lunes, 5 de noviembre de 2012

Experiencias de los lectores del blog en el norte de Irlanda

Me complace especialmente retomar la sección de "experiencias de l@s lectores/as en los Seis Condados". Esta sección es muy especial en el blog, es vuestra sección, la sección de tod@s l@s lectores/as que visitan el Norte y quieren contar su experiencia al resto de l@s lectores/as.

Hoy de la mano de Martín (colaborador en varias ocasiones con el blog) os dejo la primera parte de una serie de dos sobre su experiencia en el Norte, disfrutadla!

ERASMUS EN BELFAST (I) - La juventud del Norte de Irlanda

El día 12 de septiembre de 2011 me encontraba en el aeropuerto del Prat, dentro de un avión rumbo a Belfast, dando de esa manera comienzo a uno de las experiencias más populares entre estudiantes universitarios europeos: un intercambio Erasmus.

Se trataba de la primera vez que iba a vivir de forma permanente fuera de mi país, y también era mi primera visita a la Isla Esmeralda, con cuya cultura, gente y lucha siempre me he sentido muy identificado. Además, no iba a un sitio cualquiera: nada más y nada menos que Belfast, la segunda ciudad más grande de la isla y capital administrativa de los Seis Condados.

Dejando de banda todas las noches de juerga y diversión típicas de los intercambios Erasmus sea en la ciudad que sea, lo cierto es que uno de los atractivos de Belfast a la hora de elegirla como destino Erasmus era el poder conocer más de cerca la cultura irlandesa, así como la historia del conflicto del Norte de Irlanda y su imprenta en la sociedad irlandesa del siglo XXI.

Durante el primer semestre vivía en Elms Village, una residencia universitaria propiedad de la Queen’s University Belfast ocupada por estudiantes locales de primer año de carrera y estudiantes internacionales de cualquier edad. De esta forma tuve la ocasión de integrarme con estudiantes irlandeses en mi vida cotidiana, con lo que mejoré rápidamente mi inglés -aunque el acento del Úlster tiene su qué- y además al salir con ellos conocí rápidamente a muchos otros estudiantes de Belfast y otras zonas del Norte.

En general, la mayoría de estudiantes suelen ser bastante neutrales a la hora de hablar del conflicto de los Seis Condados, aunque es cierto que conocí a muchos más de la comunidad nacionalista que de la unionista. Por ejemplo, una de las primeras personas a las que conocí era un chico miembro de la Queen’s Students Union (Unión de Estudiantes) que nos hizo de guía de la ciudad durante las primeras semanas y con el que conecté rápidamente cuando vimos que compartíamos los mismos ideales. Se trataba de un chico realmente comprometido con la causa irlandesa, muy activo y por supuesto extremadamente acogedor con los extranjeros, algo que por otra parte es un denominador común en la sociedad irlandesa. Todavía recuerdo uno de sus primeros comentarios en voz baja cuando nos enseñaba la fachada principal del Belfast City Hall: “¿Has visto esa bandera? -refiriéndose a la Union Jack- Uno de mis sueños es subir un día ahí arriba y prenderle fuego”. También le encantaba hablar sobre el conflicto palestino y sus similitudes con el irlandés: “¿Has leído alguna vez lo que el estado israelí está haciendo con el pueblo palestino? Jodidos bastardos…” Además conocía muy bien Belfast e incluso nos alertaba de ir con cuidado en pubs protestantes/unionistas con según qué cosas, como decir siempre “cheers” al brindar en lugar de “sláinte”. Realmente son ese tipo de anécdotas que te esperas cuando vas a ir Belfast pero que aún así te sorprenden igualmente cuando las vives en primera persona.

