domingo, 18 de diciembre de 2011

Resumen semanal

Un texto que aún no teniendo que ver exactamente con la temática del blog, me parece muy interesante, por cuanto histórico (con las evidentes precauciones cada vez que se habla de historia, que ya sabemos que muchas veces la historia se 'particulariza' y se deforma) y que como se que a ciencia cierta algún lector asiduo del blog gusta de este período de la historia norteamericana, creo conveniente reproducirlo:
El texto es desde una visión muy católica, propia de Religión en Libertad; El 150º aniversario de la guerra civil norteamericana (1861-1865) está sacando a la luz muchas historias de aquel conflicto que partió al país en Norte y Sur y enfrentó dos visiones de la vida y de la nación.
Algunas tienen que ver con la Iglesia católica, minoritaria y casi perseguida entonces en Estados Unidos, donde se vinculaba en buena medida a la inmigración irlandesa.
Era el caso de John Ireland (1838-1918), no sólo por apellido, sino por nacimiento, aunque llegó pronto a Minnesota, donde fue ordenado sacerdote a los 23 años tras haber cursado en Francia sus estudios como seminarista.
Sólo unos meses después, ya desatado el conflicto entre la Unión y la Confederación, Abraham Lincoln pidió capellanes para los hospitales que se llenaban de heridos y mutilados. Sólo dieron el paso 22, pero el padre Ireland fue uno de ellos y quedó adscrito al 5º Regimiento de Minnesota, con asiento en Mississippi. Por aquel entonces, entre católicos y protestantes, sólo había 472 capellanes.
Ni un cura con quien confesar
De hecho, muchos de los soldados católicos que hicieron la guerra en ambos bandos pasaron los cinco años sin ver un sacerdote. Había que cubrir ese hueco, y eso sirvió por ejemplo para la buena muerte de un joven a quien atendió el 4 de octubre de 1862 tras la Batalla de Corinth. Apenas había ido a misa en su vida, pero a los 9 años le había prometido a su madre rezar a diario un avemaría, y lo había cumplido. Sintiéndose morir, pidió los sacramentos y tuvo la suerte de que el padre Ireland estaba cerca para administrárselos, poco antes de morir.
El mismo Ireland contó estas y otras experiencias en sus memorias, escritas ya como obispo. Apenas se movió de la diócesis de Saint Paul (Minnesota), de la que fue obispo auxiliar primero, obispo titular después, y arzobispo cuando se le asignaron diócesis sufragáneas. En total, casi 53 años al frente de los cató s entre los que había iniciado su ministerio.
Sus recuerdos datan de 1892, están escritos en tercera persona y cuentan datos interesantes de cómo vivieron los católicos la guerra de secesión, algunos de los cuales los ha recogido Nikki Rajala para The Catholic Spirit.
Afirmaba el ya obispo, por ejemplo, que los regimientos donde no había capellán se hacían pronto indiferentes ante la religión, por lo cual su principal misión era celebrar misa los domingos y decir pequeñas homilías de campaña.
Para visitar a los heridos tenía que recorrer campo a través hasta cuarenta kilómetros, y de hospital en hospital se encontraba tanto heridos como enfermos de tifus o malaria.
Devotos, moribundos y solitarios
Pero algunos eran verdaderos devotos. En Tennessee se encontró a un soldado enfermo que desde hacía dos años, a pesar de las exigencias del combate y de su misma enfermedad, los viernes sólo comía agua y unas galletas.
Según cuenta Ireland, las confesiones en los regimientos se disparaban cuando había rumores de una próxima batalla. Antes de la de Iuka (Mississippi), por ejemplo, en septiembre de 1862, se pasó toda una noche escuchando a los soldados debajo de un árbol, tanto católicos que pedían perdón por sus pecados, como no católicos que querían ser recibidos en la Iglesia.
Narra también casos terribles. "En cierta ocasión, un oficial estaba muriendo por un disparo en la cara. No paraba de sangrar. Pidió un papel y escribió la palabra ´capellán´. Un soldado vino a buscarme con el papel ensangrentado en las manos. Acudó a toda prisa. El hombre estaba aún consciente, pero moriría rápido. ´Hábleme de Jesús´, me dijo. Estaba ya bautizado. No había tiempo de hablar de la Iglesia. Le hablé del Salvador y del perdón de los pecados. El recuerdo de esa escena jamás se ha borrado de mi mente. No dudé de la salvación de su alma".
Sin temor a la viruela
El padre Ireland recorrió cuatro estados (Mississippi, Tennessee, Arkansas y Louis­iana) padeciendo las mismas privaciones que los soldados.
