atacar físicamente como ocurría hace años, sino porque iba ser el blanco de críticas.

¿Cuál ha sido la reacción en las zonas nacionalistas?

Amistosa, nunca he tenido ningún problema.

Entre los gaeloparlantes, nadie ha tenido una reacción negativa al pensar que si los unionistas adoptan el irlandés como propio, de alguna forma normalizan su estatus político.

Estoy segura de que hay gente que lo piensa, pero la gente con la que trato me ha recibido muy bien, siempre se ha mostrado dispuesta a compartir el idioma.

¿Le reciben con los brazos abiertos porque esperan que una vez conocida la lengua se replantee sus convicciones unionistas?

Seguro que hay algunos, pero una cosa no lleva a la otra. Hay gente que acude a las clases que son protestantes pero no particularmente unionistas. Es una forma de explorar su identidad irlandesa, pero no es el hecho de que aprendan la lengua lo que les conduce a ello sino que ya están en ese camino.

¿Hay entre los unionistas quien la ve como amenaza?

Sin duda, no entienden que esto no tiene que ver con la política, que se trata del idioma. Es cierto que al empezar a aprender irlandés yo misma me cuestioné si estaba equivocándome, si estaba traicionando algo. Y si fuera así, ¿qué traicionaba? Hay que salvar el obstáculo de ver el irlandés como algo unido al republicanismo y adoptarlo como algo propio. Hay gente que me dice que se han apropiado de esto y de lo otro.

Quienes no entienden lo que hago me ven como ‘apoyando a los otros, defendiendo sus posiciones’. Intento explicar que esta es mi posición, la mía propia.

Parece más un caso de dejadez unionista que de apropiación republicana.

Estoy totalmente de acuerdo. A la gente de mi comunidad que me critica porque lo ven como algo de lo que se ha apoderado el republicanismo les digo que lo recuperen. No es que una parte se apropiase del idioma, sino más bien de rechazo por parte de la otra. Acepto que alguien me diga que el irlandés no le interesa, que no tiene ninguna relevancia para él. Yo intentaré crear un interés y hacerlo relevante. Mi problema son quienes dicen: ‘yo no tengo ningún problema con el irlandés pero…’ Es ese ‘pero’ y lo que conlleva. Nosotros continuamos explicándoles nuestro punto de vista y a veces se sorprenden cuando descubren la realidad de que la lengua es mucho más que los eslóganes republicanos.

¿Cómo se podría avanzar en el conocimiento del irlandés?

Fui profesora de inglés y tengo claro que dos o tres horas a la semana no va a ser suficiente para enseñar un idioma a nadie. Las escuelas en irlandés, por el contrario, hacen un trabajo estupendo, porque los alumnos acaban su educación dominando ambos idiomas. Esa es la solución, la única forma en la que vamos a lograr gente realmente bilingüe.

Que el nuevo ministro de Educación en el Gobierno de Stormont sea miembro del DUP ha provocado cierto temor entre los defensores del irlandés.

Es cierto que la líder del DUP antes de las elecciones hizo unas declaraciones quejándose de que las escuelas en irlandés estaban recibiendo un tratamiento preferencial; también que una de las primeras visitas que hizo el nuevo ministro de Educación, Peter Weir, fue a una escuela en irlandés. Yo no espero que la situación varíe mucho, las escuelas en irlandés han demostrado que atraen a un número considerable de alumnos y hacen un buen trabajo. ¿Qué ministro de Educación va a desmantelar un sistema que ha demostrado que funciona?

Cuando es visto como algo que favorece al enemigo.

Quizás cuando empezaron no se hubieran desarrollado como lo han hecho si hubiera habido un ministro del DUP, pero ahora es un movimiento fuerte y consolidado.

¿Ve alguna posibilidad de que apoyen su trabajo en las zonas unionistas? Es algo que un ministro del DUP podría hacer más fácilmente mientras que sería mal visto si lo hubiera hecho alguien de Sinn Féin.

Esa marcha atrás no va a ocurrir. Nuestro representante local en el Parlamento es Sammy Douglas, del DUP, y nos apoya; el PUP siempre nos ha mostrado su apoyo y el parlamentario del UUP también ha mostrado públicamente su apoyo. Son pequeños pasos, la manera que tenemos de trabajar.


¿Hay alguna ayuda de la comunidad nacionalista?

Sí. Es extraño, pero nosotros no estamos interesados en una división entre nosotros y ellos. Aquí la gente habla de dos comunidades, pero no es cierto, la realidad es mucho más compleja, somos muchos los que tenemos un abuelo o abuela que viene de los ‘otros’.

En términos culturales, los nacionalistas adoptan ambas culturas, los unionistas han decidido excluir la irlandesa...

Eso es un hecho, ven la cultura irlandesa como algo intrínseco con el ser católico, republicano. No entienden que ahí están Escocia o la isla de Man, donde conservan su cultura gaélica y continúan siendo presbiterianos, metodistas o anglicanos. Yo les digo que echen un vistazo a su pasaporte británico, porque está escrito en tres idiomas: inglés, galés y gaélico. Gaélico es un idioma de las islas británicas. El irlandés no va con la idea del ‘nosotros solos’, sino que es parte de la familia de lenguas celtas, que nos une a las islas británicas y más allá, hasta Francia.

¿Cómo ve el futuro de esta lengua?

En una conferencia en el oeste de Belfast pude ver que existe un impulso de la gente joven por el irlandés, lo cual me hace ser optimista, pero el hecho de que ese impulso se dé de forma mayoritaria en zonas nacionalistas supone una dificultad, ya que de alguna manera confirma el estereotipo de que el irlandés es un idioma asociado con republicanos católicos, algo que alguna gente en mi comunidad quiere mantener de esa manera. Cuando ven el irlandés asociado con gente como Bobby Sands, mi labor se hace más difícil.

Bobby Sands y sus compañeros hicieron todo lo posible por aprender irlandés mientras otros hacían lo imposible por borrar cualquier vestigio de esa lengua en su comunidad.

Es cierto, no voy a negarlo, pero eso no quita para que a mí me complique mi labor.

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