En las semanas siguientes era el Mundial de Rugby, y realmente pude comprobar la pasión con la que se sigue ese deporte en Irlanda, recuerdo asistir a un partido a las seis de la mañana -debido a la diferencia horaria con Nueva Zelanda, el país anfitrión del torneo- y ver el pub lleno a rebosar. Jóvenes, mayores y familias enteras desayunando el tradicional “Ulster Fry” y vestidos con camisetas verdes, en esos momentos era realmente difícil distinguir ese ambiente del que se estaría viviendo al mismo tiempo en cualquier pub de Dublín. Lo mismo cuando la selección de fútbol de la República de Irlanda se clasificó para la Euro 2012, incluso con gente celebrándolo por las calles. Recuerdo salir aquella misma noche con mis compañeros de piso irlandeses y cómo al volver uno de ellos, natural del condado de Fermanagh, empezó a gritar cánticos a favor del IRA o canciones típicas del Celtic. Al terminar, nos dijo algo así como: “lo siento, no os lo había dicho antes, pero me vuelvo republicano cuando me emborracho”. Tras esa frase, las risas fueron generalizadas entre todos mis compañeros, tanto irlandeses e internacionales. Este chaval es sin duda uno de los personajes más divertidos que he conocido en Belfast, incluso me regaló una copia de la proclamación de la República Irlandesa pocos días antes de irme de la residencia.

Como decía antes, aunque la gran mayoría de estudiantes que he conocido en Belfast eran de la comunidad nacionalista, también tuve la ocasión de conocer por medio de otro amigo a un chico de Larne, en el condado de Antrim, de familia tradicionalmente unionista. Era un chaval bastante formal, nada “fiestero”, muy culto e inteligente y con un gran don de palabra, te podías tirar horas hablando con él y no dejaba de sorprenderte. Recuerdo que la primera noche que lo conocí en la residencia estábamos un grupo de estudiantes internacionales hablando sobre un chico que habíamos visto con una camiseta de la GAA y de cómo esos eran considerados los deportes más tradicionalmente irlandeses, cuando de repente nos comentó: “¿Y qué pensaríais si os dijera que yo no soy irlandés, sino que soy británico?”. La mayoría de estudiantes de mi grupo se quedaron un poco parados, entonces le comenté algo así como: “Bueno, es algo que puedo llegar a aceptar, puesto que estás viviendo en territorio británico”. Realmente, y por la cara que puso, creo que no se esperaba esa respuesta, y rápidamente empezamos a hablar de forma normal de cuestiones identitarias: me comentó que se consideraba “norirlandés”, “Ulsterman” y que su familia tenía descendientes escoceses, incluso su abuelo habla fluidamente el dialecto “Ulster-Scots”. Hablando de deportes, me comentó que su equipo favorito era el Glasgow Rangers, algo que no me sorprendió en absoluto, sino que acabó de conformar el estereotipo de unionista del Úlster. También me dijo que no se sentía nada identificado con la GAA, y que no le gustaba el modo en que muchos de sus estadios llevan el nombre de, según sus palabras, “terroristas del IRA”. Lo que sí me sorprendió era una tradición de su pueblo natal Larne llamada “Fenian hunting” (caza del feniano) y que según su padre era bastante popular hace unos 30 años. Consistía básicamente en acercamientos de grupos lealistas a personas de origen católico a las que golpeaban y torturaban hasta la muerte. Según él, así es como “se solían hacer las cosas en Larne”, aunque no paraba de repetirme que por fortuna las cosas han cambiado y ahora existe un respeto mutuo entre ambas comunidades en todo el Norte.