En 1891 hubo una reunión de veteranos del regimiento. Para entonces él ya era obispo. Se encontró con dos soldados a quienes no había visto desde la guerra, y que le saludaron con gran afecto. Juntos evocaron aquellos tiempos. A uno de los soldados, enfermo de viruela, le habían dejado aislado en una tienda, con otro soldado a su cuidado, lejos del campamento, para evitar contagios. Estuvieron solos durante días, aburridos, con el ánimo cada vez más bajo... de no ser por las visitas de un (entonces) joven capellán, que jamás les falló. "Ambos eran protestantes", recordaba monseñor Ireland.
Quien no dudó en cerrar así sus recuerdos: "Mis años como capellán fueron los más felices y fructíferos años de mi ministerio".
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Un vehículo sospechoso provocó una alerta de seguridad en el condado de Antrim.
El escuadrón de desactivación de explosivos del ejército británico se encargó de la escena en Ballyrobin Road en Crumlin.
La policía dijo que la zona fue acordonada en la tarde del domingo 11. La alerta finalizó sin encontrarse explosivo alguno.
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Una curiosidad de la mano de la BBC:
La influencia de la nación celta se extiende a otras aerolíneas de todo el mundo. ¿Por qué? Al igual que los griegos con el transporte marítimo, los irlandeses tienen una presencia en el negocio de las aerolíneas que supera con creces el tamaño de su país.
No sólo están Willie Walsh, director ejecutivo de International Airlines Group, Michael O'Leary, director de Ryanair, y el presidente de la aerolínea australiana Qantas, Alan Joyce.
Y hay más irlandeses que ocupan –u ocuparon recientemente- cargos directivos en compañías aéreas de Brunei, Singapur y México y en otras empresas de aviación internacional.
En un discurso de 2009, Joyce reconoció el lugar notable que los irlandeses ocupan en el negocio.
''Tiene que haber algo en el agua, o en la Guinness (la famosa cerveza negra irlandesa)'', bromeó Joyce,''porque no hay duda de que hay una conexión muy especial entre los irlandeses y la aviación''.
Y agregó: "El negocio de la aviación mundial está lleno -pero no demasiado- de ejecutivos de aviación irlandeses como Willie Walsh, Dermot Mannion (vicepresidente de Royal Brunei Airlines), Michael O'Leary y Conor McCarthy''.
Pero ¿cómo es que hay tantos irlandeses ocupando puestos de liderazgo en la aviación?
La semilla se sembró hace 75 años, dice Conor McCarthy, cofundador de AirAsia y quien ayudó a poner en marcha la aerolínea mexicana VivaAerobus.
Ahora dirige Dublin Aerospace, empresa que revisa aviones y trenes de aterrizaje de aerolíneas de todo el mundo.
"Cuando el transporte aéreo se inició formalmente, en la década de 1930, el gobierno irlandés, aunque era pobre, tuvo la suficiente visión de futuro de poner en marcha una línea aérea nacional", le dice a la BBC.
"Así que cuando empresas de la talla de British Airways –en ese entonces, BOAC- y Air France comenzaron a operar, los irlandeses ya estaban en ello. No fue como lo que ocurrió con la era industrial, que nos sorprendió siendo un país agrícola. Estuvimos allí desde el principio. Al ser una isla, reconocimos muy pronto la necesidad de viajes aéreos", agrega.
-Dermot Mannion, vicepresidente de Royal Brunei Airlines
-Conor McCarthy (der.), ayudó a establecer Jetstar. Ahora dirige Dublin Aerospace
-Donal Rogers, ex director general de VivaAerobus en México
-Tony Ryan, fundador de Guinness Peat Aviation y Ryanair
-Michael O'Leary, director ejecutivo de Ryanair
-Willie Walsh, director ejecutivo del International Airlines Group (British Airways e Iberia)
-Alan Joyce (izq.), director general de Qantas
-Charlie Clifton, ex director ejecutivo de Tiger Airways con sede en Singapur. En Brasil ayudó a poner en marcha Webjet.
Los sucesivos gobiernos del partido Fianna Fáil en la década de 1930 consideraron a la industria de la aviación como algo muy positivo, como una manera de romper la dependencia de Irlanda con el Reino Unido, señala el analista de aviación Antoin Daltun.
"Se le veía como a una provincia remota del Reino Unido, en lugar de un Estado o una isla en sí misma.
"Y con la diáspora irlandesa en Estados Unidos, era increíble cómo, en la década de 1930, el gobierno irlandés era tan entusiasta respecto a las operaciones transatlánticas (que finalmente se iniciaron en la década de 1950) en una época en la que a las personas que cruzaban el Atlántico no le daban seguro de vida porque quizás no lograban llegar a la otra orilla", cuenta.
Los irlandeses, dice Daltun, se concentraron en el negocio de la aviación civil, mientras que otras naciones le daban más importancia a las fuerzas aéreas militares que a las líneas aéreas.
"La idea era que Aer Lingus (aerolínea privada irlandesa, anteriormente la aerolínea de bandera de la República de Irlanda) pudiera ser un motor técnico de la economía y que fuese autosuficiente: sería una mini British Airways".
