lunes, 18 de octubre de 2010

Queda mucho por investigar en la guerra del Norte

Desde Innisfree, vía periódico Diagonal -en concreto en un artículo de Carlos Sevilla Peris-, nos informan de algunos sucesos de "guerra sucia" llevados a cabo o amparados por el estado británico y sus fuerzas armadas en las calles de Irlanda:

Treinta y ocho años después de que 13 personas murieran abatidas por soldados del Ejército británico en una manifestación pacífica en Derry (Irlanda del Norte), y 12 años después de que se abriera la investigación de los hechos, el primer ministro británico ha pedido perdón a las víctimas. “Aquello nunca debió pasar. Las familias de quienes murieron no tenían que haber vivido con el dolor y el sufrimiento de aquel día. El Gobierno es el responsable último de la conducta de sus fuerzas armadas y por ello, en nombre del Gobierno y de nuestro país, lo siento profundamente”, dijo David Cameron.

Las disculpas supusieron una victoria para las víctimas. Sin embargo, el del Bloody Sunday no fue el único crimen cometido o amparado por las fuerzas de seguridad británicas. “Hay muchos casos”, explica para DIAGONAL Jane Winter, directora de British Irish Rights Watch (BIRW), con sede en Londres. “Por ejemplo, seis meses antes del Bloody Sunday el mismo regimiento del Ejército asesinó a 11 personas en tres días en Ballymurphy, en Belfast Oeste. En 1976, un soldado disparó a una niña de 12 años cuando iba a la iglesia. En 1989, el abogado y activista por los Derechos Humanos Patrick Finucane fue asesinado con la complicidad del ejército, la policía y los servicios de inteligencia. Estos son sólo tres ejemplos de los muchos que no han sido llevados ante la justicia”, asegura Winter.

En 1974, 33 personas murieron y cerca de 300 resultaron heridas por la explosión de dos coches bomba en Dublín y uno en Monaghan, a 10 kilómetros de la frontera con Irlanda del Norte. Los atentados, que convirtieron ese 17 de mayo en el día más sangriento en la historia del conflicto, no fueron reivindicados hasta 19 años después por la Ulster Volunteer Force (UVF), un grupo paramilitar unionista. En 2003, la investigación dirigida por el juez Henry Barron consideraba probable la colaboración de miembros de las fuerzas de seguridad en los crímenes. Margaret Urwin, secretaria de Justice for the Forgotten, una asociación creada por los familiares de las víctimas, cree que “los atentados fueron cometidos por la UVF asistida o dirigida por miembros del Royal Ulster Constabulary (antigua policía norirlandesa), Ulster Defence Regiment (regimiento del Ejército británico) y de los servicios de inteligencia”.

Problemas en la investigación
La implicación británica explicaría los problemas que ha encontrado la investigación y que ha denunciado el parlamento irlandés. “El juez Barron se encontró con un obstáculo insalvable cuando el Gobierno británico no quiso cooperar con sus investigaciones sobre los atentados cometidos en la década de 1970 en la frontera norirlandesa”, asegura Urwin desde Dublín.

En la tarde del 4 de diciembre de 1971, con 4.000 soldados británicos vigilando las calles y los alrededores de Belfast ante un posible atentado del IRA, cinco paramilitares hicieron explotar un coche bomba frente a un bar frecuentado por católicos y marcharse sin ser detenidos. Murieron 15 personas, ninguna relacionada con el conflicto. Algunos oficiales de las fuerzas de seguridad, políticos y medios de comunicación hicieron circular la idea de que la bomba había sido colocada en el interior del bar y atribuyeron el atentado a un sector del IRA que supuestamente habría atacado a otro al que entonces estaba enfrentado. Sin embargo, seis años después, un miembro del UVF confesó su participación en el crimen y fue condenado. Nada dijo ni se supo de sus cómplices. Ciarán MacAirt, nieto de una de las víctimas de la bomba del bar McGurk y coordinador de una campaña en internet para reclamar una investigación pública e independiente, cree que “si alguna vez se conociera toda la verdad sobre la masacre, las ramificaciones hacia el Gobierno británico serían catastróficas”.

“Sus militares usaron un grupo de lucha contra el crimen para asesinar a sus propios ciudadanos y conseguir el objetivo estratégico de dividir una comunidad para conquistarla. Pueden admitir esas prácticas en Yemen y Kenia pero no en las calles de Belfast”, opina MacAirt en declaraciones a DIAGONAL. El pasado mes de julio, el defensor del pueblo norirlandés en materia policial, Al Hutchinson, publicó un informe que reconocía el error de las fuerzas de seguridad al atribuirlo al IRA. Eso sí, rechazaba su implicación en el crimen a pesar de que el testimonio de un oficial retirado sostenía que el Ejército estaba avisado del ataque un día antes de que se produjera. Según MacAirt, “la masacre del bar McGurk fue un crimen de guerra británico que intentaron encubrir desde el momento en que la bomba explotó. Su chapuza de investigación es un intento fallido de enterrar el pasado”.

SOSPECHAS RAZONABLES

MILITARES Y PARAS. _En el documental Loyalists de Peter Taylor, Bobby Philpott, ex miembro del Ulster Freedom Fighters, reconoció haber recibido de las fuerzas de seguridad y servicios de inteligencia británicos información sobre objetivos relacionados con el IRA. Según Taylor, entre 1989 y 1994, los paramilitares unionistas mataron a 86 miembros del IRA o del Sinn Féin y a 120 civiles católicos. A la pregunta “¿podríais haberlo hecho sin ayuda de las fuerzas de seguridad?”, Philpott contestó: “no”.

SIN INVESTIGAR.
“Todavía hoy mantienen el control del nivel de información que se nos suministra e intentan presentarla para dar buena imagen cuando, de hecho, parece que se trata de una gestión mala y cínica de la verdad”, lamenta Ciarán McAirt, nieto de una víctima de la masacre del bar McGurk. Según Jane Winter, directora de BIRW, el informe sobre el Bloody Sunday “fue la última investigación pública independiente en el Reino Unido, ya que la aprobación del Acta 2005 sobre investigaciones acaba por completo con las investigaciones independientes”.

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