Ya hacia al final de mi Erasmus -durante el pasado mes de marzo- tuve la oportunidad de disfrutar del Día de San Patricio en Belfast, una jornada festiva mundialmente conocida y en la que la juventud toma literalmente las calles de la capital del Úlster, en especial en la zona en la que vivía durante el segundo semestre: los “Holylands”, un barrio cercano a la Queen’s University lleno de estudiantes -sobre todo de la comunidad nacionalista- con muchas ganas de juerga. Nada más salir por la mañana vi como en la mayoría de ventanas había banderas tricolores colgadas, así como algunas otras de condados del Norte, especialmente de Derry. Recuerdo que aquel día yo vestía el típico sombrero de “leprechaun” irlandés y una réplica de la camiseta de la selección irlandesa de rugby. Probablemente confundiéndome con un joven local, un chaval me grita desde una ventana: “Tiocfaidh ár lá”, a lo que respondo con un “Our day will come” (Nuestro día llegará). Entonces esboza una sonrisa en la cara y me pregunta de dónde soy, para finalmente comentarnos que tengamos cuidado con la policía -o “los cerdos”, cómo él los llama- durante el resto del día. Cabe destacar el gran número de policías que patrullaban las calles de la zona, una medida del ayuntamiento para evitar altercados de años anteriores en los que el PSNI se enfrentaba a jóvenes que bebían y alborotaban en esas calles. Al llegar al centro asistimos al tradicional desfile de San Patricio, este año con una atención especial al centenario del Titanic. Unos voluntarios del ayuntamiento nos reparten unas banderas de mano “cross-community” especialmente diseñadas para ese día con un gran trébol verde. Sin embargo, vemos que muchos de los espectadores del desfile, tanto jóvenes como más mayores, han preferido traerse la bandera tricolor de casa. Está claro qué comunidad del Norte es la que más se implica en la fiesta de San Patricio. Tras el desfile disfrutamos de unas pintas de Guinness, para luego asistir a uno de los “highlights” del día: el partido del torneo Seis Naciones entre Irlanda e Inglaterra. El bar de la Students Union está lleno a rebosar, no hay ningún asiento libre y más de la mitad de la gente tiene que ver el partido de pie. Al echar la vista alrededor sólo se ven camisetas verdes. El equipo inglés se lleva una monumental pitada en cuanto aparece por primera vez en el proyector gigante. Comienza el partido y los ingleses toman ventaja en el marcador rápidamente. Sin embargo, Irlanda consigue sus primeros puntos poco después y el público de la sala empieza a cantar “The Fields of Athenry”, de nuevo se puede ver con claridad de qué “bando” son la mayoría de los presentes. En el descanso me encuentro con mi amigo miembro de la Unión de Estudiantes, y aunque lleva un cierto grado de alcohol en sangre, le llego a entender algo así como que “más nos vale ganar hoy”. Pero aquel no era el día del equipo irlandés. El partido acaba con un 30-9 favorable a Inglaterra. Aunque un poco decepcionados, la mayoría de jóvenes abandonan la sala para buscar otro sitio dónde continuar la fiesta hasta tarde, pues al fin y al cabo todavía queda mucho Día de San Patricio por delante…

La verdad es que la impresión general que me llevo de la juventud del Norte de Irlanda tras seis meses de estancia en Belfast es la de una parte de la sociedad realmente activa, y en general muy acogedora con la gente de fuera. Aun así, la mayoría de jóvenes que conocí priorizaban más el pasárselo bien o dedicar su tiempo libre a disfrutar de la fiesta nocturna de Belfast, más que a actividades relacionadas con la causa irlandesa -a pesar de que muchos tenían claros sus ideales-, algo que por otra parte considero lógico dada la temprana edad de la mayoría de ellos. Sin embargo, he de decir que, casualidad o no, muchos de los estudiantes de Queen’s que tuve la ocasión de conocer provienen de la comunidad nacionalista, algo que creo que puede ser indicativo de una posible mayoría católica en los Seis Condados para dentro de unos años, tal y como indican muchos estudios realizados hasta la fecha. Es posible que Belfast sea en el futuro un buen indicativo de este cambio, puesto que en la actualidad se trata de una ciudad con un elevado porcentaje de gente joven.

2 comentarios:

  1. hey hola, llego 5 años tarde a esto pero podría ponerme en contacto con el chico que escribió esta entrada? jajaja quiero ir de erasmus a irlanda del norte pero no consigo información en ningún sitio, sería de mucha ayuda, gracias!

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  2. Aupa Sabela,

    Ya he contactado con el chico que la publicó, si le parece bien, te pasaré su correo, pero siempre que el consienta, como es lógico.

    Con lo que sea te aviso, escribe a la dirección de correo del blog, y así te respondo al correo que es más sencillo que en esta entrada antigua.

    Un saludo.

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