Esta estrategia creó puestos de trabajo y tuvo una primera ola de éxito que vio a varios irlandeses partir al extranjero en la década de 1970: a Zambia, a ALM (la aerolínea de las Antillas Holandesas) y a East Africa Airawys en África oriental, explica el analista.
Aer Lingus se convirtió en un campo de entrenamiento para mucha gente que llegó a puestos de responsabilidad en todo el mundo, señala McCarthy, quien fue él mismo un aprendiz en esa empresa a los 16 años. Joyce comenzó su carrera allí y Willie Walsh fue un piloto de prácticas en Aer Lingus a los 17 años. Era una empresa que le ofrecía a los empleados muchas oportunidades para moverse y ampliar sus habilidades, recuerda.
"Todos tuvimos oportunidades fantásticas y era un gran comienzo para cualquiera".
Tony Ryan es otro graduado de Aer Lingus quien llegó a crear la aerolínea de bajo costo Ryanair. Su ascenso hizo de Irlanda una cuna de la competencia, cree McCarthy, y Aer Lingus tuvo que competir con Ryanair mucho antes que otras compañías aéreas europeas, lo cual perfeccionó las habilidades de gestión y reducción de costos de gerentes como Willie Walsh.
Siobhan Creaton, periodista del Irish Times y autora de "Ryanair: Cómo una pequeña aerolínea irlandesa conquistó Europa", dice que el dominio de Irlanda también se puede remontar a otra creación de Tony Ryan, Guinness Peat Aviation, una empresa de venta y arrendamiento de aviones fundada en 1975 que llegó a valer US$4.000 millones.
"Guinness Peat Aviation Industry creció hasta convertirse en la segunda compañía de arrendamiento de aviones más grande del mundo y trajo consigo mucho talento. Eso provocó un gran interés en la aviación. Para cualquiera que estuviera en la universidad en la década de 1970, era la industria más sexy ya que era una industria vibrante".
Todavía hay mucho talento y experiencia en Irlanda, dice Creaton, y ésta sigue siendo una parte fundamental de la economía irlandesa, a pesar de los problemas económicos.
También hay una razón más general de por qué los irlandeses son buenos frente a las líneas aéreas, dice el señor McCarthy: es porque las usan muy a menudo.
El país tiene una larga historia de emigración y gran parte de la diáspora se estableció en el extranjero, lo que la convierte en una de las naciones con mayor frecuencia de vuelos del mundo.
Sin embargo, los irlandeses no se salen con la suya en todo. En 2009, Aer Lingus nombró un nuevo presidente ejecutivo, Christoph Mueller, que es alemán.
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Desde Expansión.com, una noticia económica sobre los 26 condados: La tasa de desempleo en la República de Irlanda se situó durante el tercer trimestre del año en el 14,4 %, dos décimas más que en los tres meses anteriores, según informó hoy -lunes- la Oficina Central de Estadísticas (CSO).
En total, la fuerza laboral se redujo en 30.200 personas, hasta los 2,12 millones de trabajadores en un país de poco más de cuatro millones de habitantes.
La CSO destaca en su informe una subida de un 1,9 %, hasta el 8,4 %, en la tasa de desempleados de larga duración, es decir, aquellos que permanecen parados durante más de doce meses.
Así, el 56 % del total de parados corresponde a ésta última categoría, que continúa en ascenso constante.
Entre el tercer trimestre de 2010 y el mismo de 2011, el desempleo masculino aumentó un 2,3 %, mientras que el femenino lo hizo un 11,4 %, lo que representa un total de 206.200 y 108.500 parados, respectivamente.
Ésta última es, apunta la CSO, la tasa de paro más alta de mujeres desde que se comenzó a registrar este indicador en 1998.
Respecto a sectores, el empleo volvió a caer en 10 de las 14 categorías que maneja la CSO, aunque, por primera vez desde 2008, la construcción no está a la cabeza de la lista.
La mayor destrucción de empleo se registró en la educación, que perdió 12.000 puestos de trabajo, seguida por "alojamiento y servicios alimentarios" (8.500), industria (7.700) y la construcción (6.800). Por edades, las principales caídas se produjeron en los grupos de "20-24 y 25-34 años", señaló el informe.
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Una bomba fue localizada después de una alerta de seguridad en Keady, en el sur de Armagh.
Un número de casas fueron evacuadas en el pueblo después de una advertencia telefónica en la noche del domingo pasado.
Expertos del ejército británico fueron llamados y un dispositivo sospechoso fue llevado para un examen más detenido. La policía ha confirmado que era viable.
Una serie de carreteras fueron acordonadas durante la alerta, pero todos los desvíos fueron levantados.
El ataque iba dirigido a la base fortificada del PSNI en la zona, de momento ningún grupo ha reivindicado la acción.

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